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Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir

10 de agosto de 2022
Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir
Patrono de los diáconos, archivistas y tesoreros.

Cada 10 de agosto la Iglesia celebra a San Lorenzo, testigos del Evangelio al servicio de los pobres. Su martirio - uno de los más antiguos que están documentados - fue sobre una parrilla incandescente.

San Agustín (354-430) destacó su labor como diácono en uno de sus sermones: “La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de San Lorenzo, que superó las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica. Él, como ya se os ha explicado más de una vez, era diácono de aquella Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo, en ella, también, derramó su propia sangre por el nombre de Cristo”. Con estas palabras, San Agustín coloca a San Lorenzo como ejemplo de entrega total a Cristo, al punto de haberlo imitado entregando su propia sangre.

Piedad y caridad

El testimonio de este santo mártir, nacido en España en la primera mitad del siglo III, está caracterizado por la piedad y la caridad. El Papa Sixto II, tras su elección, le confía la tarea de archidiácono. Como responsable de las actividades caritativas en la diócesis de Roma, San Lorenzo administra los bienes y las ofertas para ayudar a los pobres, huérfanos y viudas.

Custodio de los “tesoros de la Iglesia”

En su juventud, su camino fue truncado por el drama de la persecución: en el año 258 d.C. se proclamó el edicto del emperador Valeriano por el que todos los obispos, presbíteros y diáconos deben morir.

San Lorenzo fue capturado junto a otros diáconos y al Papa Sixto II. El Pontífice fue asesinado el 6 de agosto. El emperador prometió a Lorenzo que salvaría su vida si le entregaba “los tesoros de la Iglesia”.

 

El Santo mostró al emperador los enfermos, indigentes y marginados. Estos, afirmó, son los tesoros de la Iglesia. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto, también san Lorenzo fue martirizado.

 

Quemado vivo en una parrilla

Según narra una antigua “pasión” recogida por san Ambrosio, San Lorenzo fue quemado en una parrilla.

 

San Ambrosio, en el “De Officiis”, imagina un encuentro entre Lorenzo y el Papa Sixto II camino del martirio. En el encuentro, Lorenzo dice: “¿Dónde vas, padre, sin tu hijo? ¿Hacia dónde te apresuras, santo obispo, sin tu diácono? Tú nunca ofreciste el sacrificio sin tu ministro. ¿Qué te disgustó de mí, padre? ¿Tal vez me consideras indigno? Ponme a prueba, para ver si has escogido un ministro indigno para la distribución de la Sangre del Señor. ¿Negarás a aquel que admitiste a los misterios divinos que sea tu compañero en el momento de verter la sangre?

 

Del martirio a la gloria

Su martirio fue una prueba suprema de amor. San León Magno, en una homilía, comenta de esta manera el suplicio de san Lorenzo: “Las llamas no pudieron vencer la caridad de Cristo; el fuego que lo quemaba era más débil que el que ardía en su interior”. Y agrega: “El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo, de Oriente a Occidente, que la misma gloria que vino a Jerusalén a causa de Esteban, tocó también a Roma por mérito de Lorenzo”.

La Basílica de San Lorenzo, y la iglesia en Panisperna

Tras su muerte, el cuerpo de San Lorenzo fue colocado en una tumba en la vía Tiburtina. En ese lugar, el emperador Constantino erigió una Basílica, restaurada en el siglo XX después de los daños provocados por el bombardeo americano sobre Roma el 19 de julio de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial.

En el lugar donde tuvo lugar el martirio se construyó la iglesia de San Lorenzo en Panisperna. Según algunas fuentes el nombre de Panisperna deriva de la costumbre de los frailes y las clarisas de distribuir a los pobres, el 10 de agosto, "panis et perna", pan y jamón.

Fuente:
Vatican News
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