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LITURGIA Septiembre 1 Cuando vayas a alimentarte del pan de la palabra…

29 de agosto de 2019
LITURGIA Septiembre 1 Cuando vayas a alimentarte del pan de la palabra…

El evangelio de la misa de este domingo presenta una pausa de Jesús en su camino hacia Jerusalén: entra en casa de un fariseo para comer. El evangelista San Lucas nos…

Cada una de estas comidas deriva hacia lo que se puede considerar un simposio, es decir, un diálogo de sobremesa en el cual Jesús imparte una enseñanza.

La primera lectura de la misa de hoy (Eclesiástico 3, 17-18.28-29) motiva a la asamblea dominical hacia la necesidad de acoger desde la sencillez la revelación de Dios: «Porque grande es el poder del Señor y es glorificado por los humildes», para quien sabe escuchar con modestia, la revelación es un placer. Desde este texto la asamblea comprende que quien se vacía de sí mismo, quien renuncia a toda pretensión frente a Dios, se prepara para acoger con mayor fruto la palabra.

El evangelio de hoy (Lucas 14, 1.7-14) tiene tres partes, la primera sitúa la escena, la segunda y tercera presentan dos enseñanzas de Jesús, una a los convidados y otra al anfitrión. El concepto más nombrado en estos versículos se presenta a través del verbo ‘invitar’ y del sustantivo ‘invitados’.

El evangelista fija la escena un sábado, al referir el marco para la acción desarrollada en esta ocasión dice que ‘un jefe de los fariseos’ invitó a Jesús para ir a su casa para comer; el texto griego dice ‘sabbáton phagein árton’ (literalmente sería ‘en sábado para comer pan’). La descripción de la situación inicial se completa con la mención de un grupo de fariseos que observan a Jesús.

La segunda parte del evangelio se inicia diciendo que Jesús, al fijarse en el comportamiento de los invitados, llama la atención sobre la manera como estos actúan. En esta oportunidad, la enseñanza de Jesús se expone contraponiendo dos situaciones paralelas: primeros puestos – bajar – verse avergonzado ante los demás / último puesto – subir – fascinar a la concurrencia.

Esta presentación de contraste entre dos secuencias puede comprenderse primariamente como una recomendación para evitar pasar vergüenza delante de los demás, por ello es conveniente actuar modestamente y así llegar a ser enaltecido delante de los demás.

Esta conclusión de no pasar vergüenza ante los demás no puede dejar satisfecho a un cristiano, quien sigue a Jesús esperaría algo más que una recomendación para no sentirse abochornado o una táctica para embelesar a la concurrencia. Quien viene recibiendo las enseñanzas del Maestro camino a Jerusalén se ve requerido a buscar un sentido más hondo en este texto.

Una comida el sábado en casa de un jefe de los fariseos hace pensar simbólicamente en la reunión sabatina en la sinagoga para la instrucción religiosa. Literalmente ‘sábado para comer pan’.

En la búsqueda de un sentido más allá de una recomendación para no verse abochornado en una situación pública, la forma como el texto griego propone la invitación a comer abre la posibilidad de reconocer en la enseñanza de Jesús la actitud requerida en quien quiera realmente alimentarse de la palabra. El evangelista sitúa al lector ante el banquete de la palabra.

Jesús observa el comportamiento de algunos invitados que escogen los puestos principales y a partir de ello recomienda a quien es invitado a nutrirse de la palabra situarse en el último lugar, esta imagen estaría exhortando al orante a abordar la palabra sin ningún argumento, sin ninguna pretensión, esto es, ir a la palabra con una actitud de profunda humildad. En este sentido la advertencia de la primera lectura: grande es el poder del Señor, pero son los humildes quienes lo glorifican. A quien se sitúa en el último lugar, el Espíritu, que es quien invita y hace posible el banquete de la palabra, lo conducirá hasta estar más cerca del misterio.

La tercera parte del evangelio de hoy es una enseñanza de Jesús dirigida al anfitrión; en esta parte se contraponen dos grupos de invitados, los cercanos o el prójimo (amigos, hermanos, familiares y

vecinos) y aquellos que están lejos, los marginados (pobres, lisiados, cojos, ciegos). Aquí no hay que pensar en la recomendación de una estrategia para obtener recompensa, sería una interpretación mezquina. Jesús invita a los discípulos a abrirse a todos, ir más allá del prójimo y llegar hasta ellos con obras buenas y gratuitas, no simplemente con una limosna. Los marginados, a quienes se les ve como amenaza, son ocasión para que tengamos fiesta.

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