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Novena de Navidad: Segundo día

17 de diciembre de 2025
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Día segundo: 17 de diciembre 

Oración para todos los días

Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio. Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Segundo fruto: 

17 de diciembre 

Fragilidad fecunda 

Texto bíblico: Mateo 1, 1-17 

En este segundo día de la novena, la lectura del evangelio nos sugiere la escucha atenta y detallada de la genealogía de Jesús. Este texto, extenso en nombres, pone señala cómo la historia del mundo se ha desarrollado a la par de la vida misma de las personas, en donde curiosamente prevalece el lado más frágil y vulnerable de nuestra condición humana. El relato da cuenta de la coexistencia de todo tipo de personas, algunas más fieles a los planes del Señor; otras muchas caracterizadas por su pecado, sus inconsistencias y sus abundantes dramas. Pero es este escenario complejo en donde actúa con mayor contundencia la fuerza misteriosa de Dios que pese a las muchas historias de vida rotas y fragmentadas de los seres humanos, se inserta en la historia misma de los hombres para redimirla y enderezar las sendas de quienes optaron por darle una dirección distinta o equivocada al horizonte de su existencia. Este modo de obrar de Dios, que básicamente es su intervención en el tiempo y en las realidades concretas de las personas y de las comunidades, Día segundo constituye una buena noticia para los hombres y mujeres de toda época, pues nos recuerda que ni siquiera nuestras debilidades son un obstáculo para Dios; por el contrario, las podemos entender como la materia prima para que realice su obra en nosotros. En este segundo día de la novena, como fruto de este Año Santo, celebremos la fragilidad fecunda. La pedagogía del jubileo nos ha llevado a presentarnos delante de la misericordia del Señor con la verdad de nuestra vida. Del Señor y de su infinita bondad hemos experimentado que nuestra historia puede ser redimida si así se lo permitimos, hasta llegar a convencernos de que aquellas situaciones que a nivel personal más nos cuestan, dada nuestra fragilidad, pueden convertirse en una oportunidad inmejorable para que el Señor continúe realizando en nosotros la buena obra de su misericordia. Próximos a celebrar su nacimiento, supliquemos al Señor en este segundo día de la novena que, animados por la esperanza, aprendamos a reconocer su mano providente en nuestra historia familiar, social y eclesial; incluso en momentos de caída o dolor, y agradezcamos porque es justamente en la verdad de nuestra fragilidad que Dios siembra en nosotros vida y fecundidad.

Gozos al Niño Jesus

Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven, no tardes tanto!

Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡!Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!


¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah! ven prontamente para rescatarnos,
y que un Niño débil muestre fuerte brazo!


¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo

Llave de David
que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!


¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa
de tus dulces labios!


¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen
del Dios Soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y, en forma de Niño, da al mísero amparo!

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!


¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean,
en tiempo cercano!

Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!


¡Del débil auxilio,
del doliente amparo, consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi Dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
 

¡Véante mis ojos
de Ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

 

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. 

Dios te salve, María.

 

Oración a san José

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén. 

Padre Nuestro.

Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡!oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

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