LITURGIA Noviembre 13 Discernimiento para el nuevo rumbo

El ministerio de Jesús en Jerusalén, los días previos a su pasión, tiene dos partes, la primera consiste en una confrontación con distintos grupos del judaísmo de su…
En las diferentes discusiones en el atrio del templo fueron quedando sin argumento uno a uno los contradictores de Jesús, entonces alguien de los presentes, quizá cercano a Jesús, incluso pudo tratarse de alguno de los discípulos, llama la atención del Maestro sobre la magnificencia del templo, como queriendo salvaguardar la institución religiosa; Jesús no se deja impresionar y aprovecha la ocasión para advertir sobre una nueva escala de valores respecto de la tradición que representa el templo.
El evangelio de este domingo (Lucas 21, 5-19) se abre con una muestra de candidez de alguien que ha oído cómo Jesús ha silenciado a sus oponentes. Una vez que los contradictores de Jesús han quedado sin argumentos, un discípulo suyo entrevé que la institución del templo podrá continuar brindando seguridad; es el pensamiento de quienes piensan que la salvación que ofrece Dios en Jesucristo es ‘más de lo mismo’, que el Reino anunciado por Jesús es continuidad de lo que estamos acostumbrados a ver.
Quien hace tal comentario a esta altura del relato de Lucas no se ha dado cuenta de que el Reino es diferente al fariseísmo que propone la pureza y el culto como preparación para acoger al Mesías; le ha faltado a este discípulo libertad para comenzar a pensar que la propuesta de Jesús dista mucho de una religión que ofrece seguridad. ¡Cuánto cuesta comprender la denuncia profética de Jesús sobre las estructuras de un mundo injusto! Contrasta la predicación de Jesús con el amaño de personas interesadas y dispuestas a hacer cambios para que todo continúe lo mismo.
Al cándido comentario, Jesús responde advirtiendo sobre una nueva situación: la insuficiencia del templo –de la institución religiosa– para brindar seguridades. Pero los oyentes de Jesús se resisten y prefieren ver en el fin del templo una oportunidad para la que hay que estar preparados, por eso es preciso conocer cuándo sucederá y cuál será la señal que indica que todo este hundimiento está por darse. Ellos tienen su propia visión del proyecto del Reino y estarían dispuestos a una guerra santa, invocarían el favor divino para derrotar a los poderosos del mundo e implantar una teocracia. Pareciera que es ocasión de un fundamentalismo innovador: hacer cambios para que todo siga igual.
En esta situación la indicación de Jesús es clara: «¡Cuidado con dejarse engañar! Porque muchos se presentarán usurpando mi nombre». Cuando empieza a ser manifiesto el desgaste de aquellas cosas que vienen dando seguridad aparecen falsos mesías invitando a la defensa de tradiciones. Jesús dice que no hay que secundar tales propuestas.
Esta crisis de la institución del templo estará precedida por luchas de poder, revoluciones sociales, crisis y miseria: «Se alzarán naciones contra naciones, reinos contra reinos; habrá grandes terremotos, hambres y epidemias». Señales de un mundo, creación del hombre, que se agota.
En esta expiración del mundo los cristianos tienen la ocasión de ser testigos de la autenticidad de la revelación de Jesús, pero este testimonio será convincente en la medida que sea fruto de la acción del Espíritu. En la persecución contra los cristianos, ellos no deben ceder a la tentación de la apologética: «Hagan el propósito de no preocuparse por saber cómo se van a defender». La
defensa del cristianismo surge de la acción del Espíritu que inspira cómo actuar es estas situaciones de cambios profundos, cuando se desvanecen las seguridades de antaño.
Estas palabras de Jesús bien iluminan lo que debe ser la respuesta de los discípulos en este cambio de época; las advertencias del Maestro son un estímulo para la profecía que deben ejercer los bautizados para vivir en fidelidad al Evangelio.
Imagen: Foros de la Virgen María
Fuente Disminuir
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