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La Capilla Sixtina, joya renacentista que sobrecoge a los cardenales primerizos

5 de mayo de 2025
santo
Imagen:
RTVE.es
La Capilla Sixtina ha sido testigo de todas las elecciones papales desde 1492

Con sólo cinco excepciones, y se prepara nuevamente para ser escenario del cónclave. Los 133 cardenales electores, reunidos a puerta cerrada, tendrán la misión de elegir al sucesor del Papa Francisco a partir del miércoles rodeados de la belleza de los frescos de Miguel Ángel, Pietro Perugino, Sandro Botticelli y Domenico Ghirlandaio.

Situada estratégicamente en el corazón del Vaticano y protegida por la muralla leonina, la Capilla Sixtina fue construida sobre la antigua Cappella Magna. Desde su origen, sirvió no sólo como lugar de liturgia sino como espacio protegido para que se tomaran las decisiones cruciales que han marcado la milenaria vida de la Iglesia. 

Su cercanía simbólica al lugar del martirio de San Pedro también refuerza la dimensión espiritual de la elección que en ella se va a llevar a cabo.

La Capilla Sixtina, que debe su nombre al Papa Sixto IV, quien la mandó construir entre 1475 y 1483, se desprendió el lunes 28 de abril del trasiego habitual de turistas para poder adaptarla a las estrictas normativas del cónclave y garantizar las condiciones necesarias de hermético aislamiento que rodean las votaciones de los cardenales.

Un lugar privilegiado para experimentar la presencia divina 

Los seis siglos de tradición de celebrar aquí la elección papal fueron ratificados por San Juan Pablo II, quien destacó que el espacio contribuye a la vivencia de la presencia divina.

Del Génesis al Apocalipsis, la mano maestra de Miguel Ángel guiará a los purpurados presentes por las Sagradas Escrituras desde el comienzo del mundo, hasta las páginas finales de la Historia, en una catequesis vibrante a través del arte que les recordará la amenaza del pecado y la muerte, pero también la esperanza en la vida eterna.

Al mirar al techo, los cardenales sentirán sobre sus cabezas la potencia de la Creación de Adán, uno de los frescos más famosos del genio del Renacimiento italiano.

Otro testigo de la histórica elección será el Juicio Final, que presidirá el cónclave desde la pared donde está el altar. Allí serán colocados la urna de votación y el atril con el Evangelio sobre el cual los cardenales realizarán su juramento solemne.

En esta obra maestra, la figura de Cristo es el juez universal de vivos y muertos. A su alrededor hay ángeles que despiertan a los muertos con trompetas, esqueletos que van asumiendo la nueva carne a medida que avanza la resurrección de los muertos, numerosos santos y mártires que pueblan el cielo.

Más abajo, Caronte, con su barca, hace más fácil el paso de la muerte hacia el infierno, mostrando su destino a los condenados. Y, en lo más alto de todo el fresco, bien visibles, los símbolos de la Pasión de Cristo: la columna donde lo flagelaron, los dados con los que se repartieron sus vestiduras, la corona de espinas, y sobre todo la Cruz, que subraya cuál es el camino para llegar al cielo.

Los cardenales primerizos suelen quedar sobrecogidos por la grandiosidad visual que los rodea. Pintada por los más grandes artistas del Renacimiento, las obras de la Capilla Sixtina hablan a las conciencias, tal y como señaló Benedicto XVI, que con motivo de los 500 años de la bóveda de Miguel Ángel en 2012, invitó a interpretar las obras con la ayuda de la oración en su discurso.

“Rezar  en la Capilla Sixtina, envueltos por la historia del camino de Dios con el hombre, representada admirablemente en los frescos que están sobre nosotros y nos rodean, es una invitación a la alabanza, una invitación a elevar a Dios creador, redentor y juez de vivos y muertos, con todos los santos del cielo, las palabras del cántico del Apocalipsis: ‘¡Amén! ¡Aleluya!’”, aseguró.

De hecho, los artistas Miguel Ángel, Botticelli, Ghirlandaio y Perugino no trabajaron solos: los temas iconográficos fueron dictados por los más avezados teólogos de los Papas Sixto IV y Julio II quienes encargaron su decoración.

Sólo así se explica la coherencia entre los frescos del Génesis, las escenas de la vida de Moisés y de Cristo, y el Juicio Final que corona el ábside.

Con 40,23 metros de largo, 13,40 de ancho y más de 20 metros de alto, el espacio de la Capilla Sixtina impone una atmósfera de recogimiento. Al iniciarse el cónclave el miércoles, los cardenales ingresarán en procesión, entonando el Veni Creator Spiritus. Cada uno ocuparan su lugar asignado tras jurar solemnidad su compromiso de secreto.

El Papa es un mártir 

Pero antes de todo esto, los cardenales atravesarán la Capilla Paulina, en la que se encuentran los frescos que representan la Crucifixión de San Pedro, pintados por Miguel Ángel entre 1546 y 1550. 

Conocida como "capilla parva", es decir, "pequeña" en contraste con su vecina Capilla Sixtina, este precioso espacio sagrado, inaccesible al público, está reservado al Papa y a la exposición del Santísimo.

La potente imagen de San Pedro crucificado cabeza abajo, símbolo de su martirio, es ante todo un recordatorio visual de que el Papa es un mártir: un mensaje fundamental para que los cardenales elijan a su sucesor.

También Mozart quedó conmovido por la belleza 

La Capilla Sixtina no sólo ha sido escenario de elecciones papales, sino también de grandes celebraciones litúrgicas. Según cuenta la tradición, a mediados del siglo XVIII, el joven Wolfgang Amadeus Mozart viajó a Roma y quedó fascinado al escuchar el Miserere de Gregorio Allegri. Esta composición sólo podía interpretarse aquí durante la Semana Santa, ya que la partitura estaba celosamente guardada por el Vaticano. 

Actualmente, en la Capilla Sixtina suele celebrarse la Misa de la Epifanía en la que tanto el Papa Francisco como Benedicto XVI han bautizado a algunos de los hijos de los empleados del Vaticano.

A lo largo de los siglos, este espacio sobrecargado de belleza ha sido restaurado en varias ocasiones. Por ejemplo, entre 1980 y 1999 se llevó a cabo una exhaustiva limpieza para eliminar la pátina de suciedad causada por el polvo, hollín y la cera acumulados a lo largo de los siglos. 

La Capilla Sixtina sigue deslumbrando a las millones de personas que la visitan cada año. Un éxtasis estético que también vivirán los cardenales que, por primera vez, se sentarán bajo su bóveda para discernir el futuro de la Iglesia.

Fuente:
ACI Prensa
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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