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Liturgia septiembre 21La «injusticia» del Amo de la viña

18 de septiembre de 2014
Liturgia septiembre 21La «injusticia» del Amo de la viña

En nuestra lectura dominical del relato de San Mateo, hace ocho días escuchábamos una parábola que nos llevaba a comprender el perdón como gracia o don gratuito de Dios…

El texto del evangelio de la Misa de hoy está conformado por una historia narrada como parábola con una mínima introducción y una breve interpretación al final de la misma de la misma y que, en texto, aparece en labios de Jesús. En el contexto del evangelio según San Mateo está parábola viene a cerrar una serie de episodios que advierten sobre el peligro (u obstáculo) que representa la riqueza para aceptar el Reino.

Para ir al mensaje de la parábola, comencemos por diferenciar dos partes en esta historia. Es útil notar que en la primera de ellas se narra la actuación de un propietario (en griego ‘oikodespotes’, versículo 1), mientras que en la segunda parte, al final del día, cuando llega el momento de la paga, se menciona la voluntad del amo de la viña (en griego ‘kyrios tou ampelonos’, versículo 8). Lamentablemente la traducción del leccionario colombiano no refleja esta variación. ‘Amo de la viña’ es una denominación que desde el antiguo Testamento nos está evocando a Dios (véase Isaías 5, 1-7).

Reconociendo estas dos partes nos encontramos ante dos formas de proceder, en la primera parte se describen unas relaciones de tipo contractual: se trata de un propietario que contrata obreros para trabajar en su viña; en la segunda parte se habla del amo de la viña que ejerce tiene libertad para manejar sus asuntos como quiere y de esta forma actuar con generosidad. En su conjunto, la historia propuesta nos está invitando a pasar de la situación de la primera parte a la de la segunda. ¿No estaremos aquí otra vez ante la propuesta del ‘gran giro, a la que nos convoca el PlanE?

 

Contemplemos la relación entre las dos partes de la historia a través del término ‘justicia’. En la primera parte, al contratar el segundo grupo de trabajadores, el propietario cierra el pacto afirmando: «Les daré lo que sea justo». En la segunda parte, el amo de la viña responde a las protestas de los obreros de la primera hora diciendo: «Amigo, no soy injusto». Entonces nos vemos incitados a preguntamos de qué modo de justicia de se trata.

Es claro que en la segunda parte de la historia afloran dos comprensiones de ‘justicia’. Mientras que los obreros entienden ‘justicia’ como proporcionalidad, «pensaban que iban a recibir más», y reclaman: «Estos últimos solo trabajaron una hora y los tratas igual que a nosotros que hemos aguantado el peso del día y el calor»; el amo de la viña manifiesta que no es injusto al darle a quien trabajó sólo una hora lo mismo que al que trabajó durante todo el día.

Los trabajadores de toda la jornada estrellan contra la justicia del amo de la viña su manera de entender. Ellos han vivido unas relaciones contractuales y de lo que ha vivido hasta el presente esperan una retribución que depende de su trabajo. Por su parte, con su manera de actuar en liberalidad, el amo de la viña supera la ‘justicia de tipo legal’ y nos lleva a comprender la justicia como gracia, como don, como gratuidad que proporciona a cada cual lo necesario para vivir.

Pasando al terreno de la aplicación de la enseñanza que busca la historia, en las expresiones de los jornaleros se está reflejando cierto fariseísmo en el sentido de hacer depender el Reino como recompensa, como el fruto del ‘esfuerzo de todo el día’. Por su parte, la actitud del amo de la viña nos invita a comprender el Reino, más que como una recompensa, como la gracia de Dios, como la gratuidad de la autodonación de Dios al hombre que le permite vivir.

En el cristianismo tenemos una palabra derivada del término justicia, la ‘justificación’. La justificación es el proceso por el cual la gracia de Dios lleva a la persona de una situación de pecado a una situación de ‘justicia’, y esta entendida como rehabilitación del pecador, como habilitación para obrar en santidad; como decíamos el domingo anterior, para obrar como Dios. 

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