Papa Francisco reflexiona sobre el valor de la vejez en una sociedad “de descarte”
Este miércoles, 23 de febrero, durante su Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano, Francisco inició un nuevo ciclo de catequesis dedicadas al sentido y el valor de la vejez, inspirado en el pasaje bíblico del profeta Joel (Jl 3,1-2.5), que exalta en los sueños de los ancianos la visión de futuro para los jóvenes
En su reflexión, el santo padre constató que nunca antes en la historia de la humanidad la población anciana había sido tan numerosa y que la longevidad se ha masificado en amplias regiones del mundo, al punto de sobrepasar el equilibrio entre la infancia distribuida en pequeñas dosis, por un invierno demográfico, y la vejez. Sin embargo, el riesgo de ser descartados es aún más acuciante porque los ancianos son vistos a menudo como “un peso”.
En esta línea, advirtió sobre “la exaltación de la juventud como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, degradación, discapacidad (…) que ha sido el icono dominante de los totalitarismos del siglo XX”.
Este desequilibro entre las nuevas y viejas generaciones proviene, afirmó el papa, de “la cultura dominante que tiene como modelo único al joven-adulto, es decir, un individuo hecho a sí mismo que permanece siempre joven”, mientras que la vejez es considerada simplemente como el “vaciamiento y pérdida” del sentido de la vida.
No obstante, al recordar que la prolongación de la vida incide de forma estructural en la historia de los individuos, de las familias y de las sociedades, Francisco se pregunta cómo en las culturas llamadas “desarrolladas”, la vejez tiene poca incidencia, no es reconocida y su cuidado se limita a planes de asistencia y no a proyectos de vida en un período que abarca casi un tercio de la existencia humana.
“Esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad. La juventud es hermosa, pero la eterna juventud es una alucinación muy peligrosa. Ser ancianos es tan importante – y hermoso – como ser jóvenes”, agregó.
La alianza entre las generaciones
“La Palabra de Dios tiene mucho que decir a propósito de esta alianza. Hace poco hemos escuchado la profecía de Joel: «sus ancianos soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones» (3,1). Se puede interpretar así: cuando los ancianos resisten al Espíritu Santo, enterrando en el pasado sus sueños, los jóvenes ya no logran ver las cosas que se deben hacer para abrir el futuro. Cuando sin embargo los ancianos comunican sus sueños, los jóvenes ven bien lo que deben hacer.
Los jóvenes que ya no preguntan los sueños de los ancianos, apuntando con la cabeza gacha a visiones que no van más allá de sí mismos, les costará llevar su presente y soportar su futuro. Si los abuelos se repliegan en sus melancolías, los jóvenes se encorvarán aún más en su smartphone. La pantalla puede también permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo”.
“La sabiduría del largo camino que acompaña la vejez a su despedida debe ser vivida como un don de sentido de la vida, no consumida como inercia de su supervivencia. Si la vejez no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos”.
Finalmente, señaló que “con estas catequesis sobre la vejez quisiera animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que esta lleva consigo y a las otras edades de la vida. La vejez es un don para todas las edades de la vida, es un don de madurez, de sabiduría. La Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez; el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos”.
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