Fortalecer más la catequesis
Ya son varias décadas en las cuales se viene hablando en la Iglesia de la nueva evangelización. Esta expresión deja en claro que hay una conciencia clara de que la tarea de anunciar el Evangelio requiere renovación constante y en algunos ambientes prácticamente reiniciación absoluta. Para esta misión el medio más adecuado es la catequesis. Este es el anuncio sistemático de la salvación a todas las personas dentro de un itinerario de crecimiento en la fe que quizás nunca se debería interrumpir. Aunque es usual que la catequesis se ofrezca sobre todo como preparación para la recepción de los sacramentos, el ideal sería que los miembros de la Iglesia encontraran siempre la oportunidad de profundizar en los contenidos de la fe que profesan. En los tiempos actuales, por muchas razones, la catequesis está llamada a replantearse en su forma y fondo, en sus tiempos y en su lugar dentro de la misión de toda la Iglesia.
Sin embargo, lo primero que debe surgir en la mente de quienes tienen a su cargo, no solo organizar, sino también dar la catequesis, es la necesidad de asumir con pasión esta tarea. El papa Francisco ha señalado en varias ocasiones que dentro de la Iglesia actual falta un poco de pasión por el apostolado, por el anuncio, por el compromiso. Tanto los pastores de la Iglesia como los laicos más comprometidos en el anuncio del Evangelio, tienen hoy el reto de mostrarse verdaderamente entusiasmados y convencidos de la tarea recibida. No son simples funcionarios, ni asalariados ni nada que se le parezca. Deben imprimir a la misión evangelizadora un sello de profunda vinculación con la obra de Dios y de Jesucristo, de manera que esto se pueda percibir a la hora del anuncio, de la predicación, de la enseñanza de las verdades de la fe.
En segundo lugar, hay que recalcar la importancia de que los catequistas estén debidamente preparados para su misión. Preparación que incluye lo doctrinal, lo escriturístico, lo pedagógico y aun lo sociológico, para conocer bien a sus destinatarios y su situación de vida concreta. La arquidiócesis de Bogotá tiene hoy en día unos planes muy serios y operativamente realizables en cuanto a la formación de evangelizadores y eso dará sus buenos frutos a su debido tiempo. Este trabajo hay que convertirlo en realidad permanente para que cada vez haya más y mejores anunciadores de la Palabra de Dios y de la obra redentora de Jesucristo que, poco a poco, lleguen a tantas personas y ambientes, donde la fe se ha apagado notablemente o ya poco significa en el diario vivir. Y para fortalecer y consolidar a quienes están empeñados en tener una relación viva y comprometida con Dios.
Finalmente, hoy en día nada debería ser más importante en toda la Iglesia y en las diócesis y arquidiócesis que la labor catequística. Este lugar no lo deben ocupar las tareas administrativas ni jurídicas y tampoco las de edificar templos u otras instalaciones. Una Iglesia en salida, según la ya clásica expresión del papa Francisco. Pero en salida con un mensaje claro, serio, iluminador. Salida con gente convencida, apasionada por Jesucristo y que ame y sirva a la Iglesia sin asomo de dudas o sombras. Y con la meta ambiciosa de que la catequesis esté presente a lo largo y ancho de los territorios, urbanos y rurales, de cada jurisdicción eclesiástica, de manera que a toda la tierra alcance este pregón maravilloso de la salvación. Y, desde luego, también a través del ilimitado mundo digital, a través del cual, durante la cuarentena, la Iglesia se ha encontrado con muchos de sus hijos que estaban dispersos. La Iglesia existe para evangelizar y la catequesis es parte fundamental de esta misión. No puede faltar nunca y hay que fortalecerla en todo tiempo y lugar.
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