Papa Francisco lamentó que existan laicos que parecen “sacerdotes fracasados”
Tras recordar que los obispos y sacerdotes pueden encomendarles a los laicos algunos ministerios como la proclamación de la Palabra o la distribución de la Eucaristía, el Pontífice dijo que “debemos recordar una cosa: estos –ministerios, servicios, encargos, oficios– no deben nunca convertirse en autorreferenciales”.
“Me da rabia cuando veo ministros laicos que –perdónenme la palabra– se ‘envanecen’ de hacer este ministerio. Esto es ministerial pero no es cristiano, son ministros paganos, llenos de sí mismos”, continuó el Papa en su discurso a los participantes en la asamblea plenaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, adelantada con el tema: “Los laicos y la ministerialidad de la Iglesia sinodal”.
El Santo Padre precisó que los laicos deben tener un compromiso real para transformar el mundo con el Evangelio y alertó ante el hecho de que, “a veces, se ve laicos que parecen sacerdotes fracasados. Por favor, solucionen este problema”.
También explicó que “la ministerialidad laical no se funda en el sacramento del Orden sino en el Bautismo, por el hecho de que todos los bautizados –laicos, célibes, casados, sacerdotes, religiosos– son christifideles, creyentes en Cristo, sus discípulos”.
Por esta razón, continuó el Papa Francisco, todos están “llamados a tomar parte de la misión que Él (Cristo) confía a la Iglesia, también mediante la realización de determinados ministerios”.
Resaltó, asimismo, que “la ministerialidad de los fieles, y de los laicos en particular, nace de los carismas que el Espíritu Santo distribuye al interior del Pueblo de Dios para su edificación”.
“Todos los ministerios son expresiones de la única misión de la Iglesia y todos son formas de servicio a los otros”, resaltó el Pontífice.
El Papa Francisco destacó que la raíz del término ministerio es la palabra minus, que quiere decir “menor”.
“Quien sigue a Jesús no tiene miedo de hacerse ‘inferior’, ‘menor’, ni de ponerse al servicio de los demás”, subrayó.
“Esta es la verdadera motivación que debe animar a todo fiel al asumir cualquier tarea eclesial, cualquier esfuerzo de testimonio cristiano en la realidad en que vive: la voluntad de servir a los hermanos, y en ellos, servir a Cristo”.
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