Un testimonio de conversión a través de la Santísima Virgen

El padre Donald Calloway pasó su juventud entre drogas, delitos y prisiones. Hoy viste sotana y de su vida pasada sólo queda el amor por el surf
Nacido en 1972 en Dearborn Michigan, Estados Unidos, el padre Donald Calloway, antes de se ordenarse como sacerdote en 2003 como miembro de la congregación de los padres Marianos de la Inmaculada Concepción, tuvo una vida llena de excesos, entre el consumo de drogas, alcohol y prisiones.
Su vida estaba, como lo ha afirmado, “en espiral descendente”. No tenía un núcleo familiar estructurado, ninguna formación religiosa, vivía por cuestiones familiares en bases militares tanto en Japón como en Estados Unidos. Su cabello iba hasta la cintura, tatuajes por todo el cuerpo, drogas, alcohol, muchos excesos y una pasión desbordada por el surf. Su madre desesperada por aquella situación buscó la ayuda de un sacerdote, quien la convirtió al catolicismo, pero todo fue inútil, los tratamientos de rehabilitación solo funcionaban un tiempo y no solucionaban el problema. Pasó por varias correccionales, en Louisiana y visitó la cárcel más de una ocasión.
Pero fue en el año 1992 cuando empezó a cambiar todo “Entonces, una noche en 1992 sin poder explicar el por qué, supe que mi vida cambiaría por causa de un cambio radical. Sabía que algo iba a suceder. Algo me iba a suceder” afirma Calloway. Esa noche en vez de salir con sus amigos de fiesta se quedó en su habitación aguardando ese algo, así que salió de su cuarto a buscar una revista o un libro para leer mientras esperaba. “Quería ver una especie de revista con fotos mientras estaba esperando, algo así como National Geographic. Di algunas vueltas por la sala, hasta que un libro que desconozco el por qué estaba allí, captó mi total atención. Tenía escrito: La Reina de la Paz, Visitas a Medjugorje. Era un texto sobre el lugar de las apariciones en Bosnia-Herzegovina escrito por el padre Joseph A. Pelletier.”
Pero Calloway, no podía comprender la mayoría de palabras que provenían del libro, dado su pobre formación religiosa. “Creía incluso que Jesús era una especie de Santa Claus, yo era una pizarra en blanco”, recuerda. Luego continuó observando imágenes, y vio otras palabras, como “Rosario”, “la comunión” y “Eucaristía”, sobre los cuales tenía una idea muy vaga. A pesar de que esos términos fueran desconocidos para él, empezó a leer con gran pasión. “Leí el libro entero antes de las 3:30 o 4 de la mañana. Me comí ese libro como si en ello me jugara la vida. Lo consumí. Y me dije: ‘¡Esto es verdad!’; ‘Todo en este libro es cierto’. La Virgen decía que Jesús era Dios, y pensé, ‘lo que dice es verdad’. Todo me parecía tan hermoso y perfecto que en ese instante la Virgen cautivó mi corazón. Sin dudarlo un segundo me dije: Yo me entrego totalmente a esta mujer.”
Al día siguiente le comentó a su madre que quería ir a ver un sacerdote, así que ella sin pensarlo acudió al capellán de la base donde residían, y durante la misa que éste celebró experimentó la presencia de Cristo en el Calvario. “Se paró el tiempo. Me vi en el Calvario en la contemplación de los fieles del sacrificio del cordero, sentí a Cristo de tal forma que todo lo que sabía era que yo estaba locamente enamorado de él que es Dios y nuestro Salvador, asegura Calloway.
Tras hablar con el sacerdote, y convertido ya, rezó, se deshizo de cuantos objetos negativos había en su casa, lloró y se arrepintió. “Después de mucho tiempo me recosté en la cama y por primera vez en años me sentí libre. Una paz increíble se apoderó de mí. Luego sucedió aquello que no sé cómo explicarlo. Cuando estaba a punto de dormirme, algo vino por detrás y tiró de mi cuerpo. Mi alma o espíritu o lo que fuese, salía de mi cuerpo. No podía decir nada, no me podía mover, espiritualmente lloré, me aterroricé de miedo. La única persona que conocía era a María, entonces grité con toda mi alma “¡María!” y de repente me empujaron de nuevo en mi cuerpo con la fuerza del universo sobre mí. Oí entonces la voz femenina más hermosa que he escuchado y haya oído, diciéndome: Donnie, estoy tan feliz. Nadie que no fuere mi madre me había llamado Donnie, fue increíble.”
Así nació el nuevo Donald Calloway, que con el tiempo se unió a una congregación religiosa especialmente centrada en Nuestra Señora, los Marianos de la Inmaculada Concepción, fundados por el escolapio polaco Estanislao Papczynski en 1673.
Es allí donde se ordenó como sacerdote, luego de cursar estudios de filosofía y teología con franciscanos y dominicos. Después de su ordenación, el padre Donald Calloway ha escrito diversos libros sobre mariología, sobre la espiritualidad de Santa Faustina de la Divina Misericordia, además de su testimonio sobre la trasformación que realizó la Santísima Virgen en su alma. Actualmente recorre el mundo dictando conferencias, contando su historia de fe y conversión a través del rosario, debido a que lo reza todos los días desde su renacer “Rezo el rosario todos los días. Lo hago así desde mi conversión al catolicismo en 1992, muy pocos días lo habré dejado de hacer”.
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