"Hijos huérfanos con los padres en casa"

El Papa Francisco reflexionó sobre los efectos de la ausencia de los padres en los hijos y en las graves consecuencias de una sociedad que, en la práctica, está formada…
Esto dijo el papa Francisco en su homilia de ayer
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Retomemos el camino de catequesis sobre la familia. Hoy nos dejamos guiar por la palabra “padre”. Una palabra más querida que cualquier otra por nosotros cristianos, porque es el nombre con el cual Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios: Padre.
El sentido de este nombre ha recibido una nueva profundidad precisamente a partir del modo en el cual Jesús lo usaba para dirigirse a Dios y manifestar su especial relación con Él. El misterio bendito de la intimidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu, rebelado por Jesús, es el corazón de nuestra fe cristiana.
“Padre” es una palabra conocida a todos, una palabra universal. Ella indica una relación fundamental cuya realidad es antigua cuánto la historia del hombre. No obstante, hoy se ha llegado a afirmar que nuestra sociedad sería una “sociedad sin padres”. En otros términos, en particular en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desvanecida, removida.
En un primer momento, el asunto fue percibido como una liberación: liberación del padre-patrón, del padre como representante de la ley que se impone desde el exterior, del padre como censor de la felicidad de los hijos y obstáculo a la emancipación y a la autonomía de los jóvenes.
En efecto, en el pasado algunas veces en nuestras casas reinaba el autoritarismo, en ciertos casos incluso el atropello: padres que trataban a los hijos como siervos, no respetando las exigencias personales de su crecimiento; padres que no los ayudaban a emprender su camino con libertad –pero no es fácil educar a un hijo en libertad– padres que no los ayudaban a asumir las propias responsabilidades para construir su futuro y aquel de la sociedad. Esto ciertamente es una actitud no buena.
Pero como frecuentemente sucede, se pasa de un extremo al otro. El problema de nuestros días no parece ser más tanto la presencia invasiva de nuestros padres, sino más bien su ausencia. Los padres están a veces tan concentrados en sí mismos y en su propio trabajo y a veces en su propia realización individual, al punto de olvidar también la familia. Y dejan solos a los niños y a los jóvenes.
Ya como Arzobispo de Buenos Aires advertía el sentido de orfandad de viven hoy los chicos. Y a menudo les preguntaba a los papás si jugaban con sus hijos, si tenían el coraje y el amor de perder tiempo con los hijos. Y la respuesta era fea. En la mayoría de los casos era: “no puedo porque tengo tanto trabajo”. El padre estaba ausente con ese hijo que crecía y no jugaba con él, no perdía tiempo con él.
Ahora, en este camino común de reflexión sobre la familia, quisiera decir a todas las comunidades cristianas que debemos estar más atentos: la ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden ser también muy graves.
Y en efecto, las desviaciones de los niños y de los adolescentes en buena parte se pueden atribuir a esta falta, a la carencia de ejemplos y de guías competentes en su vida de todos los días, a la carencia de cercanía, a la carencia de amor de parte de los padres. El sentido de orfandad que viven tantos jóvenes es más profundo de lo que pensamos.
Son huérfanos pero ‘en familia’, porque los padres a menudo están ausentes, incluso físicamente, de casa, pero sobre todo porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los niños con su ejemplo acompañado de las palabras, aquellos principios, aquellos valores, esas reglas de vida, de las que necesitan como el pan.
La calidad educativa de la presencia paterna es mucho más necesaria cuanto más el papá se ve obligado por trabajo a estar lejos de casa. A veces pareciera que los papás no supieran bien qué lugar ocupar en la familia y cómo educar a los hijos. Y entonces, ante la duda, se abstienen, se retiran y descuidan sus responsabilidades, tal vez, refugiándose en una relación improbable “a la par” con los hijos. Es verdad que debes ser compañero de tu hijo, pero sin olvidar que tú eres el padre ¿eh? Si solamente te comportas como un compañero ‘a la par’ de tu hijo, esto no le hará bien al muchacho.
Pero esto también lo vemos en la comunidad civil. La comunidad civil con sus instituciones, tiene una cierta responsabilidad, podemos decir, paterna hacia los jóvenes. Una responsabilidad que a veces descuida o ejerce mal. También ella a menudo los deja huérfanos y no les propone una verdad de perspectiva.
Los jóvenes quedan, así, huérfanos de caminos seguros a recorrer, huérfanos de maestros en los cuales confiarse, huérfanos de ideales que inflamen el corazón, huérfanos de valores y esperanzas que los sostengan cotidianamente. Son llenados, tal vez, de ídolos, pero se les roba el corazón; son empujados a soñar diversiones y placeres, pero no se les da trabajo; son ilusionados con el dios dinero, y se les niegan las verdaderas riquezas.
Entonces hará bien a todos, a los padres y a los hijos, volver a escuchar la promesa que Jesús hizo a sus discípulos: “No los dejo huérfanos” (Jn 14:18). Es Él, de hecho, el camino a recorrer, el Maestro al que escuchar, la Esperanza de que el mundo puede cambiar, que el amor vence al odio, que puede haber un futuro de fraternidad y de paz para todos.
Alguno de ustedes podría decirme: “padre, usted hoy ha sido demasiado negativo; ha hablado sólo de la ausencia de los padres, y de lo que sucede cuando los padres no están cerca de los hijos”. Es verdad, he querido subrayar esto porque el próximo miércoles seguiré con esta catequesis, poniendo a la luz la belleza de la paternidad. Por esto he elegido comenzar de la oscuridad para llegar a la luz.
Que el Señor nos ayude a comprender bien estas cosas. Gracias.
¿Pero cuándo un padre es irresponsable en la educación de los hijos, por que no cumple con sus obligaciones de padre, está creando un hijo huérfano?. Los padres tienen que asumir su paternidad y no el desviarse de sus obligaciones, alegando: Que son amigos de los hijos o que ahora son otros tiempos y que los hijos tienen una serie de derecho inventados que está demostrado que les perjudica en su educación presente y sobre todo en los resultados futuros ante la sociedad, su futura familia y su propio desarrollo.
Son formas de irresponsabilidad de los padres cuando:
1. Cuando les venden drogas, alcohol y tabaco siendo menores de edad. La culpa no es solamente del que lo vende, si no de los padres que no les han ensenado a que no deben esos productos.
2. Cuando se indisponen porque sus hijos llegan tarde a la casa por que se han quedado en las discotecas o bares que cierran muy tarde. Tampoco la culpa es totalmente de esos establecimientos, si no de los padres que no han puesto un horario de llegada a la casa.
3. Cuando el hijo ha llegado borracho a la casa a horas intempestivas, siendo menor de edad y habiendo transgredido el horario familiar establecido y los padres no toman ninguna medida por esa trasgresión. Tampoco la culpa es totalmente de los que le han vendido el alcohol siendo menor de edad y estando borracho, es de los padres que no le han enseñado a los hijos a no beber alcohol hasta emborracharse y a respetar los acuerdos establecidos sobre gastos del dinero y horarios de llegada.
4. Cuando los padres dan el dinero semanal a los hijos que lo pueden gastar sin ningún control ni conciencia de lo que hacen por que saben que cuando lo terminen, seguramente les darán más para acallar los posibles remordimientos de conciencia que los padres pudieran tener.
5. Cuando sufren las consecuencias de haber comprado un automóvil o prestado el coche familiar al hijo irresponsable, aun a sabiendas que le llegan las multas por conducir a mas velocidad que la permitida, no llevar cinturones de seguridad y conducir bajo los efectos del alcohol. Además que lo utiliza para salir de juerga con otros amigos irresponsables menores de edad.
6. Cuando los padres saben que los hijos salen de la casa a las once de la noche para ir a las discotecas y a los bares que venden alcohol y que los padres conocen de sobra que no volverán a la casa hasta la madrugada. ¿Y qué están pensando los padres de la jovencita de 16 ó 17 años, que va a conseguir que le regrese a su casa la mamá de su amiga, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera está en la ciudad?
7. Cuando los padres delegan la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida si todavía no son capaces de decidir de que color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro.
8. Cuando les dan permiso a sus hijas de irse a dormir después de la discoteca a casa de una amiga y cargamos la responsabilidad de que las traigan los novios o amigos de 19-20 años quién sabe a qué hora y no sabemos ni cómo, pues puede ser que tome de más.
9. Cuando los padres se vuelven ciegos a los peligros por comodidad, se hacen los buena onda, es que yo, sí le tengo confianza a mi hija lo que pasa es que tenemos miedo, flojera, no queremos actuar como padres.
10. Cuando los padres no piensan que sus hijos no necesitan que seamos sus amigos. Ellos ya tienen un montón de amigos, de su edad. Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan.
Debería haber un horario, pero el que los padres pongan en su casa independientemente de la hora que cierren las discotecas y los bares. ¿Por qué no pueden reglas y exigir que se cumplan? Si los jóvenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites, autoridad a quién respetar, no existirían los padres.
Se nos encomendó, como padres una misión muy especial con la educación de nuestros hijos y por élla nos pedirá cuentas. No se la pedirán al dueño del bar, no al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, no al policía, no al maestro, ni a los políticos. Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo, si nosotros no podemos hacerlo. Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos Huérfanos de padres buena onda. No existe ley, ni horario, ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos, lo que nosotros no queremos hacer que es actuar como padres y no como amigos. Es estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien con sus amigos o con la sociedad.
Fuente Disminuir
Fuente