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Un banquete al cual todos estamos invitados

15 de octubre de 2023
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Isaías ya lo había hecho en 25, 6-8; describir la historia de la salvación, la alegría de los tiempos mesiánicos como un banquete de bodas. Este mismo simbolismo lo utiliza Jesús para revelar de una manera nueva y sorprendente lo que es el Reino de los cielos: Un banquete al cual todos estamos invitados.

Una gran invitación a nombre de Dios para despertar la confianza en el Padre, suprimir los miedos, encender la alegría y el deseo de Dios: Él tiene preparada una fiesta para todos sus hijos e hijas. A todos los quiere sentados a la misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plena. Jesús no impone nada a la fuerza, invita, despierta la confianza en el Padre, enciende y fortalece la esperanza.

En la primera parte de la parábola Jesús habla de invitados que se excusan, que no quieren asistir; sus negocios son más importantes. Habla de otros que maltratan a los criados hasta matarlos. A pesar de tanto rechazo y menosprecio, habrá banquete, Dios quiere que la historia humana termine en una fiesta llena de gozo.

La parábola es de gran actualidad. Son muchos los colombianos que no quieren oir, que no sienten la alegría de creer y esperar. Están muy ocupados en sus negocios, en sus tierras, en tener poder político y económico, en ganar posición social. No se dan cuenta de que están defraudando a Dios, que están rechazando su invitación al banquete final. Dicen que no necesitan a Dios.

¿Será que los cristianos de hoy no queremos aceptar la invitación de Dios? ¿Será que el anuncio de esa fiesta final hecho por Jesús, nosotros sacerdotes, no lo estamos haciendo con fe y alegría en nuestra catequesis y en nuestra predicación dominical como lo hizo el mismo Señor Jesús?

El Evangelio en la Eucaristía de este domingo nos abre la puerta para que veamos nuestra vida con la esperanza cierta del banquete final preparado por Dios, invitación a trabajar sin descanso por una Patria más humana; por una Nación que no defraude a Dios, que le diga SI a su invitación al banquete eterno.

Padre Carlos Marín G.

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