Raíz sagrada de Jesé (Día cuarto)

Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no…
Isaías había profetizado: «Aquel día la raíz de Jesé, que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa. Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto de su pueblo que haya quedado de Asiria y de Egipto, de Patrós, de Cus, de Elam, de Senaar y de las islas del mar» (Isaías 11, 10).
Jesé es el padre de David (véase 1Samuel 16, 1-13). Este oráculo del libro de Isaías llama a fijar la esperanza en un salvador que procederá de la «raíz de Jesé». El hecho de no hablar literalmente de un descendiente de David sino de la «raíz de Jesé» nos hace pensar que el profeta está pensando no solamente en un Ungido (Mesías) futuro que ocupará el trono de David, sino en un nuevo David por cuya presencia y reinado Dios realizará la salvación de todos los pueblos. Con el Mesías, Dios dará un nuevo inicio a su obra desde el principio.
En este mismo sentido de remontarse sobre el pontificado de David, lleno de esplendor, leemos el oráculo de Miqueas: «En cuanto a ti, Belén de Efatá, la menor entre los clanes de Judá, de ti sacaré al que ha de ser gobernador de Israel; sus orígenes son antiguos, desde tiempos remotos» (Miqueas 5, 1). Con esta referencia al poblado de donde procede la familia de David el profeta Miqueas nos quiere decir que el Señor volverá a comenzar su obra donde ya la había hecho surgir, es decir, en Belén.
En el anuncio del juicio al final de la historia que nos ofrece el libro del Apocalipsis se revela que Cristo resucitado (representado en el cordero degollado que está vivo) es en quien se cumplen todas las esperanzas mesiánicas judías: «Yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo. Pero uno de los Ancianos me dice: “No llores; mira, ha triunfado en León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos.”» (Apocalipsis 5, 4-5).
La salvación es proyecto de Dios que él comenzó a preparar y realizar en las instituciones del pueblo de la primera alianza y que a través del renuevo del tronco de Jesé, es decir, a través de Jesucristo, el Verbo encarnado, tiene alcance universal, pues por el misterio de la Encarnación, Dios se ha unido, de cierta forma, a todo hombre.
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