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La noche oscura del dolor y la injusticia

19 de agosto de 2025
Imagen:
OAC

El asesinato del senador Miguel Uribe Turbay hizo aún más visibles y palpables el dolor y la injusticia que tocan hoy en día a muchísimos colombianos. Cuando muere alguien que goza de tanta exposición pública como este senador, el país puede ver con máxima claridad, y hasta sentir, lo que sucede en carne y hueso a innumerables líderes locales y nacionales que, en los últimos años se han visto asediados por toda clase de asesinos, de mafias narcotraficantes, de grupos guerrilleros y también por una violencia verbal desde el poder que ya no conoce límites en el irrespeto y la acusación temeraria. Nadie se atrevería a afirmar que este y tantos asesinatos más no han sido provocados o no son para acallar voces o impedir la lucha por derechos legítimos.

La nación colombiana ha caído como en una perplejidad ante los violentos. Son pocos los signos reales y contundentes que indiquen que su accionar está por ser detenido. Todo lo contrario. Datos de estos días indican que otra vez los grupos alzados en armas agrupan ya a más de 20.000 personas. Y son ellos los causantes de tanta muerte, tristeza e injusticia. No es la sociedad en general, como a veces se insinúa en ciertos discursos que temen llamar las cosas por su nombre. Y mientras los que tienen la obligación constitucional de defender a los ciudadanos no lo hagan a fondo, no queda esperar sino más sangre derramada, lágrimas, desolación y desesperanza.

Estamos de acuerdo con otros escritores que han señalado que la ley en Colombia no es mucho lo que atemoriza a los violentos y asesinos. Estos siempre tienen quién les legisle excepcionalmente, siempre hay una amnistía para ellos, siempre hay una casa confortable por cárcel, siempre hay una gestión supuestamente de paz que termina exonerándoles de sus responsabilidades ante las víctimas, la sociedad, la justicia. Pero, ¡ay del ciudadano del común que se pase un semáforo en rojo, o que se equivoque en su declaración de impuestos, o del que se defienda del ladrón de su celular! Le esperan días de terror. No así a los violentos en Colombia.

La Iglesia lleva décadas tratando de mediar para que la paz llegue a la nación. Los resultados no siempre han sido los esperados. ¡Tiene que insistir! Pero también habría que evaluar hoy en día de qué manera se hace ese servicio al país para no prolongar una lucha que, hasta ahora, la ganan los violentos. Y el primer paso debería ser despojarse de toda ingenuidad cuando los enemigos de los ciudadanos, de la misma patria, de la democracia, son monstruos cada vez más poderosos.

Está en boga hablar de la esperanza. Debe estar también en boga proteger con toda decisión a los ciudadanos colombianos, también a sus líderes, de unos enemigos que, por el momento, seamos sinceros, han tomado ventaja. Dolor e injusticia y mucha rabia llenan hoy el corazón de infinidad de personas. No puede ser de otra manera.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
Dirección- El Catolicismo.com.co
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