¿Tienen ahí algo de comer?

El Señor resucitado se encuentra con sus incrédulos amigos, quienes le ofrecen un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió. No había ya dudas, el mismo Jesús que caminó…
Los apóstoles fueron testigos de la resurrección, pero nosotros vivimos dos mil años después, ¿cómo testimoniar la resurrección de Jesús? Tengamos claro que esa es nuestra misión. Cada uno de los discípulos de Cristo Nuestro Señor recibimos en el bautismo y en la confirmación la misión de ser testigos de la presencia salvadora de Cristo muerto y resucitado en medio de nosotros.
Cada uno de nosotros, por la fe, debe entrar en un contacto vivo, directo, profundo con el Señor Resucitado. Pidamos a Señor que nos abra el entendimiento para entender las Escrituras.
Al final de la Eucaristía, como de costumbre pedimos al Siervo de Dios, monseñor Perdomo su intercesión en esta oscuro y difícil momento: Dios, Padre rico en misericordia, que concediste a tu Siervo Ismael Perdomo, obispo, un entrañable amor a la Virgen María y las más admirables virtudes de fe, fortaleza, amor a los pobres, humilde abnegación, heroica paciencia y celo por la paz, concédenos por sus méritos la gracia que hoy solicitamos de tu infinita bondad (se hace la petición) para que así, seguros de su intercesión en el cielo, lo veamos prontamente entre el número de los santos. Amén.
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