“Ha sido un año muy positivo a nivel de acompañamiento como obispo y de proyección pastoral arquidiocesana”
Afirmó monseñor Germán Medina Acosta, obispo auxiliar de Bogotá, vicario episcopal de Evangelización, y vicario episcopal para el Servicio de Anuncio, Formación en la Fe y Diálogo con la Cultura, al referirse al balance de su servicio y a la acción pastoral y evangelizadora en esta Iglesia particular.
Tras manifestar gratitud hacia los sacerdotes, animadores de evangelización, comunidades religiosas y laicos comprometidos, el prelado destacó la oportunidad de encontrarse con los párrocos y sus comunidades, de conocer y valorar su trabajo, compromiso y fraternidad.
“Estoy muy contento y agradecido, me sorprende positivamente lo que he encontrado, a veces creemos que no se hace y resulta que ¡se hace mucho!
También, resaltó el proceso de revisión, reconocimiento y proyección de la acción pastoral y evangelizadora en la Arquidiócesis de Bogotá, que durante el año entró en sintonía con la Asamblea Eclesial Latinoamericana, que tomó la iniciativa de adelantar un proceso de escucha y consulta al pueblo de Dios. “Luego, asumimos con gran entusiasmo el llamado del santo padre Francisco a participar del Sínodo sobre sinodalidad y específicamente a hacer la fase diocesana de la escucha”, explicó.
“Estos procesos nos permitieron, además de hacer una revisión interna, desembocar en lo que llamamos asuntos vitales, asuntos que tienen que ver con la vida de la Iglesia y con la misión de la Iglesia (…) Tras el discernimiento de estos asuntos, llegamos a cuatro grandes decisiones, que orientarán nuestra marcha en los próximos años”.
“Reconocemos el llamado a levantarnos y a caminar juntos”
Reconociendo y respetando las realidades, los distintos contextos, y movidos por el Espíritu Santo, en actitud de apertura, diálogo y cooperación, se definieron “como grandes decisiones, que nos ayudarán a aunar esfuerzos, recursos, a trabajar y a caminar juntos”:
- Cultivar la espiritualidad sinodal como forma de vida que integra y vuelve concretos la comunión, la participación y la misión.
“Queremos una espiritualidad que desemboque en la praxis y una praxis que se constituya en hábito, en forma de vivir y de proceder. Tiene que ver con la espiritualidad de la comunión y con la espiritualidad del buen samaritano”.
- Formar a todos los miembros del pueblo de Dios como discípulos misioneros y ciudadanos, de modo que reflejemos formas sinodales de vivir y proceder; fomentemos los diversos carismas, vocaciones y ministerios; y demos testimonio de fraternidad, capacidad de diálogo y discernimiento, como servidores del Reino, en los diversos contextos de nuestra Bogotá-región.
- Contribuir al desarrollo humano integral de todas las personas, de manera especial, de los más pobres y vulnerados. “Hay muchos rostros sufrientes en la ciudad: los migrantes, los marginados, la pobreza, el hambre… Sentimos un llamado muy particular a cooperar (…) Nosotros no somos los únicos sujetos del desarrollo humano integral, pero como Iglesia, como testigos del amor solidario de Jesús, de su praxis samaritana, sentimos que debemos hacer presencia en la ciudad como cristianos-ciudadanos”.
- Salir al encuentro de los niños, adolescentes y jóvenes en sus ambientes (familiar, escolar, universitario, virtual – digital) para proponer y experimentar, junto con sus familias, el encuentro fascinante con Cristo vivo.
“Los jóvenes son el presente, pero fundamentalmente son la esperanza y con ellos necesitamos construir lo que el papa Francisco llama el puente humano (…) No más muros, sí a la cultura del encuentro”.
Estos cuatro énfasis, señaló, se materializarán en un proceso de planificación diferenciado y contextualizado, que partirá de la base, es decir, desde las comunidades parroquiales; luego se trabajará con las vicarías y, de manera paralela, “la vicaría de evangelización estará atenta a acompañar el proceso y a diseñar el Plan, que estará al servicio de lo que se va descubriendo en las bases”.
“El mundo ha cambiado, es cada día más volátil y tenemos que estar atentos a esas realidades (…) Los planes que diseñemos tienen que ser más flexibles, desarrollar las capacidades de adaptación”. Además, en el contexto de finalización de los 10 años de Plan E, se presenta una oportunidad de diálogo con este proceso, a partir de los aprendizajes, aciertos, bondades y frutos logrados.
Finalmente, al referirse a los desafíos para la evangelización en el mundo actual, tras la pandemia y ante la compleja realidad social que vive el país, las condiciones de la capital, su pluralidad, y diversos factores que han generado cierto distanciamiento con la Iglesia, monseñor Germán afirmó que “no podemos desconocer que todos venimos de tiempos difíciles, hay cambios sociales, políticos, y también la Iglesia siente la necesidad de una transformación”.
“De ahí el llamado del Santo Padre a asumir un estilo sinodal”, agrega, al precisar que el gran reto es “comprender esto, asumirlo y vivirlo (…) Cómo ser, cada día más, una Iglesia pueblo de Dios, abierta a reconocer los carismas; las vocaciones; los ministerios, particularmente, de los laicos. De tal manera, que toda la Iglesia, como un sujeto de evangelización, asuma la misión”.
A continuación entrevista balance:
Fuente Disminuir
Fuente