La vocación del padre Rubén Darío Hernández Perdomo, surgida y fortalecida en un hogar católico, piadoso y generoso, tras 30 años de ministerio, encuentra especial resonancia en la nueva misión encomendada: acompañar como vicario la VET Santa Isabel de Hungría, ubicada al sur de Bogotá, localidad Ciudad Bolívar.
El sacerdote manifiesta su alegría, compromiso y deseo de servicio en esta vicaría “que tiene unas características particulares de misión en el ambiente popular, que presenta una gran dificultad social”, pero también unos interesantes frutos de presencia de Iglesia, especialmente cultivados por la vida religiosa.
“Toda mi vida sacerdotal he sido misionero, entonces me descubro identificado con mi vocación natural”, afirma.
“Cuando soy enviado como vicario episcopal, el motivo de mayor alegría no es el cargo, sino el lugar, porque ser vicario episcopal es una función que tiene una misionalidad y una identidad propia: ser la voz del obispo; el corazón, el brazo, la mano del obispo… Es el pastoreo del obispo en un territorio”.
Realidad, desafíos y proyección:
Con “aproximadamente 713.764 habitantes, distribuidos en 13 mil hectáreas”, según datos de la Secretaria Distrital de Integración Social, esta localidad, la número 19, es considerada una de las más “extensas, dinámicas, diversas y complejas del Distrito Capital”.
“Aquí la tradición nace urbana, en el contexto de los años 70 y 80, época de las migraciones populares de la gente que se viene del campo, buscando asentarse con los recursos que tienen. Unos, lícitamente con titulaciones, y otros ilícitamente en invasiones”, explica el sacerdote.
Dentro de los desafíos sociales identificados, el padre Rubén Darío destaca: el desafío en la solución de conflictos barriales, de la paz y resolución no armada de la diferencia; la recreación sin estimulación activa de sustancias psicoactivas; y el desafío de la promoción humana, de la dignidad de la persona y del entorno.
A nivel cristiano, la participación de los bautizados en la vida de la Iglesia, es uno de los grandes retos, precisa.
Las dinámicas sociales y laborales, que implican largos desplazamientos a diversos puntos de la ciudad, las condiciones de pobreza, las dificultades de conectividad, entre otros aspectos, dificultan el encuentro en jornadas pastorales presenciales y/o virtuales, y la vinculación de jóvenes y adultos.
Sin embargo, “creo que tenemos unas ventajas y un camino recorrido. Aquí los sacerdotes, en la mayoría de los casos, somos queridos, acogidos”.
En cuanto a la proyección, articulándose con la apuesta arquidiocesana, el tema formativo en relación a la espiritualidad de la sinodalidad, ocupa un lugar central en la planeación pastoral.
“Lo primero que se tiene que dar es un cultivo interior… Antes de cultivar se tiene que hacer un alistamiento del terreno; y el terreno es cada sujeto. Implica la singularidad, que lleva a la transformación comunitaria”.
“Creo que la sinodalidad implica empezar por lo primero, que es cultivar la espiritualidad de la sinodalidad. Y eso implica unas renuncias”.
Desde esta perspectiva, en la vicaría se está apostando a la formación interna - espiritual, pero también por el ejercicio explícito de acompañar, escuchar y orientar a la comunidad.
“Le decía a los sacerdotes: se forma cuando a cada persona que llega al espacho lo acojo. Me siento y lo atiendo, esa tarea es nuestra. La secretaria tiene solo una función administrativa – informativa, no formativa”.
Esta vicaría está conformada por 31 parroquias, de las cuales están activas 29, “porque dos están suprimidas por distintas razones pastorales y administrativas”.
La acción pastoral y evangelizadora es apoyada, además, por la vida consagrada. Comunidades como los Salesianos, Eudistas, Somascos, Dominicos, hacen presencia, con importantes iniciativas sociales, especialmente en el ámbito educativo y de la dignificación de la persona.
“Hay iniciativas sociales interesantes como ‘El Pan Compartido”, que consiste en entrega de mercados, a un costo inferior al comercial, que se adelanta con el apoyo del Banco de Alimentos. En este proceso, de manera paralela, se va formando humana y espiritualmente a la comunidad.
“Estamos tratando que toda esa labor de ayuda vaya acompañado con una labor de dignificación, y que se reconozca lo que en trabajo social se llama grupo y comunidad, que se haga tejido entre ellos”.
El nuevo vicario
El padre Rubén Darío Hernández Perdomo nació en Bogotá, en una familia numerosa, de origen tolimense.
De sus padres aprendió la solidaridad y el silencio; así como el valor de la oración, de la piedad. Junto a esta experiencia familiar, a su vinculación al Movimiento Scout y a la vida parroquial, fue descubriendo el llamado que el Señor le hacía.
Realizó sus estudios de secundaria en el INEM de Kennedy (1981 – 1986); filosofía (1987 – 1989) y Teología (1990 – 1993) en el Seminario Mayor de Bogotá.
Fue ordenado sacerdote el 4 de diciembre de 1993, por monseñor Enrique Sarmiento Angulo, para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá.
Otros estudios: Licenciatura en Teología, en la Pontificia Universidad Javeriana (1994 – 1996); Licenciatura en Derecho Canónico, en la Pontificia Universidad Javeriana (1999 – 2001); Especialización en Educación Sexual, en la Universidad Antonio Nariño (1998 – 1999); Diplomado en Docencia Universitaria, en la Universidad Javeriana (2001); Máster en Derecho Canónico, en la Pontificia Universidad Javeriana (2002); Licenciatura en Sociología y Ciencias Sociales, en el Instituto Católico de París (2006); Maestría en Sociología de la Religión, en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (2007); Maestría en Evaluación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación, en la Universidad Externado de Colombia (2015).
Servicio pastoral en esta Arquidiócesis:
Inició su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Bogotá como vicario parroquial en San Juan Nepomuceno (1993); fue párroco en San Juan Nepomuceno (1995); arcipreste del Arciprestazgo No. 3.5. (1996); párroco Ad Tempus en Santo Cristo (1997); arcipreste del Arciprestazgo No. 3.3. (1998); capellán en el Colegio Helvetia (2000); miembro del equipo de formadores del Seminario Mayor y miembro del equipo de Pastoral de la Vocación Arquidiocesana (2001); Miembro del Consejo Presbiteral (2002); arcipreste del Arciprestazgo No. 4.6. y párroco en María Estrella de la Evangelización (2007); administrador parroquial en María Auxilio de los Cristianos (2008); párroco en María Auxilio de los Cristianos (2009); miembro suplente en la Junta Directiva de la Fundación de la Joven – Amparo de Niñas (2010); párroco en San Juan Bautista de la Salle; rector en el Colegio Parroquial San Juan Bautista de la Salle y administrador periódico “El Catolicismo”(2011); miembro del Consejo Presbiteral (2012 – 2014); capellán en el Colegio la Presentación de Sans Façón y párroco en Santos Timoteo y Tito (2014);capellán general del Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá (SEAB) y miembro principal en la Junta Directiva de la Fundación de la Joven – Amparo de Niñas (2015); párroco en San Ambrosio (2020); administrador parroquial en Santa María de la Alhambra (2021); Vicario Episcopal Territorial en Santa Isabel de Hungría (actualmente).
A continuación entrevista con el padre Rubén Darío Hernández Perdomo:
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