Semblanza de un Pastor

Si algo distinguió a monseñor Luis José Rueda Aparicio es la humildad, su identidad sacerdotal y su entrega incansable en la misión que se le encomienda. Indicó el padre…
En razón de lo anterior, me atrevo a enumerar cinco elementos de lo que se observó en su paso por las tierras del sur de Córdoba, en la jurisdicción eclesiástica de la diócesis de Montelíbano donde estuvo desde el año 2012 al 2018.
1). El cuidado y la fina atención a su sacerdocio. Ciertamente conocí un pastor atento, vigilante y prudente del "tesoro que lleva en vasija de barro". En razón de ello, gustó de buscar y acercarse a los diferentes medios que le proporcionaban la ayuda para tal fin, de manera que pudiera perseverar y ser lo que es.
2). Oración y humildad. Este binomio es muy importante en la construcción de una vida santa y en la identidad sacerdotal. A Monseñor lo vimos en el taller de la oración, creciendo en la humildad con la que sabe mostrar al "Dios con nosotros", cercano a todos y dado a todos.
3). Conocí un Obispo con hambre por la misión y con sangre de misionero. Recorrió palmo a palmo cada rincón de la Diócesis de Montelíbano. Supo combinar con suma atención cada aspecto de las responsabilidades de la vida diocesana. Estableció y dejó actuar con liderazgo cada organismo del entramado de la Iglesia particular.
4). Su presbiterio lo lleva al corazón de su vida de pastor; preocupado y atento por ofrecer siempre lo que santifique, anime, dinamice, cultive y permita llevar un ministerio alegre en cada servicio que se preste.
5). Por último, un hombre de Dios que ama la Iglesia de Cristo, y vive para servirle con auténtica coherencia y testimonio; comprometido con la verdad: trabaja por la justicia y la paz; es, en fin, un acérrimo defensor de la vida y la dignidad de cada persona humana.
Padre Abaded Eduardo Hernández Zabaleta
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