Fe y esperanza en medio de la vulnerabilidad
Constituida en el centro de Bogotá, esta comunidad persiste en una zona cuya historia está marcada por transformaciones y dificultades.
Tras el desalojo del sector conocido como ‘El Cartucho’, a finales de los años 90 y, posteriormente, del "Bronx" en 2016, la problemática del habitante de calle, el consumo de drogas, la prostitución y la violencia se trasladaron a distintas partes de la ciudad, afectando significativamente a la comunidad del barrio San Bernardo, perteneciente a la localidad de Santa Fe.
En medio esta compleja realidad, la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, ha asumido un rol clave en la labor pastoral, social y evangelizadora, bajo la actual guía del padre Juan Felipe Quevedo, párroco en el sector.
Historia de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores
La parroquia, ubicada en la carrera 13 #33-7, tiene sus inicios como capilla dedicada a la Virgen María. El 9 de abril de 1948, durante el ‘Bogotazo’, la estructura fue destruida. Tras la reconstrucción del templo, el 10 de noviembre de 1953 se erigió canónicamente como parroquia, en respuesta a la devoción de los habitantes del sector.
El cambio del barrio y los retos actuales
Históricamente, San Bernardo fue un barrio tradicional, con familias de buen nivel socioeconómico. Sin embargo, debido a la problemática social, muchos residentes abandonaron sus viviendas, siendo estas adquiridas por redes de microtráfico o convertidas en pagadiarios (residencias en las que se paga el alquiler de una habitación o cama de forma diaria, semanal u otra periodicidad acordada). Aquellos que no han podido salir permanecen en un entorno de deterioro y desesperanza.
Fe y obras, una Iglesia en salida
Desde su llegada hace dos años, el padre Juan Felipe Quevedo ha afrontado el desafío de responder como Iglesia en este contexto de profunda vulnerabilidad. Sumado a la liturgia, la administración de los sacramentos y la formación en la fe, la parroquia ha implementado programas de atención social y humanitaria, como: el Banco de Alimentos (entrega de mercados); el proyecto Buen Samaritano; Ropero; y distintas intervenciones de grupos de laicos que sirven en diferentes sectores en Bogotá, como 'Sembrando para Dios', 'El Caldo', entre otros, apoyando de esta manera a las familias necesitadas y a las personas en condición de calle. La parroquia también trabaja en conjunto con el Distrito, la Alcaldía Local y otras entidades para abordar el problema desde una perspectiva integral.
El padre Juan Felipe insiste en que “no somos una ONG”; la Iglesia no busca suplir el trabajo del Estado, sino ver en los más pobres el rostro de Cristo. Es así como la pastoral se centra en la dignidad humana, siguiendo el mensaje del Evangelio: "Todo lo que hicieron con estos hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25,40).
“Nuestra meta como Iglesia es evangelizar, y en este caso, evangelizar es devolver la dignidad y reconocer en estos hermanos en calle, en los migrantes, en las personas más desfavorecidas, el rostro de Cristo, que está ahí".
'Sembrando para Dios'
Es la comunidad de laicos, de diferentes profesiones y sectores de Bogotá, que apoyan la tarea pastoral en la parroquia, llevando un alimento caliente, un gesto de cercanía y una palabra de esperanza, que busca acercar el rostro de Dios Padre Misericordioso, a las personas en situación de calle, a los niños de la zona, a los adultos mayores en situación de abandono y a las familias vulnerables del sector.
“Este servicio nació por iniciativa del padre Juan Felipe Quevedo, quien nos preguntó cómo podríamos impactar a la comunidad. De ahí surgió la idea de los desayunos para nuestros hermanos de la calle”, afirmó el ingeniero civil Alex Arturo Rincón, voluntario en la comunidad ‘Sembrando para Dios', quien destacó que “la comida es solo una excusa. Lo importante es salvar almas, ser canales de amor de Dios. Un abrazo, una palabra de bendición puede cambiar corazones”.
Alex, también manifestó que antes de entregar el alimento limpian la zona, transmitiendo a las personas en situación de calle que merecen dignidad y recordándoles el amor de familia que alguna vez tuvieron.
A través de estas acciones solidarias se entregan entre 1000 y 1300 desayunos para habitantes de calle, cada 15 días. A esto se suma los cerca de 400 almuerzos los sábados, compartidos desde la obra social ‘El Caldo’, y otras intervenciones fraternas y caritativas.
También, se acompañan a niños de la zona con formación en valores y acogiéndolos con distintas estrategias orientadas a alejarlos de las dinámicas delincuenciales que les rodean. “En los talleres participan aproximadamente 25 niños, quienes encuentran apoyo y valores que les permiten proyectarse hacia un mejor futuro”.
La atención se amplía a los adultos mayores; a la comunidad indígena Emberá, asentada en el territorio; y a la población migrante, a través uno de los puntos de atención de la Fundación Arquidiocesana para la Atención al Migrante (FAMIG), ubicado junto al templo parroquial, brindando acogida, ayuda humanitaria, asistencia espiritual y emocional.
“La mayoría de los migrantes son extranjeros, pero también acogemos migrantes desplazados internos, que sabemos que son un buen número, y estamos preparando el espacio para recibirlos (…) El albergue tiene capacidad para 65 personas, pero recibimos de 25 a 30 semanalmente, debido a escasos recursos, ya que a veces nos falta alimento. Entonces, a veces tenemos que limitar la cantidad de personas. Trabajamos también con otras instituciones en red”, explicó la hermana Zeni Carminatti, misionera scalabriniana.
Sostenimiento de la parroquia y formas de apoyo
Las dificultades económicas son un reto constante. La inseguridad ha reducido la asistencia al templo, afectando los ingresos. Sin embargo, la parroquia sobrevive gracias a donaciones de personas de buena voluntad. Con estos recursos, se organizan programas para adultos mayores, jóvenes en riesgo y se articulan acciones con distintos entes territoriales para intervenciones como ferias de salud. Además, el voluntariado acoge a personas de diversas confesiones religiosas, unidas por el objetivo común de ayudar a los más vulnerables.
Un llamado a la solidaridad
En un sector donde la problemática social es apremiante, la parroquia Nuestra Señora de los Dolores representa una semilla de esperanza. A través de la acción pastoral y social, de la vivencia de la fe, haciendo carne el Evangelio, la comunidad busca restaurar la dignidad de quienes han sido marginados.
Quienes deseen apoyar esta obra por la dignidad humana pueden hacerlo mediante donaciones, a través de la cuenta de la parroquia, o participando en las actividades de voluntariado.
Parroquia Nuestra Señora de los Dolores / Nit: 860.041.454-6 / Cuenta de Ahorros N° 0027 7007 3647, banco DAVIVIENDA
Telf.: 6017532261 / Email: plosdolores@arquibogota.org.co
La Iglesia en San Bernardo sigue en su misión de ser "Iglesia en salida", llevando el mensaje de Dios Padre Misericordioso a quienes más lo necesitan.
Un dato:
En Bogotá, según cifras instituciones, podría registrarse más de 11 mil personas en situación de calle. Estos datos preliminares obedecen al ‘Censo de Habitantes de Calle 2024’, adelantado el año anterior por el equipo de la Alcaldía de Bogotá, la Secretaría de Integración Social (SDIS) y el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON).
Roberto Ángulo, secretario de Integración Social dio algunos datos preliminares, publicados en el portal institucional bogota.gov.co: “Aumentamos el número de personas encuestadas. Pasamos de 9.538 encuestas en el censo del 2017 a 11.260. Estas 11.260 van a tener que ser verificadas. Todo parece indicar que el fenómeno aumentó, es decir, no se redujo con respecto al censo anterior. Hay cambios que suceden en la geografía de la localización de los habitantes de calle, el centro de aglomeración sigue siendo el mismo”, precisó.
El párroco
“Vivo mi fe y ministerio descubriendo el amor de Dios en estas personas”, asegura el padre Juan Felipe, formado en el Seminario Arquidiocesano Misionero Redemptoris Mater, en Bogotá. El sacerdote fue ordenado el 1 de diciembre de 2018, por el cardenal Rubén Salazar, para el servicio en esta Iglesia particular.
El joven presbítero reconoce el desafío que ha representado para su ministerio este servicio pastoral, pero mantiene su fe y corazón puestos en la misericordia del Padre, quien le anima y fortalece en esta misión.
“Recuerdo un día que estaba mirando la panorámica que tengo aquí al frente: el parque, todo estaba bastante complicado. Realmente, un día tú la miras y te encuentras que el lunes es compleja (con mucha presencia de personas en condición de calle, drogas…); el martes igual; peor el miércoles; terrible el viernes, todos los días así… Entonces, yo decía: «bueno, ¿esto no va a cambiar?, ¿para qué trabajar si no se puede hacer nada?» Y recuerdo en una eucaristía, en una Palabra, que precisamente decía eso: que Jesucristo a mí me mira así todos los días, y nunca a mí me dice: "no va cambiar", porque mi vida también tiene situaciones difíciles, crisis, pecados. He tenido momentos muy duros en mi vida como sacerdote; y, precisamente, creo que para mí ha sido un motivo de esperanza ver que para Dios nada es imposible, que Dios nunca se ha cansado de mí, nunca se cansa del ser humano. Y a mí eso me ha ayudado mucho a ver la vida sacerdotal de otra manera, no como una imposición, no como que voy a llevar algo, sino acompañar. Siento que muchas veces me invita a acompañar, a estar al lado de la cruz, sin entender algunas veces, pero estar ahí”.
Servicios pastorales:
El sacerdote ha servido como: adscrito en Santa Bárbara-Centro (2016); adscrito en San Miguel-Choachí (2017); vicario parroquial en San Miguel-Choachí (2018); capellán en el colegio parroquial de Nuestra Señora – SEAB (2019); administrador parroquial en la Presentación de Nuestra Señora (2019); capellán en el Colegio Parroquial Monseñor Emilio de Brigard-SEAB (2021); arcipreste para la vida consagrada de la Vicaria Episcopal Territorial San José; párroco en Nuestra Señora de los Dolores (2023); capellán para la atención de la línea Blanca – Sub Red Centro, que compete al Hospital Cancerológico, Hospital Materno Infantil, Hospital Jorge Eliecer Gaitán y el Hospital de la Perseverancia y miembro el Consejo Presbiteral (2024) hasta la fecha.
A continuación, el padre Juan Felipe Quevedo, amplía detalles sobre la acción pastoral, social y evangelizadora en la zona, por la dignidad de la persona:
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