Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto

María Magdalena, después de llorar desconsolada la muerte del Señor, lo encuentra y va a contarlo a los apóstoles
La muerte del Señor deja a sus amigos sin consuelo y llenos de frustración y miedo. Lo mataron y lo enterraron. San Juan cuenta cómo descubren que ha resucitado, cómo ese miedo y tristeza se torna en esperanza.
Son las mujeres, en especial María Magdalena quien va a la tumba de su Señor y, entre la tristeza, el miedo, su condición de mujer, amiga de un condenado, descubre a su “Rabuni” vivo: Desde la sorpresa, la incertidumbre y el amor vuelve a su comunidad a contar la Buena Nueva.
Nuestro evangelio es eso: El Señor Está vivo, triunfó sobre la muerte.
Al final, como de costumbre, el Señor Cardenal nos invita a pedir a nuestro arzobispo Ismael Perdomo, siervo de Dios, la intercesión ante el Señor por nuestras necesidades:
Dios, Padre rico en misericordia, que concediste a tu Siervo Ismael Perdomo, obispo, un entrañable amor a la Virgen María y las más admirables virtudes de fe, fortaleza, amor a los pobres, humilde abnegación, heroica paciencia y celo por la paz, concédenos por sus méritos la gracia que hoy solicitamos de tu infinita bondad (se hace la petición) para que así, seguros de su intercesión en el cielo, lo veamos prontamente entre el número de los santos. Amén.
Fuente Disminuir
Fuente





