El patriarca de la Iglesia caldea aborda la necesidad de sacerdotes casados

“Si les hacen falta sacerdotes, apuesten con más decisión por la ordenación sacerdotal de los hombres casados”. Esta fue la indicación que el Patriarca Louis Raphael I…
El Patriarca Sako a las comunidades que migraron de Irak: encomiéndense a sacerdotes casados
No hay suficientes sacerdotes caldeos para cubrir todas las ciudades en las que se crean nuevas comunidades. Y el Primado de la Iglesia caldea lanza la provocación: «siempre conviene recordar que el celibato sacerdotal no es un dogma de fe. Y que las decisiones siempre se toman teniendo como último criterio la salvación de las almas»
Si les hacen falta sacerdotes, apuesten con más decisión por la ordenación sacerdotal de los hombres casados. Esta fue la indicación que el Patriarca Louis Raphael I Sako, Primado de la Iglesia caldea, envió a los obispos y a las comunidades caldeas en el exilio, que han crecido en los últimos años debido a los fieles y pastores que han huido de las convulsiones iraquíes.
Las Iglesias orientales de tradición apostólica parecen desgastadas por factores que no se limitan a la violencia yihadista. En Irak, antes de 2006, los caldeos eran, por lo menos, 800 mil; ahora solo hay menos de 300 mil. Los demás se han desperdigado por medio mundo, y no hay bastantes sacerdotes caldeos para cubrir todas las ciudades en las que nacen nuevas comunidades. El Patriarca Louis Raphael cree que, antes que nada, no se puede reducir el número de sacerdotes que quedan en Irak, porque de lo contrario empeoraría la situación en la que viven las comunidades que ya están corriendo el peligro de extinguirse justamente en la tierra en la que esa Iglesia autóctona floreció. Este fue el motivo de su llamado, dirigido, en primer lugar, a los obispos que guían las diócesis en el exilio: para afrontar el problema, hay que buscar nuevas soluciones. Incluida la de intensificar las ordenaciones sacerdotales entre los hombres casados.
Su Beatitud, ¿la fuga de buena parte de los caldeos y las comunidades caldeas fuera de Irak plantean nuevos problemas incluso en relación con las actividades pastorales?
Antes toda la Iglesia caldea estaba en Irak. Era más fácil garantizar a todos el cuidado pastoral, a pesar de los límites y problemas. En los últimos quince años, después de las intervenciones militares occidentales en contra de Sadam, ha habido una migración impresionante. Ahora los caldeos están por doquier, y las comunidades de todo el mundo nos piden sacerdotes. Pero no hay bastantes sacerdotes para mandarlos a todas partes. Y no podemos vaciar de sacerdotes las parroquias y las diócesis de Irak. La Iglesia caldea nació en esas tierras, y el futuro de la Iglesia caldea no puede sino estar vinculado a esas tierras.
¿Por qué lo piensa?
En los demás países, los caldeos, después de tres o cuatro generaciones, pierden todo vínculo con la tradición eclesial de sus padres. Y también los sacerdotes que migran y no cuentan con una adecuada formación, a menudo acaban disipando su vocación. En las localidades iraquíes, y también en Baghdad, alrededor de las iglesias existen las comunidades, y los sacerdotes siempre tienen cosas que hacer. En el Occidente, con los ritmos de vida occidentales, muchos de ellos solo están ocupados los fines de semana. Y a veces acaban utilizando mal el resto de su tiempo. Uno de ellos, en Norteamérica, se gastó en un casino 500 mil dólares que habían sido reunidos para acoger a los refugiados. Otros han abandonado el sacerdocio y se han casado.
El Sínodo caldeo ha debido afrontar también el problema de los “clérigos vagantes”...
Algunos sacerdotes y monjes, antes de 2013, abandonaron sus diócesis y monasterios y se fueron sin el consenso de los superiores. En octubre de 2014, un decreto patriarcal, aprobado por el Sínodo, suspendió de su vida eclesiástica a algunos de ellos, después de que hubieran rechazado las invitaciones de volver a su patria. Uno de ellos, un monje, fue a Norteamérica para participar en el matrimonio de su hermana, y nunca volvió. Allí obtuvo el permiso de residencia, diciendo que no quería volver a Irak porque lo perseguían. Fue suspendido y ahora, desde hace pocos días, pasó a la Iglesia anglicana y se va a casar. Son casos que laceran a las comunidades ya fragmentadas y dispersas.
¿Qué consejo daría a las comunidades que piden sacerdotes?
Escribí un mensaje para decir que las comunidades que están fuera de Irak, con sus obispos, no pueden contar tanto con nosotros. Deben buscar vocaciones en el lugar en el que estén. Deben tomar nota de que las circunstancias les exigen asumir iniciativas para afrontar el problema de la falta de vocaciones sacerdotales en donde estén: en Australia, Canadá, Estados Unidos y Europa. E incluso promoviendo las ordenaciones sacerdotales de hombres casados. Para nuestra disciplina canónica, como para las demás Iglesias de Oriente, la ordenación sacerdotal de hombres casados no es una cuestión que provoque disputas teológicas. Es una realidad. Siempre hemos tenido.
¿Cuántos hay en la Iglesia caldea?
En Irak serán unos diez. En las diócesis fuera de Irak, por lo menos cinco o seis. Conozco a algunos de ellos, se dedican mucho a su ministerio sacerdotal. Yo mismo ordené recientemente a dos, que desempeñan su ministerio en Europa: uno en Alemania y el otro en Grecia. Están plenamente integrados en sus sociedades, en los países en los que crecieron y se casaron.
Antes había algunos problemas para ustedes al respecto, sobre todo fuera de sus territorios “tradicionales”...
Las jerarquías católicas latinas se opusieron durante mucho tiempo a que los sacerdotes casados de las Iglesias católicas orientales fueran ordenados y desempeñaran su ministerio sacerdotal en América o en la Europa occidental. Decían que ver a sacerdotes católicos casados provocaba “escándalo” entre los fieles y que ponía en dificultades a los sacerdotes católicos de rito latino, que no pueden casarse. Pero son problemas del pasado. En 2014, Papa Francisco hizo que se publicara un documento con el que se canceló cualquier límite geográfico a la ordenación y al ejercicio del ministerio pastoral de los sacerdotes casados de las Iglesias católicas orientales.
¿Con cuáles criterios conviene afrontar la cuestión de la ordenación sacerdotal de hombres casados, incluso en la Iglesia latina?
Conviene partir no de cuestiones abstractas, sino de la realidad de los hechos y de las auténticas exigencias pastorales. La realidad de los hechos nos dice que la falta de vocaciones sacerdotales existe, nos dice también que hay una percepción diferente del matrimonio y de la sexualidad con respecto a hace 60 años, incluso en las Iglesias: si recuerdo lo que nos transmitían en el seminario... También en la Iglesia de Occidente: la posibilidad de ordenar a hombres casados no fue cancelada ni siquiera por el Concilio de Trento.
Francisco, en la entrevista con “Die Zeit”, repitió que, de cualquier manera, el “celibato opcional” de los sacerdotes no es una solución para afrontar la crisis de las vocaciones...
Claro, no hay soluciones mágicas al problema de la disminución de las vocaciones. Y nadie puede decir que la emergencia se resuelve mecánicamente ordenando a hombres casados. Pero siempre conviene recordar que el celibato sacerdotal no es un dogma de fe: es una disciplina. Y que hay que tomar las decisiones siempre teniendo en cuenta como criterio último la salvación de las almas.
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