Los obispos de Nicaragua agradecen la solidaridad del pueblo

El gobierno nicaragüense ataca a los obispos tras la segunda ronda de trabajo del Diálogo Nacional de Nicaragua que parece haber entrado en un proceso de franco…
La segunda ronda de trabajo del Diálogo Nacional de Nicaragua, con mediación de la Iglesia católica del país centroamericano, parece haber entrado en un proceso de franco estancamiento, tras la intransigente postura de la delegación del régimen de Daniel Ortega de no ceder a las demandas de los sectores estudiantiles, académicos, empresariales y de la sociedad civil de cesar inmediatamente la represión contra manifestantes pacíficos que exigen la renuncia del mandatario y su esposa, Rosario Murillo.
El ambiente tenso se cargó aún más, tras conocerse el informe preliminar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que reveló algo que todo el país ya sabía: el régimen orteguista había cometido gravísimas violaciones a los derechos humanos fundamentales del pueblo nicaragüense. La investigación del organismo continental determinó al menos 76 fallecidos y 868 heridos producto de la respuesta brutalmente represiva del Estado a las protestas contra anti-gubernamentales.
Un dato particularmente interesante de esta jornada del Diálogo es que todo el país pudo ver en directo nuevamente las intervenciones en la mesa plenaria, y la mejora de las condiciones para el trabajo de los comunicadores. La transmisión televisiva del Diálogo Nacional por parte de la cadena de los obispos, Canal Católico de Nicaragua 51, reforzó la idea de transparencia que han expresado los obispos de cara a este proceso.
"Los obispos fuimos flexibles, los mediadores tenemos que ser flexibles, tenemos que favorecer el ambiente y el entendimiento de las partes. Por razones obvias no permitimos la transmisión en vivo, pero nos dimos cuenta que muchas cosas se estaban filtrando, hoy es difícil mantener en secreto una cosa; si algo se está filtrando mejor que se filtre todo", explicó Monseñor Silvio José Báez, al responder preguntas de periodistas durante el mediodía.
Al caer la tarde del lunes, seguía la postura inamovible del régimen de negociar una transición pacífica y ordenada hacia la democracia. El gobierno en todo momento mantuvo un constante coqueteo al sector del gran empresariado del país, diciéndoles que las protestas generaban pérdidas económicas grandes al país.
Los empresarios respondieron que el modelo corporativista de Estado que había iniciado hacía 11 años estaba irremediablemente roto, y que apostaban por un cambio pues el país ya había cambiado desde el 18 de abril, día del estallido de las protestas populares.
Llegada la noche, el cardenal Leopoldo Brenes decidió levantar la mesa. El único acuerdo al que llegó la mesa fue a uno: Aceptar las recomendaciones del informe preliminar de la CIDH y crear una comisión por parte del Estado para el seguimiento de las mismas, en coordinación con la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Sobre el tema de los tranques (cierre total o parcial de carreteras) por parte de campesinos para exigir la salida de Ortega del poder, la mesa de Diálogo Nacional no llegó a ningún consenso, puesto que el gobierno no brindó las garantías que iba a detener la represión por parte de la policía antidisturbios y grupos de choque armados de la autodenominada Juventud Sandinista.
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