Papa pide que se escuche a los pobres, que el mundo se vuelva sensible y se erradique la indiferencia
En el contexto de la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el domingo 14 de noviembre, el papa Francisco, durante el encuentro de oración y testimonios con los pobres en Asís, insistió en la urgencia de que “se escuchen a los pobres, que el mundo se vuelva sensible y se escandalice ante la realidad de los niños hambrientos, esclavizados, náufragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia”.
Ante más de 500 pobres reunidos en la Basílica de Santa María de los Ángeles, el prelado señaló que “ya es hora de que los pobres vuelvan a tener la palabra, porque durante demasiado tiempo sus demandas no han sido escuchadas. Es hora de que abran los ojos para ver el estado de desigualdad en el que viven tantas familias. Es hora de arremangarse para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo. Es hora de volver a escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos, esclavizados, náufragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia. Es hora de que la violencia contra las mujeres se detenga y de que se las respete y no se las trate como mercancías. Es hora de romper el círculo de la indiferencia y descubrir de nuevo la belleza del encuentro y del diálogo”.
En esta línea, destacó la importancia del encuentro: encontrarse es lo primero, dijo, es ir hacia el otro con el corazón abierto y la mano tendida. Porque cada uno de “nosotros necesita al otro, e incluso la debilidad, si la experimentamos juntos, puede convertirse en una fuerza que mejore el mundo. Es hora de reunirse. Es el momento del encuentro. Si la humanidad, si los hombres y las mujeres no aprendemos a encontrarnos, nos dirigimos a un final muy triste".
Francisco lamento que en las sociedades se vea la presencia de los pobres con fastidio o indiferencia. “A veces oímos que son los pobres los responsables de la pobreza, para no hacer un serio examen de conciencia sobre sus propios actos, sobre la injusticia de ciertas leyes y medidas económicas, un examen de conciencia sobre la hipocresía de los que quieren enriquecerse sin medida, echan la culpa a los más débiles”, manifestó.
“La acogida es la expresión más evangélica que estamos llamados a hacer”
“Acoger significa abrir la puerta, la de la casa y la del corazón, y dejar entrar a los que llaman. Y que se sienta a gusto, no en el temor, no, a gusto, libre”.
“Donde hay un verdadero sentido de la fraternidad, hay también una experiencia sincera de acogida. Cuando, por el contrario, hay miedo al otro, desprecio por su vida, entonces nace el rechazo o, peor aún, la indiferencia: mirar para otro lado. La acogida genera un sentimiento de comunidad; el rechazo, por el contrario, se encierra en el propio egoísmo”, afirmó.
Por ello, el santo padre destacó también a la Madre Teresa de Calcuta que “hizo de su vida un servicio a la hospitalidad” y enseñó que “la mejor bienvenida” es “la sonrisa”. Por lo que el papa añadió “compartir una sonrisa con alguien necesitado es bueno para ambos, para mí y para el otro. La sonrisa como expresión de simpatía, de ternura. Y entonces la sonrisa te envuelve, y no puedes distanciarte de la persona a la que has sonreído”.
Finalmente, agradeció los testimonios “que han demostrado valentía y sinceridad” y destacó dos aspectos. El primero, el “gran sentido de la esperanza” porque “la vida no siempre ha sido indulgente con ellos; en cambio, a menudo, ha mostrado una cara cruel”.
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