En el barrio Galán, una parroquia crece en comunión y esperanza

En el corazón del barrio Galán, en la localidad de Puente Aranda, se levanta un templo que ha sido testigo de fe, servicio y esperanza: la parroquia San José Allamano, una comunidad que tiene sus orígenes en el compromiso misionero de los Padres Consolatos, y que con el paso de los años se ha fortalecido en la fe de la mano de sacerdotes de esta Arquidiócesis, con el apoyo de comunidades religiosas presentes en la zona y gracias a la perseverancia de los fieles que han hecho de este lugar una verdadera familia espiritual.

Su historia comenzó a escribirse mucho antes de su erección canónica. “La parroquia empezó con el trabajo de los Padres Consolatos, quienes acompañaban pastoralmente la parroquia de Los Doce Apóstoles. Ellos fueron viendo la necesidad de ampliar el horizonte de vida pastoral, y en 1982 el entonces cardenal Aníbal Muñoz Duque estableció una capilla de oración dedicada a la Virgen del Carmen”, recuerda el párroco actual, el padre Julio César Giraldo.
De aquel pequeño espacio de oración surgió una semilla que, con el tiempo, se convertiría en una comunidad sólida. En agosto del 2000, mediante decreto 657 del señor cardenal Pedro Rubiano Sáenz, nació oficialmente la parroquia Beato José Allamano, segregada de las parroquias Los Doce Apóstoles y La Transfiguración.

Veinticinco años después, esa historia pastoral alcanzó un nuevo hito: tras la canonización de José Allamano, –fundador de los Misioneros de la Consolata– el 20 de octubre de 2024, el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, decretó el cambio de nombre a parroquia San José Allamano, en gratitud y testimonio de la vida y obra del nuevo santo.
Una comunidad que vive la fe con alegría
Ubicada en una zona de marcada mezcla residencial e industrial, esta parroquia acoge a una comunidad de distintos perfiles. “Tenemos una realidad muy particular –comentó el sacerdote–, al precisar que residen en el sector familias que viven en inquilinatos; adultos mayores; pensionados de la Policía, el Ejército, de la Caja Agraria y hasta del antiguo Banco Central Hipotecario. Es un barrio con mucha historia y, sobre todo, con mucha fe”.

Esa fe se refleja en la participación de los fieles. Cada domingo, las cuatro eucaristías congregan a la comunidad como si fuera la primera celebración del día. “Es una participación asidua, acogedora. En la semana también hay un grupo grande que se reúne para la eucaristía diaria a las 5:30 p.m.”, añadió.
Horario Eucaristías
Entre semana: martes a sábados 5:30 pm
Domingos: 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00m., 5:30 p.m.
En la capilla Siervas del Santísimo Sacramento: lunes a sábado 7:00 am. y domingos 7:00 a.m. y 5:00 p.m.
Iglesia en salida: servicio y cercanía
La parroquia cuenta con unos 200 hogares, que se buscan acompañar en su camino de fe y en las distintas realidades que afrontan en su cotidianidad. Para ello, se cuentas con grupos pastorales como: el EPEM (Equipo Parroquial de Evangelización Misionera), el COPAE (Consejo Parroquial de Asuntos Económicos), catequistas y pastoral social. Este último realiza mensualmente un gesto concreto de caridad, entregando mercados a familias necesitadas. “Durante todo el mes los fieles traen sus donaciones al templo. Las recibimos en una casillita y el último miércoles del mes hacemos la entrega a 16 o 18 familias, que van rotando cada mes”, explicó el párroco.

Asimismo, un grupo de ministros extraordinarios de la comunión visita regularmente a 45 enfermos para llevarles el consuelo de la Eucaristía. “Es un servicio muy bonito, porque la gente siente que la Iglesia no se olvida de ellos”, afirmó con alegría.

Niños, jóvenes y esperanza
La vida parroquial se nutre también del entusiasmo de los más jóvenes. Con el apoyo de los colegios cercanos, como el Santísimo Sacramento, dirigido por religiosas venezolanas, la comunidad se fortalece en su misión educativa y espiritual. “Cada mañana, de martes a sábado, celebro la misa con las hermanas y con cerca de 800 niños. Es una bendición ver la fe crecer en ellos”, señaló el sacerdote.
Además, un grupo de tres catequistas acompaña a 17 niños en el proceso de formación cristiana.
“Yo creo que la evangelización parte de la infancia: educa al niño y no tendrás que castigar al adulto”, reflexionó el padre Julio, convencido de que el futuro de la Iglesia se construye desde la formación en valores y fe.

Caminar juntos en el Año Santo de la Esperanza
En este Año Santo de la Esperanza, la parroquia San José Allamano ha sido una de las comunidades más activas dentro de la Vicaría Episcopal de la Inmaculada Concepción. “Participamos en el encuentro de los arciprestazgos 1.6 de las ocho zonas pastorales, con más de 120 personas; fue una experiencia de comunión muy linda”, recordó el párroco.
Un sacerdote entre el derecho y la misión
Con casi 39 años de ministerio sacerdotal, el padre Julio César Giraldo ha recorrido un largo camino entre la pastoral y el servicio jurídico eclesial. Ordenado el 29 de noviembre de 1986 para la Diócesis del Espinal, más tarde se vinculó a la Arquidiócesis de Bogotá, donde trabajó por más de dos décadas en el Tribunal Eclesiástico Nacional.
“Ahora esta parroquia me da estabilidad espiritual y emocional. Hay gente muy pendiente del templo y de nosotros los sacerdotes”, comenta agradecido. En su voz hay serenidad y gratitud: “Yo siempre he querido ser un puente entre las almas y el amor de Dios, como dice aquella canción que marcó mi vocación”.
El padre Julio César fue incardinado a la Arquidiócesis de Bogotá, mediante Decreto No. 611 del 17 de diciembre de 2013.
Servicios pastorales en esta jurisdicción eclesiástica
Inició su servicio pastoral como capellán en el Colegio Nuestra Señora de la Presentación del Centro, en 1996; fue capellán de la Casa de Ejercicios de Cristo Rey en 1998; Juez del Tribunal Arquidiocesano en 2000; administrador parroquial en San Gregorio Magno en 2005-, administrador parroquial en Santa Helena en 2011; administrador parroquial en Nuestra Señorea de Monguí en 2012; párroco en Santa Teresa de Ávila en 2015; párroco en Santo Tomás Apóstol en 2018; actualmente es párroco en san José Allamano.
Con sencillez y alegría, resume su misión
“La parroquia San José Allamano tiene que ser una casa donde todos nos reunamos a encontrarnos, a compartir y a distribuir hacia los hogares la gracia de Dios”, manifiesta el padre Julio César, animando a su comunidad a continuar siendo una comunidad dinámica, agradecida y misionera, “que bajo la intercesión de San José Allamano, continúe haciendo presente el Evangelio en el corazón de Bogotá.
A continuación, el padre Julio César amplía detalles sobre la presencia de Iglesia católica en este territorio:
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