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LITURGIA - Un futuro que se comienza a construir con Jesús

24 de enero de 2021
Evangelio
Estamos iniciando las semanas del ‘Tiempo durante el año’ o ‘Tiempo ordinario’. En su calendario, la Iglesia nos propone celebrar durante estas semanas el misterio mismo

Para ello nos serviremos de la lectura del relato del evangelio según san Marcos los domingos de este año, de modo que seremos conducidos a través de los sucesos de la vida de Jesús desde después de las tentaciones hasta el día anterior a la última Cena.

El texto del evangelio de la misa de hoy (Marcos 1, 14-20) tiene dos partes, la primera consiste en una síntesis de la misión de Jesús y la segunda narra el llamamiento de los primeros discípulos. La síntesis o sumario de la misión ofrece tres elementos: el momento del inicio de la misión, el lugar y la actividad propia de Jesús.

El momento del inicio de la misión se presenta con la forma pasiva del verbo entregar: «Después que Juan fue entregado». La forma verbal ‘ser entregado’ tiene un hondo sentido en el evangelio de Marcos, pues es la manera como Jesús anuncia su propia muerte. La misa recoge esta forma verbal: «mi cuerpo entregado por ustedes». Esta manera de iniciar del relato expresa que comenzamos a leer la historia de los antecedentes y del sentido de la entrega de Jesús.

El lugar donde principia la actividad pública de Jesús es Galilea. La historia que leemos comienza en Galilea y tendrá su desenlace en Jerusalén. Es significativo que para dar comienzo a su misión Jesús no se dirija al templo, sino que principie en el lugar de trabajo, en la situación donde transcurre la cotidianidad de la vida de las personas.

Estos dos aspectos –tiempo y lugar: la hora de la entrega y Galilea– nos llevan a pensar que Dios entra en la cotidianidad de la historia de cada uno de nosotros. La relación con Dios que hemos de buscar no se puede fundamentar únicamente en prácticas devocionales o rituales, o en esperanzas de prosperidad. Dios se acerca de una manera radical y definitiva a cada ser humano para transformarlo a fin de que llegue a ser imagen y semejanza del Creador.

Al sintetizar la actividad de Jesús, el texto griego de este sumario emplea el verbo ‘kerysson’ (proclamar) de donde proviene el término ‘kerigma’ (anuncio): «Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios». El texto avanza explicitando en qué consiste este ‘Evangelio de parte de Dios’: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en el Evangelio».

La explicitación de la buena noticia que proclama Jesús comienza por afirmar la presencia del reinado de Dios en la historia –«se ha cumplido el tiempo»– y con ello la realización del ofrecimiento de Dios. La historia que comenzamos a leer en el relato de san Marcos es el desarrollo de la misión de Jesús que consiste en anunciar y hacer presente el Reino de Dios en el mundo; los diferentes episodios que escucharemos domingo tras domingo nos revelan cómo el amor de Dios está llegando a la vida concreta de las personas para transformarlas. Ya no hay que esperar más, el tiempo se ha cumplido y Dios ofrece a los hombres su amor incondicional.

En este plan de Dios, el hombre no es un mero convidado que puede permanecer pasivo, es invitado, mediante dos verbos en imperativo, a recibir el reinado de Dios como gracia: «conviértanse y crean en el Evangelio». Se reclaman dos actitudes de la persona para participar del reinado de Dios, la fundamental: creer en el ofrecimiento de Dios, en el amor de Dios que hace presente entre nosotros su reinado. A partir de este creer en el evangelio viene la necesidad de orientar la vida hacia él, esto es, de caminar de cara a Dios. La ‘metanoía’ –conversión– dice el texto griego.

La segunda parte del evangelio de la misa de este domingo es la narración del llamamiento de los primeros discípulos. Marcos ambienta la escena en la orilla del lago, lo que nos lleva a situarnos en un horizonte sereno donde acontece la insistente llegada de las olas a la playa. En este ambiente de

cercanía y de redundancia Jesús aborda la situación vital, concreta, de dos pares de hermanos. La llamada de Dios, que es gracia, se realiza en la mirada y la palabra de Jesús. Cercanía para la mirada que alienta una relación personal y redundancia para una palabra que cala en lo más hondo para transformar la vida.

La respuesta de los hermanos tiene dos momentos, uno primero expresado en forma negativa –dejan las redes, dejan al padre– y uno segundo en positivo: «lo siguieron». En la tradición bíblica la conversión implica estos dos momentos, desprenderse de algo para asumir una novedad.

Por su parte, la invitación de Jesús se presenta con dos elementos, el primero es una propuesta para hacer camino con él. Jesús hace camino con ellos, con nosotros, de manera que la vocación se expone como la raíz de un futuro que se comienza a construir con Jesús.

El otro elemento de la invitación es presentado como un aprendizaje para la misión: «los haré pescadores de hombres». Proponerles a unos pescadores del lago pescar hombres indica que el seguimiento de Jesús cambia no tanto el hacer como sí el sentido. Y ¿qué significa ‘pescar hombres’? La respuesta la tendremos en el aprendizaje de las primeras jornadas con Jesús que leeremos los siguientes domingos.

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