El camino diaconal me llevó a las calles del barrio Santafé
En esta segunda entrega sobre el apostolado de acompañamiento a las personas explotadas sexualmente, conoceremos las actividades de uno de los estudiantes de la Escuela Diaconal de la Arquidiócesis de Bogotá.
Orlando Antonio Rincón Martínez, estudiante de la escuela diaconal, ya en la fase final de los seis (6) años de su formación, nos comenta parte de su experiencia: comienza resaltando su figura como padre y esposo, tiene tres hijos, dos de ellos ya profesionales y un tercero aún en la universidad.
El encuentro con su vocación se dio en un retiro espiritual en el año 2014, ya en el 2015 comenzó el proceso de formación diaconal. Ha vivido con su esposa varias de las experiencias pastorales que ofrece la formación. De cada experiencia pastoral explica “le hace ver la vida a uno de una manera diferente”, estas experiencias le permiten ver que “el servicio no está solamente en el altar y en la palabra, también es acercarse al hermano”.
Fui enviado en misión a las calles del barrio Santafé con otros ocho compañeros “Antes de empezar nuestro apostolado recibimos una formación. Al empezar nuestra actividad nos encomendábamos al Señor y hacíamos una oración y cuando finalizaba terminábamos también con una oración, el Padre nos daba la bendición y terminábamos nuestra labor de la misma manera. La primera etapa de este apostolado fue en la parte de San Victorino que llaman la Mariposa y ese sector que va hacia el norte entre la carrera Décima, la Caracas, la Avenida Jiménez y la calle 19, es un sector donde están estas personas que son explotadas sexualmente y, sobre todo, había mucha joven venezolana; yo pasé muchas veces por el sector de la mariposa y nunca pensé que ahí hubiera tantas personas en esta situación”. “Son personas que pasan grandes necesidades” luego “cogíamos la carrera novena hasta la calle 19, entre estos había la población trans, la primera advertencia que nos hacían era ‘no las traten como hombre si no trátenlas como de sexo femenino, como mujeres’”. Desde luego también hay algunas cosas difíciles “Había mucho consumo de marihuana y cuando uno iba pasando botaban la bocanada de marihuana… a mí me pasó y creo que a casi todos, llegábamos a la casa con un dolor de cabeza, con una maluquera porque ese olor a marihuana era tremendo” sumado a algunas tristes historias de abortos. Pero en general “fue una experiencia muy bonita…ver que cambiaban su manera de ver la vida, como que se llenaban de optimismo… estas personas quedan muy agradecidas”.
“Para mí es una gran experiencia, porque toca uno al Jesús sufriente, ahí sí es estar uno en lo que es la caridad como diácono y ojalá, hubiera mucha más gente que fuera por voluntad y que trabajara en esta labor tan espectacular”.
Recordemos que el diácono debe conocer la cultura, las aspiraciones y los problemas de su tiempo. Está llamado a asumir la tarea de la Iglesia de “escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas” la invitación es a que acoja con gratitud la invitación al seguimiento de Cristo Siervo y dedique la propia atención a serle fiel en las diversas circunstancias de la vida.
La vocación a la santidad significa “seguir a Jesús en esta actitud de humilde servicio que no se manifiesta sólo en las obras de caridad, sino que afecta y modela toda su manera de pensar y de actuar”, el diácono casado debe sentirse particularmente responsabilizado para ofrecer un claro testimonio de la santidad del matrimonio y de la familia. Toda familia cristiana, está llamada a asumir una parte viva y responsable en la misión de la Iglesia en las circunstancias del mundo actual. Los estudiantes de la escuela diaconal aceptamos con alegría este tipo de invitaciones y esperamos que muchos se nos unan porque como nos recuerda Mateo 9, 37 “la mies es mucha y los obreros pocos”
En el acompañamiento pastoral a comunidades, los diáconos no solo deben reconocer la legitimidad del saber popular de las comunidades, sino que deben aceptar que este saber se ubica en el mismo nivel jerárquico que su conocimiento especializado, adquirido a lo largo de muchos años de estudio y de trabajo. Esa es la condición necesaria para emprender una jornada auténticamente liberadora: caminar como pares.
Apostolado comunicaciones escuela diaconal arquidiócesis de Bogotá
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