En la familia vivimos el verdadero encuentro

Octavo día: 23 de diciembre
Signo: Una silueta de la familia
Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor
Meditación
Hoy asistimos a escuchar el relato del nacimiento de Juan, el precursor, que se completará mañana con el cántico de su padre Zacarías y nos preparará así próximamente a celebrar el nacimiento de Jesús. Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a actuar. La voz corre por toda la región y todos se llenan de alegría. Tiene razón los vecinos: ¿qué será de este niño? Juan será grande. Durante bastantes días, en este Adviento, hemos ido leyendo pasajes en que se cantan las alabanzas de este personaje, decisivo en la preparación del Mesías: testigo de la luz, voz que clama en el desierto y prepara los caminos del Señor, que predica la conversión y anuncia el día del Señor. La figura de Juan nos invita también a nosotros a la conversión, a volvernos hacia ese Señor que viene a salvarnos, y a dejarnos salvar por él. La voz de Juan en este Adviento, nos invita a la vigilancia, a no vivir dormidos, aletargados, sino con la mirada puesta en el futuro de Dios, y el oído atento a escuchar la Palabra de Dios. Es la voz que necesitamos todos en esta tierra bendita, admirable y dramática, para que luzca la esperanza, para que la alegría de la salvación sea bálsamo consolador en cada familia nuestra. Estamos urgidos de hacer viva la tarea de reconstituir la familia, de darle su identidad, de hacer de cada hogar un espacio sagrado de afecto, de ternura, de misericordia. Muchos y con la razón que les da la sabiduría, insisten en que la familia es el espacio en el que se vive la esperanza y en el que se aprende a estar atentos al amor de Dios, a la vida de gracia, a la familiaridad en la que se aprende a vivir. Ojalá que surjan entre nosotros y sean escuchadas las voces de profetas como el Bautista que clamen la llegada de la salvación y convoquen eficazmente a una Navidad auténticamente cristiana. El Papa Francisco nos dice: «En la mesa, en familia, cuántas veces se come y se mira la televisión o se escriben mensajes con el teléfono. Cada uno es indiferente a ese encuentro. Tampoco en el núcleo de la sociedad, como es la 26 familia, hay encuentro. Que esto nos ayude a trabajar por esta cultura del encuentro, como hizo simplemente Jesús. No sólo ver: mirar. No sólo oír: escuchar. No sólo cruzarse: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse llevar por la compasión. Y acercarse, tocar y decir en la lengua en que cada uno sienta en ese momento - la lengua del corazón - ‘no llores’ y dar al menos una gota de vida».7
Descargue la novena de navidad en el siguiente link: https://issuu.com/directorio2014/docs/arquidiocesis_bogota_-_novena_2017
7. Homilia del Papa: vencer la indiferencia construir la cultura del encuentro. 13 de septiembre de 2016.
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