Necesidades crecientes de las parroquias y los sacerdotes
A medida que se hace más y más largo el tiempo de duración de la pandemia por el Covid 19, la situación de personas e instituciones se hace también cada vez más apretada, cuando no desesperada. Personas e instituciones de Iglesia no son la excepción. Hoy en día no es extraño encontrar a sacerdotes organizando toda clase de eventos a distancia con el fin de conseguir recursos para la subsistencia de sus parroquias y aun de ellos mismos. Se ha suscitado un espíritu de solidaridad grande, pero que a medida que pasan los días y los meses puede ir cediendo sin que la situación de pandemia haya cambiado sustancialmente. Por esta razón queremos llamar la atención sobre la necesidad de seguir asistiendo con los recursos necesarios para la manutención de sacerdotes y de parroquias.
La parroquia más sencilla de cualquier parte de Bogotá o del país, suele tener, además del sacerdote, una o dos personas más, para su buen funcionamiento y que se desempeñan en secretaría, sacristía, mantenimiento y otras tareas. Y toda parroquia, por pequeña que sea, suele tener instalaciones de cierta extensión y su mantenimiento debe ser constante para evitar el deterioro. Así las cosas, y hablando en plata blanca, sostener una parroquia difícilmente se hace con menos de 3, 4 o 5 millones mensuales. La arquidiócesis de Bogotá tiene cerca de 300 parroquias, la mayoría de las cuales tienen personal e instalaciones que superan fácilmente los datos citados. Pero si la actividad parroquial está relativamente inactiva, especialmente por los cierres recientes y por los temores de las personas a congregarse, evidentemente se va creando una situación de insostenibilidad preocupante.
Hasta la fecha las parroquias han echado mano de sus ahorros, el cual en la mayoría de los casos es mínimo, y de campañas de solidaridad emanadas directamente de la curia y de algunas parroquias que tienen mayores recursos. Pero, aun así, la prolongación de la crisis ocasionada por la pandemia del Covid 19, va consumiendo todo lo que se tiene. Por esta razón, la arquidiócesis de Bogotá ha relanzado la campaña de apoyo a parroquias y sacerdotes. Es muy urgente que todos los miembros de la Iglesia sientan como propia las necesidades de sus pastores y parroquias. En Colombia no se tiene arraigada la costumbre del diezmo y en realidad hace mucha falta como un modo de expresar en concreto la preocupación por el sostenimiento de quienes atienden las necesidades espirituales de los fieles. Lo que suele darse es el aporte a través de la ofrenda en las eucaristías. Sin embargo, no es suficiente.
Hacemos desde estas páginas de El Catolicismo un llamado a todos los fieles de la Iglesia para que se vinculen solidariamente a esta noble causa para la congrua sustentación del clero y el decoro debido al culto y a los lugares sagrados. Y el llamado es a establecer un compromiso constante que ojalá se prolongara más allá de la pandemia, con lo cual se puede liberar a los pastores de tareas impropias de su ministerio, para dedicarse de lleno a la salvación de las almas. Muchísimas son las razones que se podrían exponer para justificar la petición planteada de solidaridad con sacerdotes y parroquias. Baste con decir que, tanto los levitas como los templos, siguen estando en medio de la gente sirviéndola en todo lo necesario. Ningún sacerdote, lo ha dicho el Primado Rueda Aparicio, ha abandonado sus comunidades. Allí están los queridos curas en su pastoreo habitual. Quien quiera, y ojalá todos los bautizados lo quisieran, ayudar, puede asomarse a la página de la Arquidiócesis de Bogotá y allí encontrará las indicaciones para hacer aportes justos y generosos.
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