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Novena de Navidad: Octavo día

23 de diciembre de 2025
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Octavo día: 23 de diciembre 

Oración para todos los días

Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio. Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Octavo fruto

Gozo compartido 

Texto bíblico: Lucas 1, 57-66

Tras el nacimiento de su hijo, Isabel y Zacarías ven cumplida la promesa de Dios. Su natural alegría es la reacción lógica de quienes han experimentado el favor divino. Ahora pueden dar testimonio gozoso de la grandeza del Señor que hace posible lo aparentemente inalcanzable y se hace extensivo a todos sus familiares y amigos. La verdadera alegría cristiana es un escenario en el que se sienten implicados todos aquellos que estiman como propias las satisfacciones y logros de sus hermanos; es una alegría que descarta cualquier sentimiento individualista, ya que se celebra, y se comparte con otros. Sin embargo, el único motivo que la comunidad tiene para celebrar no es solo el hecho del nacimiento del Bautista. Detrás de la noticia de su nacimiento, se revela a todos los que han sido testigos del acontecimiento una noticia cargada de profunda esperanza: Dios también puede favorecer a los que, como Isabel y Zacarías, saben confiar en las promesas del Señor y perseverar hasta verlas cumplidas. Esta convicción es lo suficientemente fuerte para llevar a Zacarías e Isabel y su entorno familiar Día octavo y de amigos, a alimentar una esperanza compartida que se traduce simultáneamente en gozo comunitario. Desde esta perspectiva se comprende, entonces, lo trascendental que es para quienes se sienten familia y miembros de una misma comunidad, esta experiencia del gozo compartido. Sin lugar a dudas, debe ser una característica esencial de la vida de todos los cristianos, maxime cuando ante tantos ambientes individualistas que patrocinan la rivalidad y el egoísmo, la Iglesia, y por ende nuestras propias familias, deben presentarse al mundo como signo vivo de una alegría que crea vínculos, que hace más fuertes las relaciones, que favorece la comunión, y que fomenta una necesaria esperanza como condición indispensable para seguir aspirando gozosamente a aquellos ideales y legítimas aspiraciones que sostienen la vida. Próximos a celebrar su nacimiento, supliquemos al Señor en este octavo día de la novena que, animados por la esperanza, hagamos de las propias bendiciones recibidas, ocasión de fiesta compartida; que el gozo espiritual, al sentirnos amados por la gran bondad del Señor, trascienda las barreras de nuestro propio corazón y alcance los ánimos de los que necesitan redescubrir motivos para alegrarse y hacer más fuerte su esperanza en las promesas divinas.

Gozos al Niño Jesús

Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven, no tardes tanto!

Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡!Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!


¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah! ven prontamente para rescatarnos,
y que un Niño débil muestre fuerte brazo!


¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo

Llave de David
que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!


¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa
de tus dulces labios!


¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen
del Dios Soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y, en forma de Niño, da al mísero amparo!

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!


¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean,
en tiempo cercano!

Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!


¡Del débil auxilio,
del doliente amparo, consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi Dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
 

¡Véante mis ojos
de Ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

 

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. 

Dios te salve, María.

 

Oración a san José

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén. 

Padre Nuestro.

Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡!oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

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