Pasar al contenido principal
#397dff

¡Queremos ver a Jesús!

17 de marzo de 2024
er
Imagen:
Freepik

Como los peregrinos griegos que vinieron a Jerusalén a celebrar la Pascua de los judíos, también ustedes y yo: ¡Queremos ver a Jesús!. ¿Acaso me equivoco? ¿No es cierto que tenemos un deseo profundo, de conocer el misterio que se encierra en aquel hombre Jesús, Hijo de Dios? Eso es sentirse atraídos por Jesús.

Cuando Felipe se lo dijo, Jesús pronunció un discurso desconcertante, pero vibrante, que resume el sentido profundo de su vida, y que probablemente en aquel momento nadie entendió: “Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”. Su verdadera grandeza y su gloria se verá cuando sea crucificado. Será entonces cuando atraerá a todos hacia Él. Un poder de atracción que solo el Hijo de Dios posee.

¿Y cómo se explica esto? En Jesús crucificado, en una vida entregada hasta la muerte, se descubre, se revela, el amor sin medida de Dios en su Hijo Jesús. Y cuando descubrimos ese amor y nos sentimos atraídos por Él, es cuando empezamos a ser y a vivir como cristianos. Es cuando empezamos a entender qué significa tener fe en Dios.

Para explicar la fuerza que encierra su muerte en la cruz, Jesús emplea una imagen sencilla: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”. Es decir, si muere, germina y hace brotar la vida. Con la vida sucede lo mismo que con el grano de trigo.

Jesús sufrió y murió por amor. Es el misterio que se esconde en la vida y en la fecundidad, el valor salvífico universal de la muerte de Jesús: Nos atraerá a todos. Su muerte será un triunfo sobre el pecado, sobre el mal en el mundo.

Pero seamos claros. Sentirse atraídos por Jesús es mucho más que oír misa o asistir a una ceremonia religiosa en la Semana Santa. Es la mirada interior en Jesús crucificado; es sentirnos atraídos por su entrega total al Padre, por su vida, por su pasión dolorosa y por su muerte en la cruz.

De aquí su llamado: El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí estará mi servidor. Que nazca en cada uno de nosotros el deseo de “Servir” a Jesús, de ser sus testigos, de amar como Él nos amó; compartir su vida, su proyecto de una humanidad nueva. Eso es ser cristiano.

Eso debe ser la Iglesia, eso debe ser un sacerdote, eso debe ser un hombre o una mujer de fe. Cuánto bien podríamos hacer hoy si supiéramos atraer hacia Jesús crucificado a todos los colombianos, a los ricos y a los pobres, a los dueños del poder político y del económico, a los que no tienen voz, a los que sufren pobreza extrema, a los que hoy están destruyendo el país.

Unos griegos le dijeron a Felipe: ¡Queremos ver a Jesús! de seguro ya se sentían atraídos por Él. Si nosotros hacemos lo mismo, querrá decir que el grano de trigo ya está empezando a dar frutos.

Padre Carlos Marin G.

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Noticias relacionadas

#397dff
#397dff
#397dff