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LITURGIA Mayo 3 El pueblo que sigue al Pastor vencedor de la muerte

1 de mayo de 2020

Durante el tiempo pascual la Iglesia nos viene conduciendo para que comprendamos cómo la Pascua de Cristo se manifiesta hoy en la vida de los discípulos, este trabajo en…

En la oración colecta de este domingo la Iglesia, al tiempo que confiesa la victoria pascual de Cristo, pide al Padre celestial que el débil rebaño pueda llegar a donde lo ha precedido su poderoso Pastor. Este texto evoca la procesión del pueblo tras el cirio al inicio de la Vigilia pascual, de modo que la gracia de la Pascua se expresa aquí como un nuevo éxodo. Pensamos que este es el sentido de la celebración del IV domingo de Pascua.

Es importante comenzar fijándonos que la primera lectura (Hechos 2, 14a.36-41) es la continuación del texto que leímos el domingo pasado. Como consecuencia del anuncio kerigmático hecho por Pedro, algunas personas responden manifestando una conversión inicial. Al referirse a la respuesta de los oyentes la narración articula la secuencia anuncio/respuesta con la frase «estas palabras les traspasaron el corazón». El anuncio del kerigma encuentra acogida en el creyente y éste, previamente preparado por la gracia para acoger la revelación, manifiesta el propósito de querer darle una nueva orientación a la vida: «¿Qué tenemos que hacer?».

La frase «estas palabras les traspasaron el corazón» testimonia que en aquellas personas ya viene actuando la gracia, que es la que realiza la conversión del ser humano. Termina el texto de la primera lectura con una exhortación del Apóstol invitando a los creyentes a abandonar el pueblo que ha rechazado al Mesías: «Apártense de esta gente perversa para poder salvarse».

Los domingos de Pascua este año venimos siguiendo en la segunda lectura el texto de la Primera carta de san Pedro, este escrito busca animar la esperanza de los cristianos de finales del siglo I, a quienes les ha tocado vivir su existencia cristiana en medio de un ambiente adverso. En los versículos que leemos este domingo (1Pedro 1, 20b-25), el autor invita a los cristianos a considerar el camino que nos ha abierto Jesús con su pasión como la realización de la vocación cristiana. La vida del discípulo se expone como seguir a Cristo, «pastor y guardián» de los cristianos, para salir de una situación de extravío.

Resulta útil mirar que los versículos del evangelio de la misa de hoy (Juan 10, 1-10) en el evangelio según san Juan vienen a continuación del relato de la curación del ciego de nacimiento (Juan 9, 1-41) que leímos el IV domingo de Cuaresma. Después de que el ciego que comenzó a ver fue expulsado de la sinagoga, Jesús entra a discutir con los fariseos sobre su misión como enviado para iluminar a los que están ciegos; como desarrollo de esta confrontación viene el texto que leemos hoy.

El evangelio de este domingo tiene dos partes. En la primera parte, atendiendo al contexto argumentado en el párrafo anterior, mediante una imagen pastoril Jesús denuncia la manera nociva como los dirigentes judíos vienen conduciendo al pueblo; en la segunda parte, y ante la incomprensión de la denuncia anterior, Jesús se presenta a sí mismo como la puerta de las ovejas. Notemos que en la imagen pastoril de la primera parte Jesús presenta a los personajes en tercera persona (el ladrón, el bandido, el pastor, el extraño), en la segunda parte Jesús habla en primera persona (yo soy, yo he venido).

En la imagen pastoril la denuncia se expone contrastando el ladrón y bandido con las actitudes del pastor. Este contraste se acentúa poniendo en el centro al pastor, pues la imagen se abre refiriendo

en primer término el proceder del ladrón y bandido, luego describe las actitudes de quien es pastor, para terminar anotando el comportamiento perjudicial para las ovejas de quien es un extraño.

Quien de verdad es pastor de las ovejas, entra por la puerta, el guardia le abre, las ovejas le obedecen, ellas lo conocen. En el contexto que venimos proponiendo desde la oración colecta y continuando por la invitación de Pedro en la primera lectura a dejar esta ‘gente perversa’, reconocemos que el elemento principal de la imagen pastoril nos lleva a considerar la acción del pastor que saca las ovejas y las va guiando.

¿De dónde saca las ovejas y hacia dónde las conduce? En el texto griego la acción de sacar aquí se expresa con el verbo ‘ekballein’, el mismo que se ha empleado en 9, 34.35 (la expulsión del ciego de la sinagoga). El pastor de la imagen propuesta nos lleva a comprender que Jesús saca al ser humano desde un ambiente hostil o desfavorable y lo conduce a la comunión con el Padre.

En la segunda parte del evangelio, ante la ausencia de lucidez en sus adversarios para comprender la denuncia anterior, Jesús se presenta a sí mismo como puerta: «La puerta de las ovejas soy yo». En esta segunda parte, ‘puerta’ se contrapone a ‘ladrones y bandidos’; mediante este antagonismo se expone la misión de Jesús diferente a la manera como los dirigentes vienen guiando al pueblo.

Una puerta es un elemento arquitectónico que permite diferenciar dos ambientes y, de la misma manera, abrir o cerrar el paso entre ellos. La imagen de ‘puerta de las ovejas’ para explicar la misión de Jesús nos hace pensar en primer término en la real posibilidad de traslado de un ambiente o situación a otro en el que los hombres tendrán la vida abundante de la que ahora no participan: «Si alguien entra por mí, se salvará». En segundo término, la imagen está vinculada con la libertad, «si alguien entra», pero además «podrá entrar y salir».

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