El llamado de la Iglesia a la consulta pública y a ser apóstoles del cuidado
El 23 de junio de 2023, la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, a través de un comunicado de prensa, anunció el lanzamiento “mundial de un periodo de consulta pública sobre una propuesta de actualización del Marco Universal de Directrices para reforzar los esfuerzos encaminados a crear un entorno seguro para los niños y las personas vulnerables en toda la Iglesia”.
Conferencias Episcopales, Congregaciones Religiosas, Sociedades de Vida Apostólica están invitadas a participar en esta consulta, así como lo está toda persona que quiera responder la encuesta en línea, disponible hasta septiembre de 2023 en la página web de la Pontificia Comisión.
El llamado “Marco Universal de Directrices” es un modelo –todavía muy esquemático y, en cierto sentido un borrador–, de los procedimientos de salvaguarda que deben aplicarse en todas las Iglesias locales. Se trata de un Decálogo, no del todo organizado y estructurado, que pretende servir de guía para que a partir de esas directrices se adopten políticas para la prevención y la atención de los abusos en toda la Iglesia.
Forman parte de ese “Marco Universal de Directrices” temáticas como las siguientes: elementos estructurales; compromiso de las autoridades de la Iglesia; orientaciones culturalmente receptivas; prevención -ambientes seguros e individuos empoderados-; respuesta -normas y procedimientos-; respuesta -cuidado y superación-; trabajo con sobrevivientes, familias y comunidades; educación y formación; liderazgo, rendición de cuentas y gobernabilidad; y continua mejora en la evaluación de la protección, que incluye procedimientos de auditoría.
De ese Decálogo de Directrices se echa en falta, tal vez porque se da por supuesto, un principio fundamental: la salvaguarda de niños, niñas, adolescentes y adultos vulnerables es parte integrante de la misión de la Iglesia y tiene su impronta en el Evangelio, que es Evangelio del cuidado. En la hora de ahora, esa declaración formal, relativa a la salvaguarda en un contexto de fe, resulta siendo especialmente significativa porque pone de presente que las directrices no se reducen a un conjunto de procedimientos o de temáticas más o menos relacionadas, comunes a otras entidades estatales o civiles, sino que, al estar articuladas a partir del Evangelio, implican una tarea –y, por tanto, un compromiso–, en cada fiel, en la comunidad eclesial, que se extiende a la comunidad local, a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal.
Precisamente, porque el esquema presentado está llamado a ser enriquecido con principios comunes que tengan la pretensión de configurar el “Marco Universal de Directrices” de la Iglesia en la salvaguarda de las personas, es de resaltar el llamado de la Pontificia Comisión, pues involucra muy activamente, a partir de principios tan recurrentes en esta época, como los de la sinodalidad y de la participación, a las Iglesias particulares; pero también a todos los fieles. Así mismo, es de esperar que esta consulta permita mejorar la redacción en lengua castellana de esas directrices, las cuales, en la versión presentada, tienen imprecisiones conceptuales y fallas idiomáticas.
Por su parte y, en respuesta a la solicitud que hiciera, en ese entonces, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en mayo de 2011, la Conferencia Episcopal de Colombia, adoptó en 2013 sus Líneas Guía, las que fueron reemplazadas en 2022, bajo el título Cultura del Cuidado en la Iglesia Católica Colombiana: Líneas Guía. Este documento acoge el magisterio pontificio más reciente y la normativa canónica y estatal vigente y está orientado a dar respuesta –no la única, pero, sí necesaria– a la situación de los abusos de todo tipo, entre otros, sexuales, espirituales, de conciencia y de poder cometidos por miembros de la Iglesia.
Estas Líneas-Guía promueven la cultura del cuidado entretejiendo un Sistema, entendido como una red integrada por personas que son, al mismo tiempo, dadoras y receptoras de cuidado, en el que se articulan principios y valores con normas, procedimientos, estrategias, instituciones, autoridades y programas en función del mutuo cuidado. Este Sistema propicia la prevención, la detección, la atención y la reparación de conductas violentas, abusivas y maltratadoras.
Recientemente, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado, la Conferencia Episcopal de Colombia ha adoptado otro nuevo documento, que bajo el título Apóstoles del Cuidado: Líneas Operativas o Buenas Prácticas, más que ofrecer un catálogo de normas de carácter prescriptivo o unas fórmulas de carácter técnico, los Obispos nos hacen la invitación para que todos vivamos íntegramente nuestra vocación y nuestra misión como Apóstoles del cuidado: profetas y testigos del amor.
Las Líneas Guía y las Líneas Operativas han sido documentos orientadores de las jornadas de prevención de abusos adelantadas por la Conferencia Episcopal de Colombia, que, en una primera etapa, desde octubre de 2022 a junio de 2023, ha permitido peregrinar por seis provincias eclesiásticas en las que nos hemos encontrado con una Iglesia profética, esperanzadora y atenta a escuchar y a discernir los signos de los tiempos, no ajenos a los abusos cometidos por miembros de la Iglesia.
El llamado a la consulta universal sobre el contenido y el alcance de las directrices universales se une a los esfuerzos emprendidos por la Iglesia colombiana en la prevención y atención de los abusos.
Ambas iniciativas, en el ámbito de sus propias competencias, son una invitación para que dejemos de ser viajeros indiferentes, y para que, siguiendo el modelo del Buen Samaritano, nos hagamos prójimo, cuidando, pues es una forma de prevenir, todas aquellas situaciones de violencia, abuso y maltrato al interior de la Iglesia.
Ahora nos corresponde dar respuesta a uno y a otro llamado.
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