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Bautismos vergonzantes

11 de septiembre de 2025
baustismo adultos
Imagen:
de referencia - religionenlibertad.

*Por: Padre Tadeo Albarracín - Doctor en Liturgia


¡Cómo nos está costando trabajo salir de la cristiandad! Hay que recordar que son quince siglos en los que se considera que todo el mundo es cristiano, porque las personas comparten el mismo horizonte de vida y sus acciones se rigen por una ética inspirada en el Evangelio. 

En este ambiente la fe crece casi silvestremente. Cuantiosas hagiografías de los cristianos canonizados por la Iglesia durante estos siglos refieren que el neonato es bautizado a pocas horas de ver la luz de este valle de lágrimas; generalmente se le llama con un nombre debidamente documentado en el martirologio correspondiente a esa fecha; los rasgos de nobleza se significan con la adición de los nombres de los abuelos y de otros santos caros a la familia. 

Es prácticamente inaudito que una criatura no sea bautizada a temprana edad; si en alguna circunstancia inusual se tuviese noticia de alguien no bautizado a este se lo adjetiva ‘judío’. Judiito o judiita, en la urbanidad cundiboyacense. Pero la cristiandad se despidió, el DRAE no define el adjetivo o el sustantivo judío acudiendo a referencias cristianas. 

Sin embargo, sobrevive en el ambiente una especie de bautismo vergonzante, que se celebra casi en secreto cuando en el grupo de niños en edad escolar que se preparan para comenzar a comulgar hay un compañero que no ha sido bautizado; a él, a su familia y padrinos se les cita para el rito disimulado, casi misterioso, fuera del cortejo de los nóveles comulgantes, como si fuera objeto de intimidación quien no estuviera bautizado. 

El párroco reúne al infante catecúmeno y a su familia media hora antes de la misa y celebra en rito privado el bautismo, es necesario hacerlo de prisa para que el neófito logre incorporarse a la procesión de entrada con los otros niños. En algunos casos es el animador de la pastoral en un centro educativo quien recomienda a los padres que busquen la ayuda de la parroquia para que le puedan llevar el niño ya bautizado antes de la celebración de la Eucaristía de las primeras comuniones del colegio. 

En la presentación del septenario sacramental, la constitución Lumen Gentium propone como eje de la vida cristiana el desarrollo y maduración de la gracia recibida en el bautismo; en este punto la constitución principia por recordar que por el bautismo el discípulo de Jesús es consagrado como sacerdote, profeta y rey, y que, por el ejercicio de estos dones, que definen el carácter sacramental del bautismo, el cristiano va creciendo en su configuración con Jesucristo. 

Desde esta perspectiva, los restantes seis sacramentos de la Iglesia están en función de la gracia bautismal. En la confirmación, el Padre celestial mediante el don del Espíritu Santo confirma la alianza sellada en el bautismo. En el banquete de la Eucaristía, el bautizado se alimenta del Cuerpo y Sangre del Señor para ofrecerse juntamente con Cristo. Mediante la gracia del sacramento de la penitencia el bautizado es movido para el arrepentimiento y confesión de sus pecados, y por la misericordia de Dios, que lo reconcilia con Él, recupera de este modo la gracia bautismal. Al ser constituido por el bautismo como templo del Espíritu, el cristiano participa del amor divino y este es el fundamento para establecer una alianza de vida y amor conyugal que, a su vez, es la base de la sacramentalidad del matrimonio. 

Los ministros ordenados están en la Iglesia para el cuidado y desarrollo del sacerdocio bautismal de los fieles. En este nuevo escenario al bautismo se le reconoce la importancia que le conceden los escritos del Nuevo Testamento y el catecumenado de los primeros siglos. 

Signos de los tiempos de la llamada poscristiandad es la situación cada vez más manifiesta de niños en edad catequética o de adolescentes que se acercan a la catequesis o de personas que piden la celebración del matrimonio en la Iglesia, pero que no están bautizados. Este escenario de los sacramentos está llamando a tomar en serio la iniciación cristiana y a llevar a la práctica en nuestras comunidades el itinerario previsto en el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA). 

Un grupo de niños o adolescentes bien pueden seguir y acompañar al condiscípulo que no ha sido iniciado sacramentalmente, participar todos de la catequesis y de las celebraciones que propone el RICA; y acostumbrarnos a ver que en la misa en la que comulgan por primera vez unos niños o en la que son confirmados unos jóvenes, dentro de la misma celebración un compañero recibe el bautismo. 

La mistagogía de una celebración realizada con unción puede bien aliviar el reto de la homilía y llevar a comprender que el bautismo no es un mero requisito para poder confirmarse, sino que es precisamente el bautismo el que pide la confirmación, así como también la vida engendrada en el bautismo reclama alimentarse con la Eucaristía del mismo modo que, según la vocación de cada uno, el bautismo exige celebrar la forma canónica del matrimonio.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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