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También nosotros necesitamos ser curados por Jesús     

8 de septiembre de 2024
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Jesús sale de los confines sagrados de la Palestina y emprende un largo viaje por las lejanas tierras de Tiro y de Sidón, habitadas por paganos, para anunciar la Buena Noticia.

Para la mentalidad de la época la sordera y la mudez eran consideradas como castigo por el pecado. Jesús, al sanar al sordomudo que le presentaron, le devuelve la salud y lo reintegra a la vida social. Obrando de esa manera, ante la necesidad de un ser humano, Jesús  manifiesta la presencia del Reino de Dios,  el Reino que salva, el Reino que sana, el Reino que libera.

Jesús es el enviado de Dios que trae la salvación anunciada por los profetas, Isaías 35, 1ª.Lectura. Y el Salmo 145 canta a Dios, protector de todo necesitado que acude a Él si con fe espera en el Dios de Jacob que hizo el cielo y la tierra.

Digamos que el sordomudo es la imagen del discípulo que muestra su incapacidad para entender la Buena Noticia. Es Jesús quien tiene que abrir sus oídos y destrabar su lengua. “Effetá” es un término arameo: esto es “Ábrete”.

Esta curación de un sordo mudo es una invitación a dejarnos trabajar por Jesús para que sea Él mismo quien nos abra bien los ojos y los oídos a su Persona y a su Palabra; para que nos cure de nuestra sordera y de nuestra “tartamudez”, al predicar el Evangelio; invitación a no cerrarnos al Evangelio, sino a abrirnos a su Palabra y a su acción en nosotros. No obstante ser definidos como “oyentes de la Palabra”, la comunicación con Dios y con nuestros hermanos, se ve entorpecida por la falta de disposición para ver y oír.  Necesitamos dejarnos curar por Jesús.

Cada uno de nosotros, todo el pueblo de Dios, tiene que actuar siempre con lucidez y responsabilidad en el cumplimiento de su tarea evangelizadora. Todos nosotros, sacerdotes y fieles bautizados tenemos que hacer acto de presencia en nuestro país y en el mundo con la Palabra de Dios y el testimonio de vida, saber captar e interpretar los signos de los tiempos actuales, salir del aislamiento y obrar en consecuencia. Hablar de un silencio calificado como prudente, no es la misión de la Iglesia, mucho menos en momentos de deshumanización, confusión e incertidumbre. 

Hoy y mañana pidamos a Jesús que cure nuestra sordera a su persona y a su palabra y nos haga predicadores valientes y testigos vivos del Evangelio en los oscuros días que está viviendo nuestra patria.

Hoy 8 de este mes celebramos el nacimiento de la Santísima Virgen. Dios te salve María, Madre de Dios. Ruega por nosotros. 

Padre Carlos Marín G.

 

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