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Ser cristiano es ser un discípulo   

21 de mayo de 2023
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Autores cristianos, estudiosos de la Palabra, explican que San Mateo pudo haber sentido temor de que una lectura ingenua y equivocada de la Ascensión del Señor despertara en aquellas primeras comunidades una sensación de orfandad y abandono.

Comprendemos entonces por qué pone fin a su Evangelio, no con la narración de la Ascensión del Señor a los cielos,  como lo hace San Lucas, Hechos 1,11, 1ª. Lectura de la Misa, sino con un relato de encuentro en un monte de Galilea con los once, del envío a “Hacer discípulos”, y con la promesa de “Estar con ellos hasta el fin del mundo”.

En Galilea comienza Jesús el anuncio del Reino y allí mismo cita a sus discípulos para un encuentro que se convierte en un momento decisivo: Jesús constituye al nuevo pueblo mesiánico que continúa en el mundo su misión: Es el momento del nacimiento de la Iglesia.

La actitud de los discípulos, que al verlo, se postran ante Él, es expresión de su fe, la cual se convierte en el fundamento del nuevo pueblo, de la Iglesia, que continúa en el mundo la obra de Jesús. El fin de esa misión es “Hacer discípulos”, dos palabras que constituyen la expresión más exacta de la existencia cristiana. Ser cristiano es exactamente eso: Ser un discípulo, alguien que establece una estrecha relación personal y de seguimiento con  Jesús, Salvador y Maestro.

La fe en que Jesús está con nosotros, cada día, hasta el fin, es la fe que ha animado a las comunidades cristianas a lo largo del tiempo, y hoy también: No estamos solos en el mundo, abandonados a nuestras propias fuerzas: Él está con nosotros. Caer en lamentaciones, en derrotismo, así el momento sea de amenazas, no es otra cosa que falta de fe y de confianza en Él. Es la teología de la presencia del Señor resucitado en su Iglesia.

El Señor Jesús no es un personaje del pasado, de siglos anteriores, sino alguien que vive, que está presente, que nos ama, y nos da la fortaleza que hoy y mañana necesitamos. Cuando dos o más hombres y mujeres bautizados se reúnen en el nombre de Jesús, allí está Él en medio de ellos. No son huérfanos que tratan de darse consuelo unos a otros.

Jesús resucitado ha recibido del Padre “Pleno poder en el cielo y en la tierra”, confía a sus discípulos una misión:  Hacer discípulos suyos. No es cualquier cosa, no es simplemente predicar una doctrina, Es dar testimonio del Resucitado con su vida, vivir como Él, proclamar el Evangelio, hacer un mundo más humano. Que todos sepan que Jesús a todos nos llama, a todos nos busca, a todos nos espera .

Para contagiar nuestra fe en Jesús no tenemos que ser teólogos gradados en la universidad; lo podemos hacer con  palabras sencillas, como buenos conocedores de lo esencial de nuestro Credo, con el testimonio de nuestra vida, con la alegría propia de los redimidos por la Sangre de Cristo.

Unámonos a la Virgen María en el Cenáculo y preparemos con ella nuestros corazones para la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo.  

P. Carlos Marín 

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