Pasar al contenido principal
#217016

Un apostolado en la periferia existencial: Pastoral penitenciaria

27 de octubre de 2020
pastoral penitenciaria
Imagen:
pastoralpenitenciaria.org
Llevar el Evangelio a las periferias existenciales, es llegar al límite de la existencia humana, donde nadie quiere enfrentar el dolor y tocar las llagas del Señor

Llevar el Evangelio a las periferias existenciales es una obligación para todo cristiano confeso. Nuestra misión es la salvación de todos. El “otro” es mi responsabilidad. Llegar a esos sitios, es trascendental si se llega con amor… con capacidad de servicio. El diácono permanente Luis Pinzón y su esposa María Teresa Peñaloza nos hablan aquí, de lo que es su día a día, donde la noticia diaria es la obra del Señor, en el acontecer humano.

Diaconado Bogotá (DB): Luis, usted trabaja el apostolado penitenciario. ¿Puede decirse que este es uno de los lugares de la periferia existencial? ¿Por qué?

Diácono Luis Pinzón (DLP): El santo padre Francisco nos dice que debemos oler a oveja y oveja herida. Se trata de acercarse a las heridas de nuestros hermanos. Aquellos que han sido excluidos por la sociedad. Y eso son los que están entre las rejas, los privados de la libertad. Pero también, se trata de sus familiares y del universo de los guardianes, quienes son otra parte fundamental de este universo.

María Teresa Peñaloza (MTP): Sí. Ellos son lo más sentido de la existencia. Los Privados de la Libertad, que en el léxico de esta Pastoral se denominan: PPL, y son lo más sentido, precisamente, porque nadie quiere saber de ellos. Muchas veces, hasta sus propias familias los abandonan. Se escuchan comentarios como: “Los que están ahí se lo buscaron. Ellos se lo merecen. Que paguen por lo que hicieron”.

Sin lugar a dudas son el rostro de Cristo sufriente.

(DB): ¿Desde cuándo los Diáconos están trabajando en esta Pastoral? ¿Y los estudiantes de la Escuela de Formación para el Diaconado Permanente, cuándo lo comenzaron a hacer? ¿Cuántos han pasado por este apostolado?

(DLP): Dios hace la obra a su tiempo. Yo comencé hace 20 años con el padre Andrés Fernández. Fue una historia interesante, porque cuando me hizo la propuesta, yo también contesté: “Está loco”. Por aquellos días, el Obispo de La Ceja aprobó la fundación San Maximiliano Kolbe que apadrinaba ese apostolado. Entré a estudiar y fui ordenado por monseñor Fidel León Cadavid para la diócesis de Sonsón Río Negro. Pero ya en la Escuela, aquí en Bogotá, el director de ese entonces, monseñor Alberto Ojalvo, abrió la puerta a la participación de los estudiantes de la Escuela diaconal.

Un grupo de estudiantes entró a apoyar esa Pastoral. Trabajaban también con quienes estaban cursando estudios para guardias. Ha sido tan profundo este trabajo que en la capellanía del Buen Pastor hubo 7 diáconos permanentes, entre los que se cuentan Óscar Castro, Danilo Rodríguez, Didier Hoyos, Juan de Dios Rojas, de la diócesis de Fontibón. La presencia de la Iglesia ha sido grande allí. Se ha hecho presencia, también en la Cárcel Distrital y en La Modelo. Los estudiantes preguntan: “¿Qué vamos a decir?” Y uno les dice: “Escuchen y participen. Saluden”. Nosotros no vamos a llevar a Jesús allá, porque Él ya está allí. Cuando ellos se dejan contagiar por la vida que hay adentro, no quieren salir de allá.

(DB): ¿Qué se trabaja en este apostolado?

(DLP): Anunciar la Buena Nueva. El Kerigma. Y a partir de allí, se trabaja la Escucha. Se llevan allí los sacramentos. En la cárcel del Buen Pastor se ha hecho una labor muy linda, en la que nos han ayudado, mi esposa María Teresa, con Piedad, la esposa del diácono Óscar Castro. Ayudaron a preparar a los internos para el bautismo, la primera comunión y para 50 confirmaciones. Ha sido un proceso de comunión, escucha y servicio. Con la Fundación de Caminos de Libertad y Pastoral, llevamos los servicios médicos y odontológicos. Muchas parroquias ayudaron con mercados. Se los formó con cursos para defenderse para la vida. Cursos como pastelería. Se hizo el acompañamiento de los niños de los internos y de sus familiares. Se les ha apoyado con la asesoría psicológica y jurídica. La arquidiócesis de Bogotá los ha ayudado con medicinas. En la cárcel Distrital, hemos tenido 4 diáconos como capellanes: Norberto Rodríguez, Orlando Rodríguez, Nicanor Barreto y Pedro Cárdenas.

(MTP): Hemos llegado con un trabajo de brigadas a las cárceles del país en donde nos llamen y necesiten. Se ha apoyado con servicio médico y de evangelización con 3 diáconos, uno médico, un abogado y un administrador de empresas. Luis, mi esposo, proporciona ayuda médica y evangelización. Y el Señor ha sido tan grande, que hoy tenemos un guardián en La Picota que se está preparando como diácono para continuar con este apostolado. Se trata de Adrián Moncada. Es un gran regalo, porque el testimonio de Adrián terminará por contagiar a otros guardianes que se acercarán a este ministerio. Con todo el trabajo que se ha hecho, hemos visto milagros muy grandes. Como haber visto en un solo día en la Cárcel del Buen Pastor a 30 sacerdotes confesando.

Hay una gran riqueza en este apostolado de profundas lágrimas y sonrisas. De grandes dolores y enormes milagros. De ello seguiremos hablando con Luis Pinzón y su esposa María Teresa en nuestra siguiente entrega.

(Guillermo Olarte, estudiante Diaconado Permanente Bogotá)

Fuente:
Diaconado Permanente
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Otras noticias

#277518
#007300

Noticias relacionadas