LITURGIA Octubre 27 Subir al templo para bajar a casa justificado

En la lectura secuencial del relato del evangelio según san Lucas que nos propone el leccionario de la misa, Jesús viene explicando en qué consiste la salvación; en los…
En la escena del relato del evangelio de San Lucas que la liturgia propone para este domingo (Lucas 18, 9-14), Jesús nos recalca que la salvación es don gratuito de Dios y que así también la salvación ha de ser acogida por el ser humano desde la gratuidad. Esta gratuidad queda manifiesta al diferenciar entre ser ‘justo’ y ser ‘justificado’.
El evangelio de la misa de este domingo tiene tres partes, en la primera el evangelista manifiesta la circunstancia de la enseñanza de Jesús, en la segunda parte el Maestro narra una historia para atender a la situación referida en la introducción y en la tercera parte Jesús saca una conclusión de la historia narrada.
En la introducción Lucas pone en conocimiento del lector la situación de «algunos que se confían en sí mismos por considerarse justos y desprecian a los demás». En esta breve introducción el evangelista denuncia la actitud de algunos que desprecian a los demás por creerse ellos mismos ‘hombres justos’.
El adjetivo ‘dikaio’ –justo–, el sustantivo ‘dikaiosyne’ –justicia– y el verbo ‘dikaioo’ –justificar– tienen una importancia grande en el anuncio del Evangelio toda vez que la salvación se presenta en muchos pasajes del Nuevo Testamento como la acción de Dios ‘haciendo justo al ser humano’, es decir, justificándolo.
En los escritos de San Pablo ‘salvación’ y ‘justificación’ llegan a ser equivalentes. Para el Apóstol, mediante la redención que se da en Cristo los hombres son justificados (véase Romanos 3, 23-24). En otras palabras, la redención de la humanidad, realizada por la muerte de Jesucristo, consiste en trasladar al hombre desde una situación de pecado o injusticia, a una condición de justicia o santidad.
Volviendo a la introducción del evangelio de la misa de este domingo, Lucas nos notifica sobre el orgullo espiritual de unas personas persuadidas respecto de sí mismas de ser santas que como fruto de esta arrogancia llegan a menospreciar a los que no actúan como ellos. Si la santidad o ‘justicia’ de ellos fuera auténtica, no despreciarían a los demás. La religión se les ha convertido en una serie de actividades realizadas para ostentación en lugar de ser un camino de búsqueda auténtica de comunión de vida con Dios y de servicio a los hombres.
La historia narrada por Jesús en la segunda parte del evangelio contrasta la actitud de dos hombres, la misma descripción está acentuando la diferencia entre dos estilos de acercarse y relacionarse con Dios. Así en el gesto: uno ora de pie; el otro se queda lejos y, sin atreverse a levantar la mirada, se golpea el pecho. También en la oración: el primero emplea varias frases para describir ‘su’ diferenciación de los demás y ‘sus’ prácticas religiosas; el segundo únicamente pide que Dios sea benévolo con él, que es un pecador.
La tercera parte, la aplicación de la historia que refiere Jesús, presenta el desenlace de esta historia de contrastes. Ahora se pasa del templo –lugar público–, a la casa –sitio de privacidad–; hay un traslado desde el lugar público, donde la sociedad reconoce o asigna un rol, hasta el sitio donde el ser humano vive en intimidad. A este nuevo escenario el publicano llega ya «justificado».
Los dos hombres subieron al templo, lugar del encuentro con Dios, ahora bajan a la casa de cada uno. El fariseo regresa como salió de su casa, persuadido a sí mismo de que es justo. El recaudador regresa a su intimidad rehabilitado en su persona, justificado.
En la comprensión católica del Evangelio la justificación consiste en el paso de una situación de pecado o injusticia a una nueva situación de santidad o justicia, este proceso implica la rehabilitación del hombre por el amor de Dios –la gracia– que capacita al justificado para responder en obediencia al llamado de Dios y en último término para llegar a tener una vida como la de Dios, de modo que la gracia de la justificación lleva al discípulo a ir asumiendo las mismas actitudes de Jesucristo.
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