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Liturgia Noviembre 16Marginarse del Reino a partir de una falsa imagen del Dios

13 de noviembre de 2014
Liturgia Noviembre 16Marginarse del Reino a partir de una falsa imagen del Dios

Llegando a la terminación del Año litúrgico, en el evangelio de la Misa estos últimos domingos venimos leyendo el quinto discurso de Jesús en el evangelio según san…

En esta segunda parte el mensaje se expone mediante una serie de parábolas, de esta serie leeremos hoy y el próximo domingo leemos las dos últimas.

La historia narrada como parábola en el evangelio de este domingo (Mateo 24, 14-30) tiene tres partes, en la primera se nos cuenta la responsabilidad que encarga a sus siervos un propietario que sale de viaje; en la segunda parte se narra las actividades de los siervos después de la partida del amo y en la tercera se refiere la presentación de los resultados de la gestión de los siervos al regreso del amo.

En la segunda y tercera partes la narración señala un contraste entre el tercero de los siervos y sus otros dos compañeros. Al referir el trabajo y los resultados, el narrador asimila la actuación y la retribución de los dos primeros siervos: «El que había recibido quinientas libras fue enseguida y empezó a negociar con ellas (…) De igual manera el que había recibido doscientas». Con el tercero de los siervos la situación es diferente. Con ello la historia contada nos invita a fijar nuestra atención en este último siervo. Aquí precisamente es donde está el mensaje que quiere trasmitir la parábola.

Evidentemente lo narrado en la segunda parte de la parábola está en función de crear en el lector la expectativa que lo lleve a querer conocer no solo el resultado de la actuación de este siervo sino también su motivación para obrar como obró. Contrario a lo que hicieron sus colegas, el tercer siervo «hizo un hoyo en la tierra y enterró la plata de su señor», ¿qué lo movió a obrar de esa manera?

Busquemos una respuesta a partir del informe que él mismo ofrece de su gestión: «Señor, supe que eres exigente, que cosechas donde no sembraste y cobras donde no invertiste; tuve miedo y me fui y escondí tu plata bajo tierra. Aquí está tu plata.» En primer lugar fijémonos que en este testimonio se echa en falta una relación personal, hay un conocimiento de oídas; probablemente los comentarios de otros o las habladurías de la gente llevan a este personaje a ‘hacerse una imagen’ de su señor.

Este ‘hacerse una imagen’ del señor, si lo referimos a Dios, nos pone ante el tema de la idolatría que denuncia reiteradamente el Antiguo Testamento. Es claro que nosotros llegamos a la fe por tradición, esto es, por el testimonio de otros que nos han trasmitido la experiencia de Dios en su vida, pero estos testimonios de otros no son más que una preparación y una incitación para que cada uno busque llegar a una experiencia personal del encuentro con Dios. El no buscar y propiciar cada uno esta experiencia de encuentro personal con Dios lo deja expuesto a la situación de la idolatría, esto es, al hecho de encontrarse siguiendo y relacionándose con las ‘ideas’ que uno mismo se ha hecho de Dios a partir de lo que cuentan otros.

Volviendo a la parábola, este conocimiento de oídas lleva al tercer siervo a moverse entre la protesta y el desengaño. De una parte el siervo manifiesta su inconformidad ante un amo al que caracteriza como codicioso, pues cosecha donde no sembró y cobra sin invertir. Un capitalista neoliberal, dirían en nuestro tiempo. De otra parte, esta elaboración de una imagen del amo lleva al servidor a no querer ningún vínculo con él: «Aquí está tu plata». El tercer servidor termina marginándose del proyecto de su señor.

Pensamos que este es el mensaje que busca trasmitir la parábola del evangelio de la Misa de este domingo. Hay que tomarse en serio la voluntad de Dios y asumir el Reino como proyecto que ha comenzado a realizarse en cada uno de nosotros, pero ello puede verse frustrado por falsas imágenes de Dios que infunden miedo ante el presente y por ello merman la libertad. Una falsa imagen de Dios puede ser punto de partida para una vida mojigata o para asumir una actitud defensiva y estéril.

El problema focal que asume el PlanE de nuestra arquidiócesis comienza por caracterizarnos con una débil adhesión a la persona de Jesucristo y al proyecto de su Reino, lo que nos impide leer e interpretar la salvación como proyecto que se está realizando ya entre nosotros; situación muy similar a la del tercer servidor de la historia que leemos en el evangelio de este domingo. A partir de ello se nos invita a pasar de una vida religiosa sostenida en prácticas devocionales a ser conscientes de que estamos sostenidos por la gracia y por ello podemos participar activamente en el proyecto de Dios en nuestra historia.

 

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