Esta verdad, o dogma mariano, es el primero definido por un Concilio, celebrado en Efeso en 431; presidido por el obispo san Cirilo de Alejandría, siendo Papa san Clementino I.
Años después fue proclamado por otros Concilios Universales, el de Calcedonia en 451 y de Constantinopla en 553.
Texto de la definición: La virgen María sí es Madre de Dios porque su hijo, Cristo, es Dios.
Cuenta el mismo san Cirilo que esa noche hubo en Efeso una procesión con antorchas encendidas mientras cantaban: <<Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén>>.
En las catacumbas en Roma hay pinturas con este nombre: María Madre de Dios. Siglo 2, 3 y 4º.
El magisterio de la Iglesia ha sostenido y celebrado de manera unánime e ininterrumpida este dogma mariano. Más recientemente, el Concilio Vaticano II ratificó y celebró esa definición.
María es verdadera madre - nacido de una mujer, - es verdadera madre de dios – theostokos - y es madre de todos los hombres (Madre nuestra): <<He ahí a tu madre>>.
La Inmaculada Concepción, proclamada por Pío IX, 8 diciembre 1854. La Asunción al cielo en cuerpo y alma proclamada por Pío XII, 8 de diciembre 1950.
Una de las oraciones más antiguas: del siglo III: Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos de todo peligro. Oh siempre Virgen, gloriosa y bendita.
Hermanos queridos: No marginemos a la Madre de Dios, la Virgen María, de nuestra fe católica, de nuestra vida espiritual, de nuestra vida cristiana, de cada día.
“Me felicitarán todas las generaciones”. Eso es lo que toda la Iglesia hace hoy y hará siempre. En María y por María, una mujer de nuestra raza, Dios ha hecho cosas grandes.
Hermanos: Que el amor a la Virgen, Madre de Dios, y la celebración de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, nos sirva a todos, hombres y mujeres de fe, para tomar conciencia de la vocación de cada uno de nosotros como seres humanos y como hijos de Dios, y también de nuestra verdadera misión en el mundo. La mujer es obra de Dios, y es siempre y en cualquier circunstancia de la vida, camino para conocer a Dios, para descubrir, celebrar y agradecer su amor por nosotros.
Saludo y bendición para todos. P. Carlos Marín G.
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