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LITURGIA Octubre 11 Lo que los ricos no pueden poseer

8 de octubre de 2015
LITURGIA Octubre 11 Lo que los ricos no pueden poseer

Al final del evangelio de la Misa del domingo anterior Jesús advertía sobre la necesidad de recibir el Reino de Dios como un niño, con ello el relato de Marcos nos…

El evangelio de hoy, siguiendo con la lectura de relato de Marcos, presenta a aquel que pone su confianza en las riquezas como la antítesis del ‘niño’. En la enseñanza de Jesús, lo opuesto a ser como un niño, es ser rico.

En esta parte del evangelio de Marcos se presenta a Jesús formando a sus discípulos mientras hacen el camino a Jerusalén; dentro de esta formación de discípulos, el domingo pasado iniciamos la lectura de una serie de tres episodios en los que un grupo de fariseos, un hombre rico y dos discípulos abordan a Jesús para plantearle sendas inquietudes; estos encuentros tiene un aire polémico y en estas controversias la respuesta del Maestro no deja de ser ‘subversiva’ en el sentido propio de la palabra subvertir, esto es, invertir el pensamiento que se considera aceptado o aceptable por la sociedad. Es así como va alumbrándose el talante ‘subversivo’ del discípulo de Jesús presentado al inicio del camino como ‘cargar la cruz’.

En estos tres episodios reconocemos una estructura similar, en una primera parte se narra el encuentro del personaje (o personajes) con Jesús y la controversia, en un segundo momento Jesús se reúne con los discípulos y aplica para el grupo lo presentado en el encuentro. Veamos esta estructura en el evangelio de hoy.

Marcos nos refiere que una persona bien intencionada se acerca corriendo a Jesús y le formula una inquietud: «¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?» Se trata de un israelita piadoso, observante de la Ley, que ha comprendido la necesidad de agregar obras a la fe. Interrogado por el ‘hacer’, Jesús responde a su interlocutor con lo que se conoce como ‘segunda tabla de la Ley’, esto es, los mandamientos para con el prójimo.

El piadoso israelita replica que todo esto lo ha cumplido «desde joven». En el texto griego se lee ‘ek veótetós mou’ (literalmente, desde mi juventud), lo que podría interpretarse ‘desde que entré en mi juventud’; o dicho de otra forma, ‘desde que dejé de ser niño para entrar en la juventud’. Aquí el texto conecta con la situación que leímos al final del evangelio del domingo anterior: «el Reino de Dios pertenece a los que son como niños».

La insistencia en el hacer ha sacado a este personaje de la condición que Jesús anuncia como necesaria para entrar en el Reino: «Les aseguro que no entra al Reino de Dios el que no lo recibe como un niño».

De nuevo interviene Jesús y dice que todo el hacer no es suficiente. El Maestro lo mira amándolo y lo invita a ser discípulo, a asumir el estilo de vida del Maestro: «Te falta una cosa: ve y vende todo lo que tienes y dales el dinero a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme». Desprenderse de todo en favor de los pobres, como ha hecho Jesús; acumular un tesoro en el cielo, esto es, experimentar que Dios lo es todo. Jesús propone a este hombre pasar de estar satisfecho porque hace a comenzar a vivir ya desde ahora y aquí la vida eterna.

Pero este hombre tiene un enorme impedimento: es rico, es decir, ha puesto su confianza en los bienes que posee. No está dispuesto a volver a ser como un niño y se va enfadado.

En la segunda parte, Jesús amplía y aplica a la comunidad de sus discípulos lo presentado en el encuentro de la primera parte. Mirando alrededor Jesús agrupa a sus discípulos para proponerles una enseñanza fundamental. En esta ocasión la instrucción de Jesús va ‘in crescendo’, primero habla de la dificultad que existe para entrar al Reino entre «los que tienen la riqueza»; luego dice la imposibilidad de los ricos para entrar el Reino. Pasa de ‘dificultad’ a ‘imposibilidad’; dificultad de quienes tienen puesta su confianza en las riquezas e imposibilidad de los ricos.

Esta imposibilidad de los ricos desconcierta a los discípulos, probablemente acostumbrados a pensar como nosotros que a un rico no se le cierran las puertas, que un rico todo lo puede conseguir. Pero el proyecto al que nos invita Jesús es subversivo, el Reino no se puede comprar, es don, regalo, de Dios para los hombres y que hay que recibirlo como un niño recibe las cosas.

 

 

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