Jesús continúa llamando la atención de quienes lo escuchan, los interpela y los invita a decidirse, quiere seducir a quienes permanecen indiferentes. Por un tesoro escondido, por una perla de gran valor que es el Reino de Dios, vale la pena vender todo lo que uno tiene para comprar el campo donde está el tesoro. Las palabras de Jesús son seductoras.
El tesoro que es el Reino está oculto en Jesús, es muy bello y atractivo, es una perla muy fina; hay que buscarlo, renunciando a todo, vendiéndolo todo para encontrarlo; y una vez hallado, comprometerse pues es don de Dios; es la perla de la fe, que vale más que todo, que no es una cosa entre otras cosas. Y por la fe hay que dejarlo todo.
Quien compra ese tesoro, quien encuentra esa perla, se sitúa ante una nueva escala de valores, inicia una nueva etapa de su pequeña historia personal; se abre ante sí un mundo nuevo, una nueva manera de ser, de obrar y de situarse ante la vida. El descubrimiento del Reino de Dios cambia la vida de quien lo descubre. Su alegría se torna inconfundible; es la alegría que vive la Iglesia.
Conocer, aceptar, vivir el Reino de Dios implica, pues, relativizar todo lo demás, y comprometerse con la construcción de una vida fraterna y de servicio. Es el modelo del buen discípulo; aquel que se libera de tantas cosas accidentales para acoger y celebrar el Reino de Dios; es el que sabe perder para ganar la perla más fina.
La experiencia de la fe en Dios nos enseña que hay tesoros que no liberan, sino que más bien nos esclavizan, que le quitan autenticidad y fidelidad a nuestra misión de anunciar y construir el Reino de Dios.
La fe en Dios no es cosa de discusiones filosóficas ni sociológicas; es una experiencia personal de cada uno y de todos, gozosa, cálida, que da vida, que entusiasma, que se convierte en una fiesta cuando se celebra con muchos hermanos. Es la alegría de la fe vivida y celebrada en el seno de la Iglesia.
Jesús quiere seducirnos, abrámosle nuestro corazón que de seguro hoy está inquieto porque no descansa en El. (San Agustín).
Padre Carlos Marín
Fuente Disminuir
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