Jesús va camino de Jerusalén. Un hombre honrado, educado y cumplidor de la ley, necesita luz para orientar su vida; se acerca al “Maestro bueno” con gran respeto y le pregunta qué ha de hacer él personalmente para para “heredar la vida”. Jesús le recuerda los mandamientos de ese Dios bueno. Según la tradición bíblica ese es el camino para la vida eterna. El hombre lo ha cumplido todo eso desde pequeño, pero es un ser humano que siente dentro de sí una aspiración más honda. Está buscando algo más.
Jesús se le queda mirando con cariño; entiende muy bien su insatisfacción. Lo invita a orientar su vida desde una lógica nueva. “Una cosa te falta”: salir del círculo estrecho de la preocupación por su propia vida; pasar del hombre ético, al discípulo que sigue al Maestro; pasar de hombre que cumple la ley, a hombre que sigue a Jesús, en el camino.
No le impone un nuevo mandamiento, como podría ser el de la pobreza, lo que le falta es el seguimiento; es el identificarse con un Jesús que es pobre, que ama a los pobres, que da su vida por los pobres. Jesús lo invita a seguirlo hasta el final: lo que te falta es vender lo que tienes, darlo a los pobres y seguirme.
Ese hombre es muy rico y no sabe compartir sus bienes, por eso frunció el ceño y se marchó entristecido. Prefiere su dinero, es decir, vivirá sin seguir a Jesús.
Jesús saca provecho de la situación para desmitificar la riqueza, invierte los valores y manifiesta la oposición entre el dinero y el Reino de Dios. Su mensaje es claro: no basta con preocuparse por la propia salvación o por la vida futura, hay que preocuparse por los que sufren el mundo.
Los discípulos no salen de su asombro, y Jesús da un paso adelante: hace extensiva a todos la dificultad para entrar en el Reino; y esa dificultad la convierte en imposibilidad para el rico, utilizando la metáfora de la aguja y el camello. Solo Dios puede hacer que quien es rico y comparte sus bienes con los pobres, pueda entrar en el Reino porque se ha hecho verdadero discípulo.
¿No es esto lo que nos está haciendo falta hoy a los cristianos? Son muchos los que quieren serlo sin seguir a Jesús, sin hacer lo que hizo Jesús. Por eso no sentimos la libertad y la alegría propias de los seguidores de Jesús.
La vida se nos ha dado no para nadar en la riqueza, sino para compartir los bienes como buenos hermanos y así seguir a Jesús. No pretendamos ser buenos cristianos sin seguir, sin imitar a Jesús. Tenemos que trabajar mucho más porque en Colombia haya de verdad humanidad, justicia y libertad; así lo quiere Jesús.
Padre Carlos Marín G.
Fuente Disminuir
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