LITURGIA Septiembre 18 Actuar con inteligencia práctica

Después de la propuesta del evangelio del domingo pasado en el sentido de acoger la palabra y así contrarrestar el peligro de fabricarse una imagen idolátrica de Dios,…
La primera lectura de la Misa de este domingo (Amós 8, 4-7) es una llamada de atención para quienes han hecho del éxito económico el horizonte de su existencia, ellos no pierden oportunidad para aumentar su patrimonio, el afán de ganar dinero los lleva a impacientarse por la inactividad en los días de fiesta; además de explotar a los pobres, los arrinconan con las deudas y así llegan hasta considerarlos como una propiedad. El profeta Amós alerta a quien hace del éxito económico el absoluto de su vida porque Dios rechaza esta forma de orientar la existencia.
En el texto del evangelio de la Misa (Lucas 16, 1-13) se puede considerar cuatro partes. En la primera Jesús narra la historia de un administrador corrupto que ha sido descubierto; en la segunda parte Jesús, partiendo de la conclusión misma de la historia narrada, deduce una enseñanza para la vida cristiana; en la tercera el Señor relaciona lo histórico de la vida el ser humano con lo definitivo del Reino (tiempo y eternidad), finalmente la cuarta parte está conformada por una enseñanza de Jesús sobre la imposibilidad de servir a Dios y al dinero. Las dos últimas partes bien se pueden considerar una preparación para la parábola del domingo entrante.
Es importante comenzar por advertir que la historia contada por Jesús tiene una lección o enseñanza que forma parte de la misma narración; dentro de la historia el amo o señor termina admirando la astucia del administrador inicuo. De otra parte no se puede dejar de lado que el tiempo del administrador se divide en dos partes, una extensa de malos manejos y una muy breve entre el aviso de despido y la entrega del cargo. La lección o enseñanza que propone el amo se refiere a la actuación del administrador en el tiempo breve.
De modo que la parte central de la historia es la acción ocurrida entre el aviso de despido y la entrega del cargo. Se trata de un tiempo breve que concluirá con un sustancial cambio de la condición de vida del administrador; en este segundo tiempo el administrador actúa con prontitud: «Aquí está el comprobante de tu deuda; siéntate en seguida y rebájala…». El administrador no está dispuesto a perder ni un minuto en este tiempo entre la denuncia y el final de la posesión en el cargo.
Del modo de obrar con ‘astucia’ por parte del administrador en el segundo tiempo Jesús deduce una enseñanza para los discípulos: actuar con inteligencia práctica. Esta inteligencia práctica en el texto griego se presenta como ‘phrónimos’, el mismo término con el que hace unos domingos se refería Jesús al «administrador fiel y solícito –phrónimos– a quien su amo ponga al frente de la servidumbre para que oportunamente dé a cada uno su ración» (Lucas 12, 42).
El administrador de la historia venía ejerciendo el cargo malgastando los bienes del amo, a partir de una denuncia se hace consciente del final de su trabajo y ante la nueva situación que se acerca decide actuar con inteligencia práctica; el evangelio de este domingo parte de la manera como el administrador encara la nueva situación de su existencia para proponer al discípulo de Jesús actuar con astucia, con inteligencia práctica. La denuncia evoca el texto del profeta Amós escuchado en la primera lectura; Dios no se queda en silencio ante la injusticia.
En la vida del discípulo, la denuncia se puede asimilar al primer anuncio que suscitó el encuentro personal con Jesucristo y a partir de ello tomar conciencia de su vocación y decidirse por el camino
del Evangelio, en este escenario la enseñanza de Jesús este domingo se puede recibir como la necesidad de actuar con inteligencia práctica, esto es, asumiendo como prioridad el Reino y en función de él hacer servir los bienes que se poseen.
Imágenes: www.oronoticias.com.mx, infovaticana.com
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