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Novena de Navidad: Tercer día

18 de diciembre de 2025
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Tercer día: 18 de diciembre 

Oración para todos los días

Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio. Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Tercer fruto

Paciencia con fundamento en Dios 

Texto bíblico: Mateo 1, 18-24

El protagonista en este tercer día de oración en torno al pesebre es San José, a quien invocamos en estos días de novena como el esposo de María, y el padre adoptivo de Jesús. La historia de José no es ajena ni mucho menos distinta a la historia de todo el pueblo de Dios y de la entera humanidad, que como lo recordamos ayer, está siempre caracterizada por la fragilidad, y si se quiere, también por las muchas tentaciones de frente a las dificultades que la ponen a prueba. El texto bíblico pone en evidencia la sensación de desconcierto por la que lógicamente atraviesa José, lo que nos recuerda las muchas veces en las que también nosotros de frente a las crisis que van apareciendo nos sentimos igualmente confrontados hasta el punto de querer actuar impulsivamente como producto de la desesperación. Se nos olvida con frecuencia que la vida siempre se empecina en sorprendernos, algunas veces de modo grato, otras tal vez para ponernos a prueba, pero sin lugar a dudas siempre induciéndonos a dar lo mejor de Día tercero nosotros mismos para responder, como se debe, a cada situación que nos sale al paso. Si bien es cierto que en un primer momento José experimenta la tentación de precipitarse y actuar según la inmediatez de los acontecimientos, luego nos da una lección que realmente puede ser estimulante para todos los seres humanos que hoy más que nunca estamos sometidos al frenetismo y a la desesperación: ante una situación desconcertante, José espera, discierne y actúa según la voz de Dios. Así las cosas, aprendemos con San José que la esperanza nunca se identificará con la prisa; al contrario, esperanza es confianza que se traduce en frutos de expectativa paciente y filial del tiempo de Dios, que todo lo explica y en lo cual todo adquiere sentido, sobre todo cuando más nos cuesta entender lo que nos pasa y tenemos que afrontar. Próximos a celebrar su nacimiento, supliquemos al Señor en este tercer día de la novena que, animados por la esperanza y en medio de problemas familiares o personales que tanto nos aquejan, no nos acostumbremos a actuar a la ligera; por el contrario, pidamos el fruto de la paciencia y la gracia de ver aumentada en nosotros la espera serena para poner todo en manos de Dios y dejarnos persuadir de su Palabra antes de decidir con precipitación.

Gozos al Niño Jesus

Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven, no tardes tanto!

Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡!Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!


¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah! ven prontamente para rescatarnos,
y que un Niño débil muestre fuerte brazo!


¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo

Llave de David
que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!


¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa
de tus dulces labios!


¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen
del Dios Soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y, en forma de Niño, da al mísero amparo!

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!


¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean,
en tiempo cercano!

Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!


¡Del débil auxilio,
del doliente amparo, consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi Dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
 

¡Véante mis ojos
de Ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

 

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. 

Dios te salve, María.

 

Oración a san José

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén. 

Padre Nuestro.

Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡!oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

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