«La fe en Jesús no es una mercancía a negociar»
El Papa Francisco ha retomado en la mañana de este miércoles, 4 de agosto, las audiencias generales en el aula Pablo VI, continuando las catequesis centradas en la carta de san Pablo a los gálatas que inició en junio, justo antes del descanso vacacional. Una carta, dijo entonces, que «es muy actual, pareciera que está escrita para nuestro tiempo». La de esta mañana ha sido, además, la primera audiencia general que celebra el Papa después de su operación de colon, el pasado 4 de julio. Arropado por los aplausos de las decenas de peregrinos asistentes, al Pontífice se le ha visto visiblemente mejorado.
El Papa ha explicado que «cuando Pablo ve que la comunidad de los gálatas corre el peligro de dar oído a falsos predicadores, los invita a permanecer fieles al único Evangelio, que no es observancia de la ley, sino configuración con la persona de Jesucristo». Pablo, que «se entusiasma» cuando se trata de «anunciar el Evangelio» porque «interpreta toda su existencia como una llamada a hacer conocer el mensaje de Cristo», se presenta como un «apóstol por vocación».
Él no piensa, ha destacado Francisco, en los cuatro evangelios; de hecho, los evangelistas aún no los habían escrito cuando se dirigió a los gálatas. «Para él, el Evangelio es lo que él predica, esto que se llama el kerigma, es decir, el anuncio de la muerte y la resurrección de Jesús como fuente de salvación». Un Evangelio que ha recibido por revelación, que se expresa con cuatro verbos y que es el cumplimiento de las promesas: «Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día según las escrituras, y se apreció a Cefas».
Ante esto, Pablo no entiende, según el Papa, cómo los gálatas acogen a nuevos predicadores «bajo la ilusión de que el mensaje sea complementario» al suyo, porque «el Evangelio es solo uno». Y aquí el apóstol no deja espacio a la negociación, ha expresado el Pontífice: «Con la verdad del Evangelio no se puede negociar». «La fe en Jesús –ha añadido– no es una mercancía a negociar; es salvación, es encuentro, es redención, no se vende a buen mercado». En esta misma línea ha manifestado que «no existen evangelios a la moda; el Evangelio es siempre nuevo, es la novedad».
Al comienzo de la carta, Pablo es «severo porque ve el riesgo que se cierne sobre los jóvenes cristianos». El Santo Padre ha alertado en este punto sobre los movimientos que, a día de hoy, «predican el Evangelio con una modalidad propia, pero luego se exagera y todo el Evangelio se reduce al movimiento». Esto no es el Evangelio de Cristo, sino el del fundador o la fundadora, ha zanjado el Sucesor de Pedro.
«Oremos por los pastores»
Durante los saludos a los peregrinos de distintas procedencias congregados en el aula Pablo VI, el Papa se ha detenido en la figura del santo cura de Ars, patrón del clero secular, que la Iglesia celebra este 4 de agosto. «Oremos por los pastores –ha animado– para que, siguiendo el ejemplo de san Juan María Vianney, lleven a los hermanos el Evangelio vivo de su testimonio de amor, de misericordia y de solidaridad».
También ha saludado especialmente a los niños, a los adolescentes, a los ancianos, «que son nuestra sabiduría», a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados –había algunas parejas presentes en el aula Pablo VI–. «Los encomiendo a la materna protección de la Virgen María», ha concluido.
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