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Laudato Sí, cinco años intentando acampar en el corazón de la vida del mundo y de la Iglesia

1 de junio de 2020
Laudato Sí, cinco años intentando acampar en el corazón de la vida del mundo y de la Iglesia

Mauricio López es el secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), al concluir  la celebración de la Semana Laudato si’ ha hablado con diferentes medios…

Semana Laudato si’ y pandemia. Algo más que una coincidencia

Mauricio López: Aquí hay una terrible convergencia de factores que dan cuenta de la denuncia profética, esencial, en la encíclica Laudato Sí, la cual desde hace cinco años está intentando acampar en el corazón de la vida del mundo y de la Iglesia, y lamentablemente no ha conseguido hacerlo. En esta convergencia con la pandemia, se hace evidente e ineludible que los llamados que hace el Papa Francisco, que además no son sólo llamados propios, son los llamados de la ciencia, de la Iglesia profética histórica, de los pobres y de la casa común, convergen con una pandemia que nos está exigiendo ese imperativo ético universal de cambiar ya.

Miramos los 4 sueños de la exhortación Querida Amazonía del Papa y son absolutamente coherentes con la crisis climática y la crisis pandémica, que son signos concretos de la realidad que pide, que urge un cambio. Ahí el primer sueño del Papa, un sueño social, de exigencia de derechos humanos, de defensa de los pueblos, de defensa de sus territorios. Hoy, en medio de la pandemia, hay mayor extractivismo, mayor deforestación, violencia que se sostiene y un mayor impacto de esta situación de crisis con el virus de la COVID-19.

En el sueño cultural, una exigencia a la Iglesia y a las sociedades del mundo a desaprender y aprender, a abrazar, a reconocer la riqueza de la propia identidad cultural, de la belleza también diversa, de las espiritualidades de los pueblos originarios, para aprender a relacionarnos de nuevas formas unos con otros.

El sueño ecológico, la gran crisis que estamos viviendo, ya mencionada, y el sueño del Papa de cuidar el misterio de la belleza de Dios en todo lo creado.

Y por último, un sueño pastoral, que pide una Iglesia mucho más dialogante, que escucha, sinodal de hecho, y que en esta pandemia  nos damos cuenta que con todas sus fragilidades, con todas sus limitaciones, ha sido la Iglesia, junto con otras instancias, quizás la voz que se ha hecho presente con más fuerza, con mayor relevancia en todos los sitios más lejanos, y donde no cabe duda que el Papa se vuelve esa voz que grita en el desierto, en medio de vergonzosos líderes globales, a nivel también de regiones del mundo y en la propia Amazonía.

 

¿Por qué las denuncias del Papa, de los pueblos indígenas, del Sínodo por la Amazonia no están siendo escuchadas ni asumidas por los gobiernos y por algunos sectores de la Iglesia?

 

ML: Por pecado de omisión, no hay manera de decirlo más que ese, es un pecado estructural de omisión. Cuando los pueblos originarios están denunciando en esta pandemia un potencial etnocidio, lo que están denunciando es un verdadero pecado de omisión, donde las consecuencias serán muertes y fuertes situaciones de comunidades que se irán diezmando en números por esta decisión de precautelar los intereses económicos, los intereses de las pocas personas que tienen el control mayoritario de los recursos, por encima de las vidas humanas. Es la cultura del descarte en su máxima expresión ante un dilema ético extremo como esta crisis, tanto ambiental como pandémica, donde se transparentan nuestros verdaderos valores y decisiones, priorizando defender este dios mamón, el dios dinero del Antiguo Testamento, por encima de la vida. Por lo tanto, por encima del Hijo de Dios, Jesucristo, a quien seguimos crucificado en medio de esta realidad.

Hay una estructura de pecado en el mundo que se ha venido denunciando históricamente desde esta Iglesia profética, pero que sigue reforzándose cada vez más. Oxfam nos vuelve a presentar un dato que es completamente ilustrativo de lo que está pasando. Cuando 6 familias tienen el mismo dinero que el 50% más pobre del planeta, es evidente que estamos en una ruta de fracaso. Cuando el 1% de la población planetaria concentra el 85% de todas las riquezas del planeta, es evidente que vamos hacia el abismo. Es un pecado estructural, y lo que los pueblos indígenas denuncian, han denunciado durante el proceso sinodal, y luego después de él, son exactamente expresiones de esta situación que no da más.

Es cuando el Papa dice que este sistema mata, este sistema mata porque excluye, porque hace inviable la vida por la destrucción de los ecosistemas. Pero ahora este sistema mata también en la pandemia porque prioriza la defensa de los capitales y de los grupos económicos de poder que dominan a los gobiernos, por encima de los más vulnerables.

 

 ¿Cuáles serían los pasos que deberían ser dados para que, a nivel político y social, a través de diferentes organismos internacionales, esos pueblos indígenas puedan ser escuchados y sus propuestas puedan ser tenidas en cuenta como caminos de futuro?

 

ML: El diálogo fe-ciencia, nos plantea que cuando los pueblos originarios permanecen en sus territorios, y no tienen presiones, ni violencias, ni toda esta presencia de instancias extractivas destructoras, cuando ellos permanecen en sus territorios, como dice la encíclica Laudato Si’, son quienes mejor los protegen. Tienen una concepción y una cosmovisión de relación mucho más armónica desde la reciprocidad, y la cual tiene que ver también con la condición espiritual.

 

 Su espiritualidad se trata de la relación con su entorno donde viven y permanecen los espíritus de la vida, los espíritus de los que ya partieron, los espíritus de los elementos, y por eso hay una relación diferente. Después, por las propias dinámicas históricas, aunque no se puede homogeneizar a todas las culturas amazónicas, pero hay una consistente relación mucho más estable, de armonía con el entorno para la subsistencia. Es decir, la noción de acumulación, de pretender destruir, no está tan presente, porque hay una perspectiva del día con día, del bienestar, y de una perspectiva de largo plazo..

En este sentido, tendríamos que replantearnos muchas de nuestras opciones, para poder acompañarlos genuinamente. No pretendemos idealizar a los pueblos originarios, como todos, como toda organización, como toda persona, tienen luces y sombras, pero es un hecho concreto que su causa es esencial. Como alguna vez ha dicho el propio Cardenal Hummes, las personas nos son santas, pero su causa es santa. Creo que la causa santa de la defensa de la vida, de poder seguir existiendo es una causa del Evangelio para la Iglesia, y es ineludible también. Lo he dicho varias veces, es el mismo sentido de la encíclica Laudato Si’, es magisterio de la Iglesia, igualmente importante que cualquier magisterio sobre temas sacramentales y otros, que valoramos y respetamos. Lo que no es entendible es que el magisterio social de la Iglesia sea considerado secundario u opcional, o que incluso se le catalogue como algo de progresistas radicales en la Iglesia, cuando es Evangelio puro.

La primera actuación es escuchar la manera explícita, contundente, con la que el Papa está exigiendo a todos los y las creyentes a tomar un paso adelante y denunciar. Eso no está sucediendo, y es un llamado también esencial y no opcional. El Papa decía que la cobardía en la protección y en la defensa de la casa común era algo anti-natural para la Iglesia. Tenemos que darnos cuenta de que los discursos realmente contundentes de la Iglesia, de algunos episcopados, de la propia vida consagrada, la REPAM y otras, no calan hondo en la vida de muchas personas, por el mismo motivo por el cual no se asume la propia encíclica Laudato Si’. Pero ¿se puede rechazar a abrazar y acompañar a Jesús Crucificado? Es decir, si no hay una metanoia, una conversión radical interna, nada de esto tendrá posibilidad de tornarse en actuaciones concretas que tendrían que ser parte de la identidad inherente del católico y cristiano.

Lo segundo es que tenemos un doble discurso, me pregunto cuántos católicos de misa de todos los domingos, o más, están participando no sólo de las actividades de extracción que están destruyendo la Amazonía, sino que son los que encabezan y hacen parte de esas grandes corporaciones o gobiernos cómplices que se benefician con el dolor ajeno. Porque hemos visto también catástrofes asociadas a esto, y que se benefician de manera momentánea con la destrucción del patrimonio mundial, con la imposibilidad de que las futuras generaciones tengan futuro. Lo tercero es que estamos ante una ola de gobiernos, sea de izquierda o de derecha, sin escrúpulos, con una conciencia vendida completamente a los intereses económicos, que están prestándose para facilitar todas estas acciones de destrucción.

No hay un interés en escuchar a los propios pueblos, no hay un interés en escuchar a la ciudadanía en general, y hay una actitud populista, de derecha o de izquierda, que lo que quiere es mantener las conciencias tranquilas, dando algunas ayudas superficiales, cuando lo que están haciendo literalmente es destruir la posibilidad de la continuidad del sueño de Dios para sus hijos e hijas más amados, y para su casa común

Esto no es nuevo, 5 años hemos tenido la encíclica Laudato Si’. Mi pregunta es quiénes la han profundizado en serio. Los capítulos 5 y 6 son un verdadero programa de vida, programa eclesial, programa político y una invitación a la Iglesia profética. Seguimos dejando la encíclica en el olvido, porque incomoda, porque nos parece que no es relevante, aun siendo magisterio de la Iglesia.

 

¿Cómo esta semana ha ayudado a descubrir la necesidad de profundizar y cuáles son los pasos que deberían ser dados a lo largo del próximo año para qué la Iglesia, los católicos, y también la humanidad, profundicen en todo lo que encierra la Laudato Sí’?

 

ML: Ha habido una negación sistemática de acoger el mensaje de la encíclica Laudato Si’ en lo general de los creyentes. Te aseguro que la gran mayoría no han asumido una opción de cambio de vida desde el marco de la encíclica Laudato Si’, que la mayoría la han rechazado, y otros tantos la han ocultado y olvidado como si no existiera. La imagen es la siguiente, la encíclica Laudato Si’ estaba en cuidados intensivos infectada por la pandemia de la incapacidad de ver, iba perdiendo ya el oxígeno necesario para vivir, estaba contagiada. Y en este tiempo tan terrible de la pandemia, y gracias a este aniversario por sus cinco años de camino, ahora está respirando nuevamente, ha sido rescatada, un respirador de un despertar en la conciencia global y eclesial parece que le ha permitido volver a la vida, reafirmarse nuevamente, aunque no sabemos por cuánto tiempo. Y esta posibilidad, este respirador, viene justamente por la noción de límite y de fracaso societal que estamos viviendo como humanidad con la pandemia.

 

El Vaticano ha creado una comisión post coronavirus para intentar hacer propuestas de futuro, no solamente para la Iglesia, sino también para la humanidad después de esta pandemia. ¿Qué papel debe o puede jugar la Laudato Sí en el caminar de esa nueva comisión?

 

ML: El hecho de que el Papa esté a la cabeza de esta fuerza de trabajo con el Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, que está haciendo un esfuerzo admirable de articulación, nos dice que hay una interpretación adecuada de este signo de los tiempos. Una crisis como nunca se vivió, y en la que la pandemia es apenas una expresión inicial, porque ella está revelando y develando todas las inequidades, injusticias y lo que más fuertemente movía a las sociedades.

Es tiempo de tomar el valor para ensayar nuevos caminos, como fue el título de Sínodo amazónico. Nuevos caminos, porque ello ya no es opcional, y las fuerzas que querrán sostener el mismo modo de vida desigual y destructivo, que son poderosísimas y tienen el control sobre enormes fuerzas, van también a chocar con estos intentos de crear nuevas posibilidades distintas.

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