¿Quién es Jesús para nosotros…?   

Este capítulo VII  de San Marcos, narra, por decirlo así, un momento de crisis en la vida y predicación de Jesús. Sus palabras, sus gestos, sus milagros, han sido mal interpretados, no despiertan la fe en el Reino de Dios. Es uno de los momentos más tensos y fuertes de todo el Evangelio. ¿Los discípulos a quién están siguiendo?. 

Es una cuestión vital, para Jesús y para ellos. ¿Qué es lo que descubren en Jesús, en su vida, en su palabra, en su proyecto?

Jesús quiere saber qué es lo que piensa la gente y qué es lo que piensan sus discípulos, y por eso les plantea una cuestión vital: ¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Y vosotros quién decís que soy yo? 

La respuesta de los discípulos es frustrante incluyendo la de Pedro, y la reacción de Jesús es de una dureza inesperada; este discípulo recibe una orden de silencio expresada con severidad, pues no corresponde a lo que Jesús piensa de sí mismo ni a su condición de enviado por el Padre para instaurar su reinado y salvar al pueblo. Los discípulos no han cambiado de idea ni mentalidad, se resisten a perder sus proyectos de triunfo político. Pedro le da un título: “Mesías”, el cual tiene un sentido y una resonancia exclusivamente política.  

Ante esta situación, Jesús les habla con claridad sobre su misión y su destino. El suyo no es un camino glorioso, de triunfo fácil.  El plan de Dios Padre sobre Él es el del servicio en la humillación, el dolor, la muerte. Pedro no entiende ese lenguaje; como satanás intenta apartar a Jesús del cumplimiento de su misión. Por eso, reunidos todos, la gente y los discípulos, Jesús concluye que quien quiera seguirle tendrá que recorrer el mismo camino de renuncia a sí mismo y de muerte. La única manera de estar con Jesús es cargar con la cruz y seguirle; la única manera de conservar la vida, es perderla por Él y la Buena Noticia. Un criterio decisivo, un camino, el único, que asegura la verdadera vida, la definitiva, la eterna. 

Hermanos, para nosotros es vital conocer y confesar con la mayor hondura posible el misterio de Jesús. Por eso los invito a hacernos estas preguntas: ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Lo amamos sobre todas las cosas? ¿Es Él quien inspira y guía nuestra vida? Y ¿Qué estamos haciendo para construir una Colombia más humana,  cristiana de verdad, siguiendo sus pasos? ¿Qué estamos haciendo para sembrar en nuestra patria conciencia de humanidad y de hijos de Dios?.

Es una invitación a un juicioso examen de conciencia sobre la autenticidad de nuestra fe católica en tiempos en los cuales “no cesa la negra noche”, pues son muchos los colombianos  que ya no creen en las palabras del que murió en la cruz.

Padre Carlos Marín G.