La situación actual del Colegio y parroquia Santa Isabel de Hungría
En la actualidad la parroquia y el colegio continúan su labor educativa y evangelizadora con la comunidad del sector de Muzú al sur de Bogotá, pese a la pandemia. Pastoralmente la parroquia ha tenido que adaptar todo el trabajo pastoral que se ha venido desarrollando al ambiente digital “La atención de la parroquia en la medida que ha sido posible, se ha limitado al aspecto sacramental. La eucaristía, confesiones, bautismo, primeras comuniones, confirmaciones y por supuesto los procesos que se refieren a la formación de los niños y jóvenes que se forman para la inicia en la iniciación cristiana. Todo lo que tiene que ver con catequesis que precisamente es el grupo más activo ha estado de manera virtual.”. afirma monseñor Jorge Acevedo, párroco de Santa Isabel de Hungría y rector del colegio.
Pasar de lo presencial al mundo virtual ha sido un gran desafío para monseñor Acevedo, debido a que es una experiencia nueva para él “Nunca había tenido esta experiencia de hacer una transmisión durante todos los días, estar pendiente de cómo trasmitir, cómo hablarle a las personas no es fácil. Y a través de una pantalla en la que uno le habla y tiene que imaginarse que detrás de esa pantalla ya en sitios imprecisos, vagos en la imaginación, están los feligreses participando. Eso ha sido ciertamente un capítulo totalmente inédito creo que en mi caso y en el caso de muchos. Y me parece que algunas de las cosas que estamos haciendo cuando regrese lo que se está llamando a la nueva normalidad, se mantengan porque existen programas muy importantes que vale la pena seguirlo sosteniendo en la red, a las personas les gusta participar, opinar y es una buena manera de llegar hasta ellos.”
Por fortuna, económicamente la parroquia no ha tenido una afectación mayor, gracias a que se ha visto aliviada por los recursos del colegio “Si la parroquia no tuviera la ayuda del colegio seria prácticamente una parroquia inviable, porque son bastante los gastos que se tienen y la parroquia en sí misma no es autosuficiente, ha dejado de tener ingresos propios, salvo algunas personas que con generosidad han presentado alguna ofrenda y no hemos tenido ingresos como en los tiempos normales. Incluso en tiempos normales, el colegio tiene que ayudar un poco para poder sostenerla en cada una de sus gestiones”. Indicó monseñor Acevedo.
En cuanto a la comunidad explica monseñor Acevedo, en su mayoría son personas mayores que viven de su pensión, aunque también han tenido que ayudar a varias familias que presentan alguna necesidad “En general se vive un ambiente de acatamiento de las normas de bioseguridad. He visto una gran disciplina entre los fieles cristianos en la comunidad de esta parroquia. Algunos han perdido el empleo y pasan algunas necesidades. El Banco de Alimentos de la arquidiócesis de Bogotá nos ha brindado un gran apoyo. También muchas personas generosas de la parroquia han colaborado con mercados para poder prestar una ayuda en ese aspecto, a unas 30 familias de la parroquia, las cuales según el censo que hemos realizado desde el año antepasado, son personas muy necesitadas y a las que es conveniente aliviarles esta situación”.
MONSEÑOR JORGE ACEVEDO Y ALUMNOS DEL COLEGIO
Situación actual del Colegio
Gracias a la calidad del colegio ha podido permanecer educando y evangelizando a todos los estudiantes y es muy valorado por toda la comunidad. El año pasado habían 1853 alumnos, se graduaron 135 bachilleres y este año hasta el momento se han matriculado 150 estudiantes nuevos, ninguno se ha retirado, es decir que mantienen todos sus alumnos en proceso educativo. “Yo puedo decir qué colegio va muy bien gracias a Dios, este es un colegio que desde su fundación ha sido aceptado y valorado por la comunidad, fundamentado en los valores y principios cristianos en toda esta línea del SEAB, qué nos ha llamado a formar excelentes seres humanos, auténticos cristianos y verdadero servidores de la sociedad”.
El modelo educativo cambió completamente, debido a que estaba diseñado en su totalidad a ser presencial. De esta manera, se tuvo que hacer una migración de las aulas presenciales a virtuales, adaptando todo el modelo curricular a plataformas didácticas que han tenido gran aceptación entre los estudiantes y los padres de familia. “En una encuesta que se hizo a final de año los padres de familia, manifestaron inmenso agradecimiento con el colegio, felicitaron a los profesores y mostraron la aprobación con toda la gestión que se había hecho desde el momento en que la pandemia comenzó a incidir y a afectar la manera del sistema de aprendizaje y enseñanza. Los estudiantes han ganado una cosa muy importante que es aprender a investigar, a buscar por ellos mismos temáticas, a familiarizarse más con plataforma de aprendizaje”.
Por eso, según monseñor Acevedo, cuando volvamos en algún momento a lo presencial no se podría dejar a un lado muchas de las cosas que actualmente se están haciendo, debido a todo el aprendizaje en el manejo de recursos tecnológicos. “No puedo imaginarme que los niños regresen al colegio otra vez a sentarse ocho horas en un salón a escuchar a un maestro, cuando los niños ya han aprendido a navegar, a entrar plataformas, auto gestionar en investigación. Yo pienso que cuando regresemos totalmente a lo presencial vamos a tener que adaptarnos sin perder lo que hemos ganado en virtualidad”.
Para este se tiene como objetivo continuar trabajando ser un colegio bilingüe, proyecto que se empezó a trabajar con monseñor William Casas desde enero del 2014. Este proyecto que fue aprobado por resolución por parte de la Secretaria de Educación de Bogotá, y es un proceso complejo, debido a que se requiere que por lo menos la mitad de los docentes del colegio estén en nivel de inglés B2. Son 96 maestros, por lo menos 42 de ellos deben estar certificados en ese nivel y también que por lo menos el 50% de las asignaturas que se estén dictando en inglés.
Así mismo, el colegio ya cuenta con el permiso por parte de la Secretaría de Educación de Bogotá, para volver a recibir a los alumnos en modelo de alternancia con todos los protocolos de bioseguridad dispuestos. “Esperamos con la ayuda de Dios que este año nos vaya muy bien, que la experiencia del año pasado con todos sufrimientos que tuvimos, pero también con las inmensas satisfacciones que logramos, que experimentamos podamos este año prestar un mejor servicio a nuestros niños y a nuestros jóvenes que se se sienten muy felices y están ansiosos por volver a su colegio. Afortunadamente desde 22 diciembre del año pasado nosotros habiendo presentado previamente todos los protocolos de bioseguridad y todo el planteamiento que nos hizo la Secretaría de Educación, logramos obtener la aprobación de los protocolos de bioseguridad. Y con esa aprobación el colegio está listo para abrir las puertas en el modelo de alternancia, protocolo tiene un nombre se llama reapertura progresiva gradual y segura, traeremos grupos aproximadamente al principio unos 200 niños por día”. Indicó monseñor Jorge Acevedo.
Historia
El entonces señor cardenal Crisanto Luque Sánchez, arzobispo de Bogotá, según el decreto 96 del 5 de noviembre de 1953, erigió canónicamente la parroquia de Santa Isabel de Hungría, en el centro de la naciente urbanización del barrio Muzú, y nombra como su primer párroco al padre Luis Valenzuela, quien ejerció su ministerio sacerdotal por cinco años entregándose abnegadamente por el servicio a su comunidad.
En 1958, quedó a cargo de la parroquia el padre Manuel Estévez Bretón, ya que el padre Luis Valenzuela se había tenido que retirar por enfermedad. Él, siendo coadjutor del padre Valenzuela, soñaba con fundar un colegio que respondiera a las necesidades de los niños de las familias que se asentaban en la nueva urbanización. Ya a cargo, inició con la construcción de un pequeño colegio hecho de unas casas de lata y teja que se tenían como campamento cuando se construyó el templo parroquial; de esta manera comenzó la obra educativa oficialmente el 3 de febrero de 1959.
Desde ese entonces su intención ha sido brindar a los niños y a los jóvenes espacios para una formación académica sólida, formando individuos capaces de enfrentar con herramientas legítimas la construcción de una sociedad nueva. En agosto 18 de 1959, el cardenal arzobispo de Bogotá, Luis Concha Córdoba nombra como sucesor al padre Fernando Piñeros Rocha.
Y la obra comenzada Parroquia y Colegio toman bajo su dirección un rumbo seguro. Finaliza la construcción del templo y el edificio del Colegio. El Colegio empieza a afianzarse y reconocerse entre la sociedad como de grandes estándares a nivel académico.
El 31 de octubre de 1969, fue nombrado el entonces el joven y dinámico padre Jaime Alberto Bonilla, designado párroco y rector por el señor cardenal Aníbal Muñoz Duque. Fueron siete años y tres meses en que desarrolló la organización de grupos pastorales que ayudaron al crecimiento de la fe cristiana de los fieles y al compromiso de todos por el trabajo de una Iglesia mejor. Siempre será recordado por su facilidad administrativa y su compromiso en el anuncio del Evangelio. Su temple como persona de grandes exigencias para alcanzar nobles ideales ayudó a darles a los estudiantes del Colegio parroquial una exigencia grande en los nobles ideales y caballerosidad en sus modales. Su buen gusto a nivel artístico ayudó al ornato del templo y en la adecuación de las cosas necesarias para el Colegio.
Su facilidad administrativa permitió la adecuación de los despachos parroquiales y la agilidad en los trámites pastorales. En su gestión, se logró la aprobación del Ministerio de Educación Nacional para los grados quinto y sexto de bachillerato mixto y graduar a la primera promoción en el año 1975.
El 29 de enero de 1977, monseñor Aníbal Muñoz Duque nombró al padre Manuel Eladio Mora Bohórquez como párroco y rector del Colegio. Cargo que ejerció con verdadero espíritu sacerdotal y dedicación hasta el 6 de octubre de 1980. Bajo su gestión, se destaca la ampliación la cural y el mantenimiento del Colegio Parroquial.
El 10 de octubre de 1980, fue nombrado el padre Pedro Abel Amaya, quien estaría a cargo por 23 años de la parroquia. Durante su gestión, construyó la segunda etapa del edificio de bachillerato, ampliando los servicios que se exigían. También, se dio el reconocimiento del Colegio en este sector de la ciudad tras el requerimiento que hacían los fieles de un mayor espacio para la formación de un gran número de estudiantes que se beneficiaran de las enseñanzas de la Iglesia Católica. Por tal razón, se da a la tarea de trabajar por un nuevo edificio para alojar a los estudiantes de primaria.
Así, en el año 1986, entrega una nueva planta que permite aumentar el número de estudiantes en el Colegio. No obstante, en el Colegio Parroquial siguió creciendo la demanda y, por ello, en el año 1988 inaugura la sección del pre-escolar para que los niños de esta etapa tengan un espacio adecuado que responda a las necesidades que exigían los tiempos. Con la llegada de la tecnología y de los medios audiovisuales, se vio en la obligación de construir un edificio de informática y audiovisuales que con orgullo entregó a la comunidad educativa en el año 1989.
El crecimiento de la comunidad, cada vez más comprometida en al anuncio del Evangelio y los requerimientos de una comunidad educativa que se había crecido en un 400% en los últimos 10 años, presentó un reto para la creación de un edificio administrativo para una mejor atención a nivel parroquial y del colegio. Así, se inició la demolición de la antigua casa cural para dar cabida al nuevo edificio de administración y vivienda para los sacerdotes, el cual fue inaugurado en el año de 1994.
También bajo la gestión del padre Amaya, se ve la urgencia de construir un Coliseo que tenga la capacidad de más de 2.500 personas, no solo para el Colegio sino como una necesidad del sur de la ciudad y la Arquidiócesis, que no contaba con escenarios para actividades de gran envergadura. Por ello, decide construir el Coliseo Parroquial llamado Centro de Cultura, Fe y Recreación el cual es entregado a la comunidad en el año 2001.
Como sexto párroco fue nombrado, por el señor cardenal Pedro Rubiano Sáenz, el padre Daniel Arturo Delgado desde el 4 de agosto de 2003 hasta el 26 de octubre de 2010. En su gestión, el Colegio alcanza los más altos reconocimientos como el Premio Iberoamericano a la Calidad Educativa, el Galardón a la Excelencia y alcanzó el nivel muy superior en las pruebas saber ICFES. Diseñó y desarrolló el edificio Bodas de Oro en la celebración de los 50 años de labor educativa de la parroquia. Un edificio con espacios de lectura, reflexión e investigación, con oratorio, laboratorios y la biblioteca.
Desde el 27 de octubre de 2010 hasta el 15 de noviembre de 2012, el señor cardenal Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio al padre Guillermo Gómez López. Por su fe en Dios y obediencia en sus designios se entregó al colegio con gran acierto de su ministerio sacerdotal y trabajo pedagógico que llevó al colegio a sostenerse entre los mejores colegios de la Ciudad de Bogotá.
El 16 de noviembre de 2012, el señor Arzobispo Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio al padre William Casas Velásquez. En su gestión, el Colegio profundiza de manera constante en el ámbito pedagógico y pastoral, implementa estrategias para una educación de calidad y se mantiene a la vanguardia de los colegios de la localidad.
Impulsa a realizar un trabajo Pastoral con estudiantes de 10° y 11 en instituciones que atienden poblaciones desfavorecidas y estableció convenios de Cooperación Académica con un gran número de instituciones de Educación Superior reconocidas en el Distrito Capital.
Trabajó en el fortalecimiento de las obras que sus antecesores dejaron, modernizando sus instalaciones con la creación de dos salas de audiovisuales, dos salas de informática completamente dotadas; refuerzo estructural y rediseño interno de los salones de preescolar, se rediseñaron las canchas deportivas y se instaló una tarima amplia y funcional para los eventos culturales y deportivos.
Desde diciembre de 2018, el señor arzobispo Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio a monseñor Jorge Humberto Acevedo, quien continúa con esta obra de fe y educación cristiana en la arquidiócesis de Bogotá.
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