"La llamada de Dios no es un privilegio, sino un don que debe ponerse al servicio de los demás"
Continuando con su catequesis sobre la evangelización y el celo apostólico instó a los fieles a distinguirse “por la capacidad de salir de nosotros mismos” y recordó que el anuncio, para ser verdadero, “debe salir del egoísmo propio”.
En esta línea instó a los fieles a distinguirse “por la capacidad de salir de nosotros mismos” y recordó que el anuncio, para ser verdadero, “debe salir del egoísmo propio”.
El Pontífice precisó que los cristianos “deben ser abiertos y expansivos, los cristianos deben ser ‘extrovertidos’, y este carácter suyo proviene de Jesús, que ha hecho de su presencia en el mundo un camino continuo, dirigido a alcanzar a todos, incluso aprendiendo de ciertos encuentros suyos”.
El Santo Padre puso como ejemplo el encuentro de Jesús con una mujer extranjera, una cananea que le suplica que sane a la hija enferma, para explicar que “la predicación no debe limitarse al pueblo al que pertenece, sino abrirse a todos”.
“La Biblia nos muestra que cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con algunos el criterio siempre es éste: elige a alguno para alcanzar a muchos otros”, señaló.
“La llamada es un servicio”
Remarcó que “este es el criterio de la llamada de Dios” y advirtió que “la tentación más grande es la de considerar la llamada recibida como un privilegio”.
“La llamada no es un privilegio, nunca. No podemos decir que somos privilegiados en comparación con los otros. La llamada es un servicio. Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos”, reiteró.
Cuidado con "identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema", advirtió explicando que si fuera de esta manera perdería "su naturaleza verdaderamente católica, es decir universal para todos". No es un grupito de elegidos de primera clase. El horizonte es la universalidad, insistió el Papa, reiterando una vez más que "el Evangelio es para todos".
"La Buena Nueva tiene un poder humanizador, una plenitud de vida destinada a todo hombre y a toda mujer", porque Cristo nació, murió y resucitó "por todos, sin excluir a nadie", agregó.
Retomó también su primera exhortación apostólica, Evangelii gaudium, escrita hace diez años, al inicio de su pontificado, reiterando que los cristianos tienen el deber de anunciar el Evangelio "sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable", porque "la Iglesia no crece por proselitismo, sino 'por atracción'.
Solemnidad de Cristo Rey
Al finalizar su catequesis, recordó que el próximo domingo, 26 de noviembre, celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
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