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La misión de los santuarios

23 de septiembre de 2024
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La Santa Sede, a través del Dicasterio para la doctrina de la fe, ha dado su parecer definitivo sobre el santuario de Medjugorje y en síntesis hace una valoración muy positiva de la vivencia espiritual y de fe que en aquel lugar han tenido millones de personas. Se aleja el Dicasterio de cualquier validación de posibles fenómenos extraños o no claramente sobrenaturales. Pero con sabiduría recoge la historia innegable de tantas personas que, peregrinando a este lugar dedicado a la Virgen María, han tenido una conversión profunda, han encontrado respuesta en sus búsquedas espirituales y del sentido de la vida y, también, han experimentado curaciones en su alma y en su cuerpo.

La forma como la Santa Sede ha respondido a las preguntas sobre el santuario de Medjugorje traza una línea muy clara y comprensible sobre la realidad y misión de los santuarios en la Iglesia católica. Son expresiones de piedad popular en las cuales realmente fluye una fe muy viva y una sed de esperanza que solo Dios puede saciar. Corresponde a la Iglesia a través de sus pastores acompañar estos lugares, más aún, estas experiencias, para ayudar con todo el amor posible a quienes acuden a los santuarios en busca de un encuentro con Dios, con su gracia, con la intercesión de la Virgen María. Y la idea central es recoger los frutos de este orden, más que hacer un catálogo de fenómenos subjetivos o inexplicables. Pero no cabe duda de que para muchísimos peregrinos de los santuarios lo que allí les sucede en su vida interior es un verdadero milagro y cada uno tiene derecho de considerarlo así pues lo perciben como regalo de Dios mismo.

Bien vale la pena, con ocasión de esta intervención de la Santa Sede y con el aval del Papa Francisco, volver a destacar el valor importantísimo de los santuarios a lo largo y ancho del mundo católico. Para quienes son responsables de estos lugares y ambientes la misión a desempeñar allí es absolutamente trascendente. La disposición de los lugares, la predicación, el silencio, la liturgia y muy especialmente el servicio en el sacramento de la reconciliación, constituyen las herramientas para que los peregrinos sientan en los santuarios sobre todo y por encima de cualquier otra realidad, la presencia y el amor de Dios. Y, como se dijo en el párrafo anterior, la sucesión de acciones sobrenaturales sobre los peregrinos se convierte en una lista infinita que solo Dios conoce y cada persona beneficiada puede describir.

Hubo una época y unas corrientes de pensamiento en la Iglesia en que se miraba con un poco de desprecio lo que en los santuarios sucede. El pueblo de Dios, con su innegable sentido de fe, hizo caso omiso de ello y siguió encontrando en esos lugares una presencia fuerte de Dios y, en particular, una intercesión amorosa de la Santísima Virgen María. La Iglesia ha sabido recoger los buenos frutos de la gracia que allí se dan y con amor de madre ha iluminado lo que no es claro o plenamente de acuerdo con la revelación y el Evangelio de Jesucristo. Se impone seguir atendiendo con mucha diligencia pastoral todos los santuarios de la Iglesia pues sin duda son lugares de gracia, de conversión, de esperanza y curación. Las multitudes que los visitan dan testimonio de ello.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
Dirección- El Catolicismo.com.co
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